¿Wifi? ¿En Hogwarts?

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Un nuevo año en Hogwarts. 

Tendría que volver a separarse de su familia. 

No podía hacerse a la idea; sin embargo, en la carta para todos los hijos de muggles aquel año había un pequeño epígrafe.

"Después de la ceremonia de comienzo del curso, los hijos de muggles tendrán permitido preguntar al Director Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore por la contraseña del wifi; por favor, abstenerse de explicar lo que es el wifi a los sangres pura y los mestizos que no lo sepan."

Eso había sido raro sin duda, pero ¿quién era ella para cuestionar lo que una carta firmada por la mismísima Minerva McGonagall le exigía?

El curso había empezado oficialmente, el profesor Dumbledore estaba, como siempre, dando su discurso y cantando con el Sombrero Seleccionador; ver las caras a los niños de primer año era el pasatiempo favorito de Ana, eran tan pequeñitos, y estaban tan alucinados con todo lo que pasaba a su alrededor. O bueno, eso parecían todos menos una niña de pelo encrespado, que cada vez que miraba a un lugar decía el hechizo con el que lo habían hecho, ya que lo había leído en la historia de Hogwarts. A ella la habían puesto en Gryffindor, cosa que pareció extrañar a Ana. Debería haber estado en Ravenclaw, ¿no?

Por fin había acabado el discurso de Dumbledore; no sabía cómo, pero cada año que volvía a Hogwarts, los discursos de ese hombre se le hacían más largos y aburridos.

El Gran Comedor se quedó en silencio, se respiraba incomodidad hasta que una pequeña mano se levantó de entre las cabezas de la mesa de Slytherin.

-¿Sí?-dijo Dumbledore con una pequeña sonrisa sobre los labios que, probablemente ya sabía lo que el niño iba a preguntarle, probablemente todos los nacidos de muggles sabían lo que el niño iba a preguntar, y es que ¿quién no tenía curiosidad por saber la contraseña del wifi? ¿Funcionaría bien? ¿Podrían descargar series para ver por las noches? ¿Tendrían permitido usar las redes sociales? Iba a ser gracioso ver a los sangres pura usar Instagram o Twitter... Y ya no hablemos de Snapchat.

-¿C-cuál es la contraseña del Wifi?-preguntó el niño con la voz entrecortada, y nada más hacer la la pregunta, un suspiro de alivio colectivo se escuchó en el Gran Comedor. 

-Sorbetedelimon, todo junto, sin tilde y con la s mayúscula.-contestó el director y sin más dilación dio comienzo al banquete.
Los magos que sabían lo que era el wifi no dudaron en sacar algún lugar donde escribir la contraseña para que no se les olvidara; los que no sabían qué era un wifi simplemente se encogieron de hombros y empezaron a comer.

Las semanas pasaron y haciendo caso de la carta que les había llegado a principios de curso, nadie habló de lo que era el wifi ni para qué servía, lo que llevó a los sangres pura y a algunos mestizos a pensar que el wifi era una especie de sociedad secreta donde los magos de sangre pura no tenían permitido el ingreso.

Tiempo después, en la clase de Estudios Muggles, se explicó a todos los alumnos lo que era y para lo que servía. Y, a pesar de que esta asignatura sólo se impartía a partir de tercer año, un par de días después todos los alumnos de Hogwarts andaban utilizando el wifi como si llevaran haciéndolo toda la vida.



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