Mica esperaba a su amigo en la entrada del edificio. Había tenido que salir lo más silenciosamente posible de su apartamento para que sus padres no se enteraran pues era seguro que no lo dejarían irse sin más ni más. Abrió la puerta del cuarto delicadamente y luego avanzo a la cocina descalzo a tomar las llaves con una lentitud irritante solo para que no hicieran ruido al entrechocar. La puerta del apartamento la abrió igual que la de su cuarto y cerro con la llave puesta para que no se escuchara al trancar.
Ya tenía unos diez minutos esperando en la entrada por su compañero, el bar de la madre de Sara quedaba un poco lejos; pensó que debió haber bajada un poco más tarde. Siete minutos después llamó un taxi.
—Buenas noches, necesito una unidad —Saludó Mica al operador que le contestó y trancó poco después al decirle que no habían carros disponibles en ese momento. Esperó unos cinco minutos más y volvió a intentar —Buenas noches, necesito una unidad...
En ese momento vió una persona corriendo hacia él.
—¡Mica! —le saludo Hugo cuando llegó a la entrada del edificio.
—... A los galpones del puerto por favor —dijo el chico mientras levantaba la mano para señalarle a su amigo que esperara un momento —... En la residencia Apamates... gracias —trancó el teléfono.
—¿Por qué vamos tan lejos?
—Alguien me llamó, me dijo que fuéramos hacia allá
—¿Quién?
—No sé quién era —Sabia que sonaba un poco estúpido.
—¡Oh! Claro, me llama alguien desconocido que me dice que vaya al otro extremo de la ciudad a altas horas de la noche y le hago caso sin sospechar nada —le comentó Hugo, burlándose y haciendo gestos con las manos.
—Sí, suena un poco estúpido... Pero creo que debemos ir —hizo una pausa —De seguro Sara fue hacia allí...
—Deberíamos estar buscando a Cat en lugar de seguir a la rarita de Sara a lugares abandonados —al parecer su amigo no estaba muy de acuerdo.
—Por eso la seguimos, para encontrar a Cat —le respondió bajando un poco el volumen de la voz.
—¿Estas insinuando que Sara es la que secuestró a Cat? —le preguntó el chico con cara de ingenuidad —¿Y que la tiene en un galpón abandonado?... wow... y luego me criticas cuando hablo de los alienígenas —le volteó los ojos.
—Tenemos... tengo muchas cosas que explicarte.
—Pues, adelante, comienza...
Una gota de agua fría cayo en la cabeza de Mica, haciendo que dirigiera su mirada arriba.
—Genial... y ahora llueve —exclama Hugo mientras se trata de cubrir en el techo de la entrada al edificio. Mica lo siguió.
—Mira Hugo, cuesta creérselo —comenzó a hablar mientras se frotaba las manos —... pero los juegos con Sara en realidad son... reales.
—Pues... si, las cosas son reales —le dijo su amigo emitiendo un bufido.
El taxi llegó finalmente, ya la lluvia se había transformado en un aguacero. Los chicos abordaron.
—Ella nos... es como si nos transportara a otro mundo en donde nada es imaginario, todo también es real.
—¿De qué vas?
—Este... eeh... ¿Recuerdas cuando me comentaste que aun te dolía el cuerpo por la caída en el juego? ¿Qué se había sentido real?
—Aja —al parecer ya estaba comenzando a creerle pues su expresión cambio de ingenuidad a impresión.
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La Balada de Omega: Primeros Acordes
FantasyEn el árido continente de Septondra, Karo, un experto espadachín, desencadena una cruenta guerra contra la fuerza oscura que durante mucho ha reinado el lugar. Teniendo como objetivo rescatar a su indefensa hermana, y acompañado por su hermano, le h...