capitulo 2

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  Capitulo 2

Durante los días que duró el viaje hasta Ávila, Colon no se apartaba del misterioso baúl, un baúl negro con inscripciones  en marfil que parecían tener al escrito en una lengua ilegible para los hombres de la época, estaba bastantes cuidado aunque parecía tener muchos años de antigüedad, las esquinas estaban recubiertas de un metal muy apreciado por la corte y el reinado español, no era otro que, oro. Sobre el baúl, realizado en una madera muy oscura, sobresalía el marfil de un blanco roto un tanto deteriorado por los años pero que no le faltaba ni un solo hueco, para aquel que supiera leer dicha inscripción, estaba en perfecto estado. Como patas de apoyo, le resaltaban cuatro garras de felino con las uñas sacadas y que allí donde se colocara arañaría cualquier superficie. El cierre tenia un color cobrizo que se asemejaba a las armaduras que utilizaban los conquistadores hispánicos con una cerradura cuya llave era de tamaño desproporcionada en comparación con el baúl.
En una alforja de tela con una gran asa, se intuían unos mapas realizados en un papel extraño que Colon jamás había visto, eran como capas de madera muy finas, tan finas que se podían enrollar sin temor a partirse.
En la puerta del Monasterio de Santo Tomas, se detuvo el carruaje y el cochero indico a la guardia real que avisara de la llegada del conquistador, el guardia apresurado abrió las cancelas del palacio y el carruaje entro en el hasta la misma puerta. Detenido, un trabajador del palacio abrió la puerta del vehículo y sin poner el pie en el estribo dijo Colon…
- Quiero audiencia con sus Majestades
- Sus Majestades les aguardan en el Claustro Real – respondió el servicio – le ayudare con su equipaje, señor.
- Mantén tus manos alejadas del baúl, descargue solo los ropajes – Ordeno Colon.
De nuevo  agarro el misterioso objeto y se encamino hacia el salón donde les esperaban S.M. Los Reyes Católicos. Durante el largo pasillo que terminaba en el claustro, Colon pensaba y meditaba sobre todo lo que le tenia que contar a Sus Majestades, conforme se acercaba a la puerta de madera tallada que daba acceso al salón real, el semblante del almirante se volvía mas pálido y los sudores fríos empezaban a brotar por su frente, un nerviosismo inusual se le intuía, pues el momento con el que tanto había soñado, estaba a punto de cristalizarse y hacerse realidad.
Se paro frete al portón de madera tallada y soltando el baúl en el suelo, tomo una bocanada de aire y llamo con la palma de la mano abierta, inmediatamente se agacho, recogió de nuevo el baúl y se abrieron las puertas, una voz anuncio su llegada.

-¡El almirante, Cristóbal Colon!

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