2. Millones de preguntas en mi cabeza.

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Sus nudillos golpearon la puerta, no había nadie en casa y yo no tenía las llaves para poder entrar.

-No hay nadie, me temo que tendrás que quedarte en el jardín sola-.Dijo con tono burlón.

-Alguna solución tiene que haber. ¿Tienes móvil?.- Le pregunté. Mi padre había salido pero era raro, normalmente siempre estaba tirado en el sofá de la salita y la única que salía de casa a hacer la compra y demás tareas era yo.

-No, no tengo móvil-. Dijo. Intentó forzar la puerta pero no obtuvo resultado, entonces rompió el cristal de la ventana y entró. Primero pasó las piernas y luego el torso, como si ya lo hubiera hecho antes. Abrió la puerta desde dentro.

-Señorita...-. Dijo mientras hacía una señal para que entrara. Estaba molesta, había destrozado la ventana de la parte delantera de mi casa.

-Gracias, aún así tienes que pagar la ventana , no finjas que no me dí cuenta-. Frunció el ceño. Me ha roto la ventana para dejarme entrar y evitar que muriera congelada de frío en el jardín, pero aún así ha hecho un destrozo y la ventana no se pagará solita.

Cuando pasé por al lado suya me cogió del brazo, pude sentir su cálido aliento en mi nuca y oler su colonia mientras se acercaba a mi oído y me decía :

-Ten cuidado, se lista-. Y en ese momento el verde de sus ojos se oscureció. Me inquietó.

-Hay cosas que no se de ti, ni quién realmente eres ni por qué estas aquí acompañándome a casa. Podrías haber rechazado lo que te pidió la enfermera.

-Hay cosas que es mejor que nadie sepa, vivo aquí al lado-.Dijo señalando la casa de al lado. -Será mejor que no intentes acercarte a mi casa, no sería buena idea-. No estaba tranquila , ¿qué oculta?, creo que es mejor evitarlo, este chico me da mala espina.

Cerré la puerta dejándolo fuera. Subí a mi habitación a echarme un rato, seguía doliéndome un poco la cabeza después de aquel terrible golpe. Me tiré en la cama y me quedé dormida.

Unas de las pocas veces que abrí los ojos, ahí estaba él , en la esquina de la habitación, mirándome. Su figura era fría e inmóvil. Pensé que serían imaginaciones a causa del golpe y de lo que había pasado hace una hora en el jardín. No tuve remordimientos en absoluto de haberle cerrado la puerta en la cara.

Rondaban las doce de la noche, escuché un golpe abajo , como si alguien hubiera abierto una de las puertas de una patada. Bajé a comprobar qué era. En el interior de la casa no había pasado nada. Salí para ver si había pasado algo fuera, rodee la casa y en efecto, en una de las paredes había un zarpazo. Parecía de un animal fuerte y grande, el zarpazo había desconchado toda la pintura de la pared. Había hecho un pequeño boquete. Entré en la casa rápidamente , tenía miedo de que aquel animal de dimensiones tan grandes y semejante fuerza apareciera de nuevo y no me apetecía nada ser su cena.

Escuché que algo estaba pasando en mi habitación y subí a toda prisa. Vi una sombra, bajé el ritmo y andaba de puntillas, despacio, para que no me escuchara. Me asomé por el marco de la puerta. Era él, ¿qué estaba haciendo allí de nuevo?. Entré sin que se diera cuenta y cerré la puerta. Antes de que me diera la vuelta ya había desaparecido, dejando un rastro de sangre en el suelo y en el marco de la ventana.

-¿Por qué narices hay sangre en mi habitación?-. Dije entre dientes.

Corriendo me encerré en una habitación y llamé a la policía. 

-Servicio de policía, ¿qué ha pasado?

- Ha entrado un chico en mi casa , no se por dónde y al entrar en mi habitación dejó un rastro de sangre. Por favor inspector, venga enseguida. Tengo mucho miedo.

-Iremos para allá. 

Le dí mi dirección al inspector. Colgué el teléfono y empecé a temblar. No tenía ni idea de lo que estaba pasando, estaba descolocada. No sabía donde meterme, estaba aterrada.

En ese momento las preguntas que se asentaron en mi cabeza fueron: ¿Cómo ha desaparecido tan rápido? ¿Qué hacía allí? ¿Por qué sangraba?

La muerte es el comienzo de la inmortalidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora