9.- Una verdad que no puede ocultarse mucho tiempo

530 19 0
                                    

Mis ojos se abrieron un par de veces durante la madrugada, quizá se debía a un miedo inconsciente que sentía en mis adentros de despertar y no encontrar a Onodera entre mis brazos, si digo que desperté cuatro veces sería quedarme corto, debieron ser al menos unas diez. En algún momento decidí mirar la hora, estirando mi brazo logre tomar mi celular que estaba sobre una pequeña mesa entre nuestras camas. Presioné cualquier tecla y pude ver el reloj, marcaba las 6:15 am, en cualquier momento deberíamos despertar y eso me aterraba, ahora me sentía cansado no había dormido muy bien que digamos. La tenue iluminación que se generaba en la habitación, me permitió ver el rostro de Onodera mientras dormía, era tranquilo, lo miraba con detenimiento y no podía dejar de pensar en el cambio que mostraban sus expresiones cuando sonreía, cuando estaba pensativo, cuando estaba molesto y algo más. Mi repertorio se había ampliado, ahora conocía sus expresiones cuando estaba excitado. Suspiré perdiéndome en el mar de recuerdos de hacía unas horas, su cara en un rojo intenso y sus gemidos excitantes que tenían un efecto hechizante, así es, sus gemidos me hechizaban al punto de acelerar mi corazón como nunca antes lo había sentido acelerado.

Si en un momento pensé que llegar hasta el final con él, me haría olvidar todas las extrañas sensaciones que me inundaban el cuerpo, estaba muy equivocado, ¡Rotundamente equivocado! Ahora me sentía peor, ahora me sentía convencido de algo que no quería admitir en voz alta, que no quería reconocer ni siquiera para mí mismo. Era como si mi alma se hubiera fraccionado en dos partes, una envuelta de convencimiento y la otra atada a recuerdos absurdos del pasado y a un odio irracional que no tenía sentido. Ahí estaba de nuevo con mi estúpido análisis mental que más bien se volvía una tortura voluntaria. ¿Cómo serían las cosas al llegar la hora de despertar? ¿Qué nos diríamos? ¿Cómo debíamos actuar, después de lo que había pasado?... Solo podía pensar que si una persona se apareciera frente a mí y me dijera ‘Oye ¿Te arrepientes de haber hecho algo como eso con Onodera?’ Yo no podría más que responder sinceramente, diría que no ¡Jamás podría arrepentirme de lo que paso con él!... Hubo, concordancia en todos los sentidos, hubo quietud, hubo silencios, hubo besos, entrega, pasión, fuego… Nunca encontraré las palabras perfectas para describir con exactitud todo lo que se dio entre nosotros.

En medio de todo mi discurso interno, me encontraba a mí mismo suspirando una y otra vez. Mis ojos estaban abiertos y la obscuridad se iba esclareciendo. Tenía sueño pero no podía dormir. Hasta que una sensación de estremecimiento surgió en mi cuerpo, pude frenar un poco la palabrería que se amontonaba en mi cerebro sin poder tomar un orden concreto. Los brazos de Onodera me rodearon y su cabeza se encajó en mi pecho, removió sus pies y sus piernas rozaron contra las mías, estábamos desnudos bajo las mismas sabanas, la noche era fresca y estaba convencido de que ese calor que sentía en mi piel, solo se generaba por el cuerpo de Onodera junto al mío. Me asusto el hecho de que se estuviera despertando. Sentí miedo de que sus ojos se abrieran en ese instante y me golpeara o algo por el estilo, pero no hubo nada de eso. Mi corazón se acelero como un maldito descontrolado, puse una mano sobre mi pecho como si con eso pudiera tranquilizarlo ‘Vaya absurdez’ Decidí acurrucarme de nuevo en la cama y abracé su cuerpo. Aún faltaba alguna media hora para que su despertador sonara, así que me dispuse a dormir al menos esos últimos minutos. Descanse mi cabeza en la almohada y cerré los ojos. “Intenta dormir un poco” Tal vez lo habría conseguido sino hubiera sido por un susurro. –Takano…Takano- Me sobre salte, la voz de Onodera era tranquila, abrí los ojos con un solo pensamiento en mente ‘Esta despierto’ ¡Pero no!... Me llamaba en sueños. La habitación ya se veía más iluminada con la luz del amanecer, gracias a que el tiempo como mi buen enemigo en ese instante, avanzaba sin remedio. Lo mire y estaba sonriendo. Debí morderme el labio inferior para poder sobrellevar las ganas insoportables que me entraban de de darle un beso. Apreté los ojos para no ver nada, como en la típica escena que vivimos cuando somos pequeños y algo nos asusta. Cerré los ojos asustado de mis propias explosiones de sentimientos por todo mi cuerpo ‘Contrólate’ ‘Duerme, duerme’ “Te Odio maldito traidor entrometido” Dediqué esas palabras a mi corazón y no sé cómo fue posible pero me quede dormido…

Una Loca Historia De AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora