El chico se reincorporo con un ronquido, últimamente no se podía permitir dormir mucho pero igualmente tomaba algunas siestas de vez en cuando pues el sueño le ganaba; eso de andar tan alerta no era lo suyo.
Se inclinó en el viejo sofá para tomar una caja de cigarrillos de la mesa de plástico manchado que tenía al frente, en la que reposaban varias latas de cerveza, bebidas energéticas, refrescos, algunas cajas de pizza, envoltorios de hamburguesas, colillas de cigarrillos y por supuesto sus gran pistola Magnum .357 la cual llamaba "Ingrid", supuestamente en honor a su primer amor adolescente. Revisó cuidadosamente el envoltorio y hallo un cigarrillo solitario. Suspiro de placer mientras esbozaba una sonrisa, si su compañera lo hubiera dejado sin nicotina se iba a aguantar una buena bronca al volver.
Puso el cigarro entre sus labios y se recostó estirando las piernas. El talón de las botas de cuero negras que cargaba puestas hizo un ruido cuando golpeo la superficie de la mesa y tiro un par de latas al suelo. Rebuscó en el bolsillo de su camisa a cuadros el zippo para luego encenderlo y dirigirlo lentamente a la cabeza del cigarro. Disfrutaba más del ritual de prenderlo que de fumarlo como tal... Sí, todo el mundo le decía raro y ya estaba acostumbrado. Aspiro una buena bocanada y boto el humo de sus pulmones mientras volvía a poner el zippo en su lugar. "Esto sí es vida..." pensó mientras volvía a aspirar "Dormir, fumar, beber, comer y volver a dormir". Cuando su nueva compañera lo encontró en un callejón dormido y por su puesto bebido y drogado pensó que era una de esos policías que lo perseguían por todos lados y casi le vuela la cabeza con Ingrid cuando intento sujetarle el brazo para ayudarlo a levantarse... Si no fuera porque menciono a los Angelinos quizás estuviera muerta ya. En fin, luego de darle un café, y prohibirle ligarlo con un poco de ron, le explico el por qué lo había buscado... le habló sobre un montón de planes raros para ganar la "cacería" y sobre un montón más grande de nombres que había investigado, al parecer de Masters. No tardó mucho en saber que era una nerd aficionada a los libros y las computadoras. "¿Por qué a mí?" recordó haber preguntado luego de todo el discurso "Pues, porque tu nombre es Adam y el mío Eva... no te parece que es hmm ¿Cómo decirlo? ¿Más que una coincidencia?" fue la respuesta de la chica, aunque a él solo le pareció un chiste... y no uno de los graciosos.
Ultima calada... ¿Ahora qué podía hacer? Esto de "mantenerse alerta" le parecía un desperdicio de tiempo, pero al menos Eva se preocupaba por su nivel de alcoholismo y le daba una buena cantidad de cerveza al día. Se levantó y busco por la habitación la cava azul en la que guardaba las latas. La vio finalmente en la esquina de la habitación y se dirigió a ella.
—Genial... vacía —exclamó cuando la abrió, justo antes de darle una patada en tono de frustración —. Eva, tienes mucho tiempo afuera...
Su compañera tenía dos días que no se pasaba por el "cuartel", como lo llamaba ella, y eso era algo un poco anormal en su comportamiento. Cuando Eva le explicó el plan de acción para encontrar Masters, bautizado por ella misma PAPEM, le dijo que él iba a ser el "guardián" y ella la "investigadora", que él se encargaría de permanecer en el cuartel, cuidándolo, y preparado para comenzar cualquier ataque, y ella, de salir por ahí a hacer sabe dios que para encontrar información sobre sus enemigos más cercanos. Normalmente estaba toda la tarde fuera y volvía en la noche con la cena y un six-pack de cervezas, y ahora que tenía dos días sin aparecer, él estaba sobrio y hambriento.
Adam se sacudió el pelo largo y rubio, cogió a Ingrid y la guardo en la parte posterior del pantalón oculta bajo su camisa desteñida, se acomodó sus lentes de sol y salió de la habitación camino al bar de la esquina a buscar alcohol y algo de comer.
"Te cargare la cuenta" pensó, como si estuviera hablando con su compañera y esperando una respuesta que por supuesto nunca llego.
El cuartel era un viejo y abandonado piso franco en un edificio aún más viejo y abandonado. El apartamento había sido quemado para eliminar toda evidencia comprometedora sobre los asuntos que manejaban sus antiguos ocupantes, por lo cual, al encontrarlo ellos, tuvieron que "amueblarlo", cosa que no fue muy difícil pues en el resto de los pisos encontraron un par de sofás viejos, unos colchones mohosos con algún que otro resorte salido, la susodicha mesa de plástico manchado y una que otra cosa más. ¿Cómo había dado su compañera con el lugar? Prefirió no preguntárselo... cuando ella se ponía a hablar sobre sus métodos él no lograba entender ni jota.
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La Balada de Omega: Primeros Acordes
FantasyEn el árido continente de Septondra, Karo, un experto espadachín, desencadena una cruenta guerra contra la fuerza oscura que durante mucho ha reinado el lugar. Teniendo como objetivo rescatar a su indefensa hermana, y acompañado por su hermano, le h...