Una bienvenida un tanto peculiar

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No pasó mucho desde que el Maestro Fu se fue, estaba toda la habitación en silencio, decidí que lo mejor era repasar todas las indicaciones que le tendría que dar a Marinette mientras esperaba. Me había mentalizado para cualquier tipo de reacción que pudiera tener la joven, desde curiosidad hasta temor absoluto.Lo que más temía yo era que no quisiera ser la nueva heroína de París, si eso llegaba a pasar el mal reinaría en la ciudad del amor y todo nuestro plan habría fracasado. Estaba uniéndome en mis pensamientos cuando escuché un ruido, no sabía cuanto tiempo había pasado, empece ha hacer cálculos metales y llegue a la conclusión de que aún no era la hora de salida del colegio. De repente escuché una voz.

- Madre mía, ¡que desordenada es esta niña!, no tiene remedio.- Era una voz de una señora, estaba claro que no era la de Marinette. Supuse que sería su madre.

- ¡Sabine! necesito tu ayuda en la pastelería.- dijo el que parecía ser el padre de Marinette.

- Ahora mismo bajo, Tom.- dijo la señora, y salió de la habitación.

Era una familia encantadora, se notaba que se querían mucho. Me dije a mi misma que, después de todo, no estaría tan mal vivir aquí, además son pasteleros y tendrían muchas galletas. 

Pasaron las horas, y escuché un ruido procedente de fuera.

- Marinette, ¿eres tú?.- volví a escuchar la voz de Sabine.

- Si mamá, ya he llegado.- dijo Marinette.

El momento se acercaba, volví a repasar la instrucciones que dentro de poco tendría que decir, por si acaso se me olvidaban. 

De golpe y porrazo, escuché lo que parecía ser un programa de televisión, la presentadora decía que había aparecido una especie de hombre piedra que estaba atacando a todos los habitantes de la capital francesa. 

-¡Oh, no!.- se le escuchó decir a Marinette.- ¿Que es esto?.

Noté como levantó la cajita donde me encontraba, y empezó a abrirse lentamente, hasta que por fin estuvo abierta del todo. Era el momento, ahora o nunca, y entonces salí. Abrí los ojos lentamente y levante la cabeza para mirar mejor a la futura , o eso esperaba, heroína de París.

- ¡ Ayuda! un bicho, rata , ratón.- dijo muy asustada la joven en cuanto me vio.

- Todo está bien, no tengas miedo.- intenté tranquilizarla.

Entonces empezó a lanzarme cosas mientras yo intentaba esquivarlas. 

- Escucha Marinette, se que esto puede parecerte un poco extraño, pero...- no me dejo terminar la frase, ya que me acababa de encerrar en un vaso de cristal.- Esta bien, si esto te hace sentir más segura.

-¿Qué eres? ¿y cómo sabes mi nombre?- me preguntó

- Soy un kwami, mi nombre es Tikki.- le dije lo más dulce y comprensiva que pude.-  Ahora permíteme explicarte. 

Entonces empezó a llamar a su madre. Esto se me estaba descontrolando, esperaba que Plagg tuviera más suerte que yo. Si su madre se enteraba de mi existencia estaría todo perdido. Entonces salí del vaso y me interpuse entre la trampilla y ella.

- Marinette, soy tu amiga, confía en mi.- dije para llamar su atención.- Eres la única que puede detener a corazón de piedra.

Tras esta última frase se tranquilizó y me miro fijamente. Era el momento de hablar de Ladybug.

La vida de una kwamiWhere stories live. Discover now