Ocho

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Sabía que desde pequeña quisiste una mascota, pero tus padres no te dejaban porque requería de muchas responsabilidades.
Luego de tener una larga charla con ellos los convencí de que eras lo suficientemente mayor para cuidarlo tú sola.

Al otro día en la escuela me agradeciste con un fuerte abrazo; aunque anteriormente habíamos hablado por chat, ese abrazo dejaba un lindo final.

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