Mi nuevo reloj despertador

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-Mi nombre es... ahm...- noté que la niña dudaba- mi nombre es Amy- ¿Amy? Nunca antes había escuchado ese nombre, pero de alguna forma le quedaba bien.
-pues mucho gusto Amy, realmente muchas gracias por ayudarme aún cuando te respondí de mala gana.
-no hay de que.
-¿no crees que deberías volver a casa? Ya es bastante tarde y esta oscuro, déjame acompañarte para disculparme con tus padres por retenerte tanto tiempo.
-¡No!-exclamó la niña- puedo irme sola, no se molestarán, ¡nos vemos!- dijo mientras se marchaba sin que pudiera interferir.
Es una niña de lo mas extraña, ¿acaso no le teme a nada? Entrando a la casa de un desconocido y ayudándolo a entrar muchas cajas pesadas hasta tarde, si que es extraña, pero ya que mas da.
-¡al fin puedo darme mi merecido descanso!- dije mientras dejaba caer mi extenuado cuerpo a la cama y sin darme cuenta ya me había quedado dormido.

-oye ¿que haces en mi casa?

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-oye- una voz interrumpió mi dulce sueño- ¿ya estas muerto?-me pregunto, ¿¡acaso esta niña no tiene nada mas que hacer!?
-no, aún no, solo dormía.
-es que no parece que duermes, tienes cara de estar muriendo ¿sabes que son las seis de la tarde verdad?
-¿es broma verdad?
-nop- me levanté lentamente, procurando no perder la calma, me dirigí a la cocina y abrí el refrigerador y... ¿que esperaba? Acabo de llegar a esta casa, ¡era obvio que estaría vacío!
-¿ya te moriste?- dijo la niña que observaba mi cuerpo tirado en el suelo junto al refrigerador.
-moriré de hambre- exclamé con tono moribundo.
-mamá me pidió que te trajera esto como señal de bienvenida... ehm ella no pudo venir por el trabajo- observé lo que la niña me entregaba... eso... ¿¡acaso era comida!? Gracias dioses por meter contra mi voluntad en mi casa a esta mensajera.
-me has salvado- le dije ya normalmente, abrí el pocillo blanco con detalles de flores azules en los bordes que me entregó Amy y agradable fue mi sorpresa, ¡era mucha comida y toda era de mi gusto!
-ya puedes llevarme dios, con la felicidad que tengo ahora no pido nada mas.
-no seas tan exagerado- dijo Amy mirando hacia otro lado tratando de disimular su alegría, tiene mucho carácter para ser una niña- es solo comida.
-si, pero es justo lo que necesitaba- comí como si no hubiera comido durante todo un día, esperen así fue.
Mientras devoraba el delicioso platillo que Amy había traído hasta mi hogar organizaba mi día, o lo que quedaba de él, debía terminar de desempacar las cajas, no, mas importante, ir a comprar comida, pero ¿donde?
-oye Amy, ¿sabes de algún lugar cercano donde pueda comprar comida?- Amy se quedó pensativa por unos instantes hasta que respondió.
-hay una tienda de comestibles a unas dos cuadras de aquí, no es muy grande pero tienen de todo- nuevamente esta pequeña niña me había salvado, un local tan cerca de casa no podía ser mas que una bendición, en momentos como este le agradezco a mi padre de comprarme esta casa.
-¡muy bien!- exclamé luego de terminar mi platillo- gracias por la comida estaba deliciosa- le dije a Amy que me miraba satisfecha- ahora debo ir a comprar la comida para sobrevivir el mes.
-¿puedo acompañarte?- dijo Amy, por primera vez con un tono de una verdadera niña pequeña- no te imagino cargando tantas bolsas sin que mueras- continuó esta vez con su tono de siempre.
-esta bien, esta bien, por favor acompáñame, ¿no te retarán tus padres?
-de eso no tienes que preocuparte, démonos prisa que se hará tarde y cerrarán.

Tal vez despierteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora