20.- El protagonista de esta historia

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-¿Debes estar bromeando no?- La miré entrecerrando mis ojos y esta chica, esta chica que se supone se moría de amor por Onodera, me dedico una mirada expresando cuan  en serio estaba hablando. Puso el cuaderno frente a mí y removió la pluma entre sus manos sonriendo con una pizca de suspicacia
-Hablo completamente en serio. Anda Takano, no será tan difícil
-¿Pero cómo puedo escribir algo que lleva mucho tiempo? Es mejor hablar las cosas, todo lo que siento, prefiero decírselo a la cara y no andar con esta clase de rodeos
-Ricchan está muy molesto, no quiere hablar contigo, así que es fácil. Tu leíste su diario y él tiene que leer el tuyo, vamos Takano escribe- Bufé un poco frustrado y arrebate la pluma de sus manos.
En realidad no fui capaz de avanzar la gran cosa, a mi simplemente no se me da esa ridiculez de escribir un diario, creo que avance como diez renglones y no sabía cómo seguir. Hacía extrañas muecas con mis labios. Ann me miraba con detenimiento y al parecer se desespero de verme sin hacer nada. Me arrebató la libreta y sin autorización leyó las primeras líneas. Agito la cabeza negando una y otra vez y sin contemplación alguna, arrancó la página
-¡No puedes empezar con algo como eso!
-¡Oye!... ¿Porque la arrancas?, había avanzado un poco- Me cruce de brazos y me negué a seguir escribiendo
-No puedes empezar una narración diciéndole que lo habías odiado toda tu vida ¿Qué clase de idea extraña pasa por tu cabeza?... Piensa un poco Takano, si realmente lo amas, deberías decirle lo que sientes, ¿Cómo fue que te enamoraste de él? ¿Cómo fue que llegaste a la conclusión de tus sentimientos? Todo eso
-Escucha, esto es imposible, a mi no se me da el escribir, ¿Por qué tengo que hacer un diario? ¿Por qué simplemente no le hago una carta y se la entregas?
-Porque se trata de que Ricchan sienta que tú le estas entregando tu privacidad
-No escribiré. Además tomará horas
-Son las 3 de la tarde, tienes mucho tiempo. Iré a comprar algo para tomar, vamos Takano inspírate. Ahora regreso- Ann tomo las llaves y me dejó solo. Nunca fui bueno escribiendo, puedo dibujar, puedo llegar a ser la persona más expresiva cuando hablo, pero escribiendo no puedo hacerlo. Así que respiré profundo y me obligue a escribir algo de inmediato. Busque en mis recuerdos, en mis sensaciones, en todo lo que Onodera me inspiraba. Miré a mi alrededor y cada espacio del departamento me lo recordaba, el sofá, la habitación, la cocina, el baño, todo ¡Todo! tenía la presencia de Onodera grabada. Por inercia las palabras comenzaron a venir a mi cabeza, empecé a escribir sin detenerme, no contaba la gran cosa, pero algo sobre mi familia y claro sobre mi infancia. Avance rápido escribiendo, incluso la letra me estaba saliendo un poco fea, pero no me detenía, una hoja y otra y otra. Hasta que escuché la puerta abrirse. Tal vez, Ann pensó en darme algo de espacio para que la inspiración pudiera llegarme de la manera correcta
-¿Cómo vas?- dijo sentándose frente a mi mientras abría la botella de agua que tenía entre sus manos
-Bien
-Son las 6 Takano
-¡¿Qué?!... ¿En qué momento avanzó el tiempo tan rápido?
-Takano- Su cuerpo adopto cierta rigidez y me miro sonrojada –Tu y Ricchan…bueno…- Hizo una ligera pausa y me habló en secreto, como si estuviéramos en un lugar publico y todo el mundo nos escuchará -¿Tú y Ricchan han tenido sexo?- Mi mano dejó de moverse la mire con los ojos bien abiertos, no estaba dispuesto a responder semejante pregunta ¿Qué le interesa?
-Escucha… Eso…
-Perdón…en serio perdón, no quería preguntar algo como eso, es solo que bueno mis amigas dicen que las personas cambian cuando tienen su primera vez y aunque Ricchan no es una chica yo noté algo muy distinto en él
-¿Algo distinto?
-Sí, ya sabes, como más sonriente, más…
-Entiendo- corté sus palabras y de inmediato cambié el tema -¿Cómo se supone que le daré esto si no quiere verme?
-Es obvio, irás a su casa y se lo entregarás. ¿Yo que sé? ahora las cosas dependen de ti Takano
-¿De qué hablas?
-Tengo que irme. Asegúrate de llevarle eso a Ricchan antes de que este dormido
-¿Te vas? ¿Qué no tienes que disculparte con él también?
-Yo hablaré con él luego. Ricchan no está enojado conmigo, yo lo sé- Salió del departamento con una sonrisa en los labios. Regrese de lleno a lo que estaba escribiendo, mi diario no puede ser tan largo como el de Onodera, no puede ser tanta información porque me tomaría una vida describir todo lo que siento y he sentido por él. Así que pondré solo lo más relevante y espero que de esa manera, Onodera pueda entender un poco de lo que pienso.
Pasadas algunas horas, miré el reloj que estaba en la pared y marcaba las 12 am, estiré los brazos para relajar un poco mi cuerpo y me sentí satisfecho con las cosas que había escrito. Salté de la silla y corrí a su departamento, aún se veía luz por la ventana. Asumí que estaba despierto, decidí  tocar el timbre y golpeaba la puerta al mismo tiempo
-¡¿Quién?!- Me preguntó desde adentro
-Sabes que soy yo. Abre la maldita puerta
-¡Te dije que se acabo! No tengo nada que hablar contigo
-No quiero hablar. Quiero darte algo, solo tómalo y me iré
-No abriré la puerta
-Es importante Onodera ¡Joder! Deja de comportarte tan inmaduro- Conocía que la palabra ‘Inmaduro’ Tenía un efecto sobre él, así que abrió un poco la puerta, aun dejando la pequeña cadena por dentro puesta y asomo su cabeza
-¡¿Qué demonios quieres?!
-Abre la puerta, déjame entrar
-¡Ya te dije que no!
-Toma
-¿Qué es esto?
-Tú solo encárgate de leerlo- Tomo la libreta con su mano, pensé que abriría la puerta, pero no, solo volvió a cerrarla
-¿No vas a dejarme entrar?
-¡Que no! Vete Takano
-No me iré ¿Lo escuchas? ¡No me iré!... Me quedaré aquí en la puerta
-Haz lo que se te dé la gana, no me interesa- Hablaba en serio cuando le dije eso. Me recargué en la puerta y me deslice por ella hasta sentarme en el piso. Me quedaría ahí y no me importaba si las personas me miraban raro. Estaba cansado en serio lo estaba, mis ojos se estaban cerrando y me estaba quedando dormido, luego en medio de mis sueños empecé a recordar la cantidad de cosas que le había escrito. Estaríamos iguales. Onodera iba leer cuan cursi podía llegar a ser.

>>> Cuando era niño y cumplí tres años, una buena familia me adopto y me sacó del orfanato en que estaba, ese lugar donde era uno de los niños más llorones, nunca recordé nada de mi familia real, todo lo que supe es que me dejaron en la puerta de ese orfanato. No me trataban mal, pero tampoco era la gran cosa. Con mi nueva familia, era agradable, me daban cariño y todas esas cosas, pero después de todo, lograron tener un hijo de su propia sangre, era tan obvio que lo preferían a él. En el jardín de niños conocí a un niño que realmente me desagradaba, tenía los mejores juguetes y el cariño de mi maestra “Onodera Ritsu” ¿Qué tenía ese niño que no tuviera yo? ¿Por qué los niños lo preferían? ¿Porqué mi maestra lo prefería?
Después lo seguí viendo en la primaria, su nombre siempre estaba sobre el mío en las listas de las mejores calificaciones, mis padres me regañaban por no ser el mejor, tenían una extraña obsesión con eso de tener al hijo del mejor promedio pero ¿ya qué?... Onodera Ritsu de nuevo me quitaba ese puesto, me arruinaba la vida y comenzaba a odiarlo.
En la secundaria, me quito a mi primera novia, esa chica apareció frente a mí y me dijo que se había enamorado de alguien más ¡Claro! De Onodera Ritsu…Ese nombre estaba ahí siempre, todos los días como si el destino siempre actuará en mi contra. Para colmo me lo topé en la preparatoria, de nuevo tenía que verlo y soportarlo. Su trabajo fue el mejor que él mío y una vez más me aplastaba como si nada.
Pensé que no lo volvería a ver, pero una vez más terminamos juntos, me fui dando cuenta de todos esos sentimientos que almacenaba dentro de mí, decía odiarlo hasta el cansancio, pero un beso fue lo que hizo que todo tomará claridad dentro de mí. Me obsesione más de lo que ya estaba, quería tocarlo, besarlo, conocer cosas de él, saber que le gustaba, que le disgustaba. No tenía manera de romper las barreras que yo mismo construí, así que pensé en acercarme a su amiga, así conocería más sobre él, así tendría los fundamentos para estar más próximos. No podía sacarlo de mi cabeza ni un segundo. Llegué a la conclusión de que en serio lo amaba <<<

Era imposible recordar todo lo que le había escrito, pero estaba bastante seguro de que en esas líneas había logrado expresar todo lo que sentía desde el día que lo conocí, desde que teníamos cuatro años. Estaba sumergido en mis recuerdos, trataba de organizar todo para saber que decirle cuando me diera la oportunidad de hablarle. Un golpe me despertó de pronto y regresé a la realidad. Onodera había abierto la puerta y yo caí de espaldas.
-¿Eres idiota? ¿En serio te quedaste dormido aquí?
-Onodera…- Me sobé el golpe y luego le sonreí levantándome del suelo
-¿Lo leíste?
-Sí- Se sonrojo, me invadieron las ganas de besarlo, pero estaba dando algo de tiempo a que le ambiente se relajará –Te recuerdo Takano- Al escuchar eso, cerré la puerta de su departamento, el eco de su voz era lo único que quería escuchar
-¿Eh? ¿En serio?
-Te recuerdo en la preparatoria, te sentabas muy cerca de mí…Yo no sabía que habíamos estado juntos tanto tiempo
-No importa
-Takano, en serio yo nunca hice cosas para molestarte, verás, las exigencias de mi familia…
-Lo sé- No pude más, lo envolví en mis brazos y aspire la fragancia hipnotizante de su cabello –Todo eso era una locura… Ahora dime algo Onodera ¿Quién ha sido el peor acosador entre los dos?- Sentí sus brazos corresponder mi acercamiento y sus manos aferradas en mi espalda me dieron toda la tranquilidad que necesitaba
-Tú por supuesto- Su aliento contra mi pecho al hablar, me aceleraba el corazón. Lo separé un poco solo para besar sus labios, un beso gentil y simple, pero que contrario a los besos lascivos, trasmitía muchas cosas
-¿Debería asumir que estoy perdonado?
-Claro que sí- Pronto estábamos en su cama, no hacíamos nada. Solo nos mirábamos a los ojos, el silencio era agradable, de esa manera podíamos perdernos en las sensaciones y hacer de cuenta que no existía nada más. Aparte el cabello de sus ojos y acaricié su mejilla
-Deberíamos conseguir un lugar donde vivir juntos
-¿Qué hay de malo con este departamento?
-¿Y qué hay del malo con él mío?
-El mío es más grande Takano
-¿Ves?... No llegaríamos a ningún acuerdo, es mejor que busquemos algo entre los dos, un lugar nuevo que sea nuestro espacio y no el tuyo o el mío
-Tienes razón- sonrió ligeramente –Takano ¿Tú quisieras salir conmigo?
-¡¿Ehhh?!
-Si ya sabes, ser una pareja oficialmente…Ya sé que es raro que diga una tontería como esta en este momento, pero…
-Shh- Cubrí sus labios con mis dedos y lo vi a los ojos –Yo te lo había pedido antes
-No es verdad
-Sí lo es, pero resulta que alguien es terrible con él alcohol y se quedo dormido
-Yo no me acuerdo
-Acepto…Acepto ser tu novio
-Yo no dije nov…- Lo calle con un beso en los labios y sentí el latido de su corazón en aumento
-Takano…Este fin de semana iré a casa de mis padres
-¡¿Otra vez?!- Me molesté, no me gusta tenerlo lejos cuando podemos pasar tiempo juntos
-¿Vendrías conmigo?
-¿En serio?
-Quiero que mis padres te conozcan, pero te pido tiempo, solo quiero que sepan que viviré contigo y les diré que eres mi amigo
-Lo entiendo, no debes presionarte con algo como eso. Estaré encantado de conocer a mis suegros
-¡Cállate!
-Oye pues eso son- Lo abrace de nuevo y me quede callado
-Takano
-Dime
-Bésame- Es increíble como una sola palabra pudo hacer que el equilibrio en mi se derrumbará, me estremecía por todos lados. Era asombroso que una sola palabra hiciera que mi respiración se quedará escondida en algún rincón de las vías respiratorias. Era extraordinario como una simple palabra me  sorprendía tanto como para abrir los ojos y darme cuenta de que Onodera me  entregaba sus labios.
Sonreí y los mire con detenimiento, tentadores y suaves como una pluma. Me  humedecí los míos con la lengua y toque los suyos con  un roce sutil que lo hizo suspirar y abrigué con mis labios su textura. Entreabrió su boca, permitiéndome entrar y abarcar más allá de lo que el cielo y la tierra pueden.  Comenzamos una danza lenta y complicada que fue intensificándose hasta volverse casi violenta, casi como si ambos quisiéramos arrebatarnos la respiración. Onodera jadeaba de vez en cuando en medio de una dura pelea y yo mordisqueaba con ansia sus labios.
Lo bese una, dos, tres veces. Tal vez lo bese más veces de la que puedo contar con los dedos. Mi lengua saboreo su paladar y se perdió en la dulzura de su aliento. Una batalla entre lo carnal y lo divino. Y nos seguimos besando sin perder tiempo. Nos besamos hasta que caímos dormidos. Solo eso, el sexo es parte de la vida en una pareja pero no es necesario expresar con el, algo que se puede dejar en claro con simples besos.
                                                                                  
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Estaba tan distraído, en los últimos días, Onodera y yo no la habíamos pasado buscando un lugar para rentar y vivir juntos, queríamos algo espacioso y agradable pero no lográbamos dar con nada que nos gustará a ambos, además mi sueldo no es tan bueno y yo me negaba a la idea de que él pagará la mayor parte, también habíamos tenido mucha tarea y apenas si nos daba tiempo de…bueno de estar juntos.
Era viernes y otra idea me tenía inquieto, revolvía la comida frente a mí sin probar ni un bocado cuando una hoja de papel formando un rollo me golpeo la cabeza.
-¡Masamune! ¿Por qué tan pensativo?- Kirishima se acomodó frente a mí y arqueando mis cejas le conteste con otra pregunta
-Mejor yo debería preguntar ¿Por qué tan feliz?
-¿Adivina de donde vengo?
-Ni idea- Mi amigo miro en ambas direcciones y me susurro al oído
-Lo hice con Yokozawa en el salón donde se reúne con los del consejo estudiantil
-¡¿Pero qué carajos?!...Ustedes ya viven juntos ¿Podrías al menos controlarte en la escuela?
-¿Ah?...Él es el que me provoca, además te lo dije… A veces uno tiene fantasías. ¿O me vas a decir que tú no tienes?
-No pienso hablar contigo de eso- Es definitivo, este tipo nunca cambiará, es un desvergonzado ¡Un maldito pervertido!
-Entonces ¿Por qué tan pensativo?
-Conoceré a los padres de Onodera
-¿Cuándo?... Hoy viajamos a su casa después de las clases
-Wow… Pues suerte pero en serio ¿Eso te tiene nervioso? ¡Ja Ja Ja!... Es fácil, solo puedes aparecerte ahí y decirles ‘Señores…me tire a su hijo’
-¡Basta!- Odiaba sus burlas y absurdos chistes que no me causaban la menor gracia, pero admito que me daban ganas de reír –Nunca diría algo que incomode a Onodera
-Que aburrido
-Y entonces ¿Cómo te va con Yokozawa?
-¡Excelente!... Lo amo, me ama, hablamos, hacemos cosas juntos y lo más genial lo dejo a tu imaginación
-Estás loco, no sé como Yokozawa te soporta
-Estaba pensando que deberías venir a visitarnos algún día
-Sí, algún día- Sonreí

******
La entrada de su casa era asombrosa, era una mansión digna de admiración, en verdad Onodera era un niño rico, soltó mi mano cuando vio a la empleada acercándose para abrirnos, entramos y en la sala y solo había muebles blancos, demasiada limpieza para mí. Su padre al parecer no estaba pero su mamá empezó a bajar las escaleras, vestía un traje muy elegante, su cabello era castaño como el de Onodera y sus ojos de un verde más claro, menos brillante que el verde de los ojos de su hijo.
-Hijo...Menos mal que estas aquí, hay conferencia en tres horas, por favor prepárate
-Si mamá gracias estoy bien- El ambiente era muy extraño, su mamá solo le dio un beso en la mejilla
-Mamá, el es Takano, el chico con el que voy a vivir
-Mucho gusto- La saludé
Fuimos a una conferencia donde estaban llenos de abogados, todos los presentes se saludaban entre sí y mostraban a sus hijos como los mejores trofeos, presumiendo esto o aquello. Creo que una de las razones por las que Onodera me invitó, fue para que conociera un poco más de él. Juro que nunca entenderé las extrañas costumbres en la sociedad, me sentía de más y quería irme, Quería tomar la mano de Onodera y sacarlo de ahí pero sería una tontería, así que soporte el asunto hasta que terminamos en su casa ya dada la noche.
Sus padres eran serios y me miraban extrañados mientras cenábamos juntos en una elegante mesa.
-¿Así que planean vivir juntos?- Me atragante un poco con la comida y como si Onodera leyera mis miedos, respondió a la pregunta de su padre
-Ya te lo había dicho papá
-¡Sí!... Onodera y yo compartiremos gastos, les aseguro que cuidaré de su hijo- Onodera me miro, sus orejas se habían puesto tan rojas que me arrepentí de haber dicho esa tontería. Parecía un chico pidiendo la mano de su novia –Es decir…sí viviremos juntos- Me acerque a Onodera y le hable bajito –Me miran demasiado
-¿Podrías calmarte?
-Entonces ¿En que trabajas?- Me pregunto ahora su mamá
-En un restaurante como mesero
-¿A qué universidad vas?- Ahora su padre ¡Diablos! ¿Me estaban evaluando o que carajos?
-Voy a la universidad de artes…Soy muy bueno en el dibujo
-Vaya carrera…No confió demasiado en que los artistas lleguen a algún lado con solo dibujar, pintar o hacer música, hay que hacer cosas mejores, como mi hijo que seguirá mis pasos y me superará como abogado- Lo admito su papá en serio que cae mal, vaya señor tan más odioso
-¡Papá!.. Deja de criticar- Le dijo Onodera
-¿Y cuánto te pagan al mes Takano?- Estaba por formular la respuesta a la pregunta de su madre pero Onodera se levantó estrepitosamente de la silla y me tomó por el brazo
-Si nos disculpan estamos algo cansados por el viaje. Además ya terminamos. ¡Vamos Takano!- Mis ojos se abrieron como pequeños platos y le seguí el paso, entramos a su habitación y me dejé caer en la cama. “Una cama muy grande para una sola persona”
-Ahh- Suspire –Tus padres dan miedo
-Me disculpo por eso…No hagas caso a sus comentarios- Desviaba la mirada y sus orejas más rojas que antes me hicieron pensar en lo incomodo que se sentía. Así que traté de aligerar las cosas y me levanté mirando su repisa, vi un álbum de fotografías que de inmediato atrajo mi atención
-¿Puedo ver esto?
-Adelante- Abrí el álbum y encontré fotografías de Onodera cuando se había graduado de la preparatoria, recordaba perfecto su rostro de aquel entonces, me encantaba verlo sonreír en las fotografías. Ahora entiendo mi obsesión con aquella imagen donde tenía once años
-¿Sabes Takano?... Nunca traje un amigo aquí, pensé que mis padres se comportarían diferente pero ser la primera vez que traía a alguien a casa. Me disculpo por lo odiosos que pueden llegar a ser- ¿Disculparse? ¿Por qué? Decidí ignorar el asunto, no me interesaba lo que sus padres dijeran
-Veo estas fotografías y me doy cuenta de cuánto te amaba desde esos días
-No digas esas cosas tan de repente- Se sonrojo y me di la vuelta para regresar el álbum de fotografías a su lugar
-¿Por qué no?...- Mis palabras se cortaron cuando Onodera me abrazo por la espalda y sentí su cálido aliento contra mi cuello
-¡Te amo!- Ahora yo me sentí raro, me lo dijo tan repentinamente que ni siquiera lo esperaba
-¿Qué estás diciendo ahora?
-Es la verdad ¡Te amo!- Eso sí que me hacía perder el control. Comencé a devorar sus labios y caímos en la cama
-Hmm..ngh..Takano…-Fue todo lo que alcanzó a decir
-¿Qué?
-Las luces, apágalas- Yo solo había pensado en besarlo, pero normalmente cuando Onodera me decía que apagará las luces era por ‘Algo más’
-¿Estás seguro?
-Mis padres nunca vienen a mi habitación y los sirvientes a esta hora, no ponen un pie por aquí tampoco- No lo pensé más, me levanté de la cama y apagué las luces, me gustaba la iluminación que la luna nos brindaba. Me recosté sobre él y besé su cuello
-Creo que debería gritarle a tus padres que te amo y pedirles tu mano
-¿Qué?... ¿Pero qué estás diciendo?
-Solo bromeaba- Onodera se sentó en la cama y tomo mi rostro con ambas manos
-Quizá algún día Takano. Ahora es seguro que estamos juntos y quién sabe, podríamos decirles algún día
-Onodera ¿Por qué no les dices que quieres estudiar para doctor?- Sonrió –Se los diré para que veas cómo reaccionan, pero ahora parece que alguien está perdiendo demasiado tiempo. Me beso de nuevo y mis ojos se cerraron, embriagado por la sensación me sentí mejor que nunca.
-Onodera…-empecé a llamarlo, con los ojos cerrados, pero no pude resistir mucho tiempo. Sus manos, ahora cálidas y suaves, se deslizaron hasta mi abdomen. Contuve mi respiración. Sus finos dedos tenían un efecto casi venenoso sobre mi piel. Una sola caricia era necesaria para que mi cuerpo empezara a encenderse, a olvidar la tortura de su lejanía. Esto está mal, ser tan adicto a alguien es algo enfermizo, pero tengo la loca idea de que él se siente igual. Trazó líneas curiosas hasta alcanzar el cinto elástico de mi ropa interior, y halarlo gentilmente hacia abajo. Como solía pasar nos despojamos de la ropa lanzándola a cualquier parte entre besos y caricias.
Sentí su respiración acercándose a mi cuello. Pensé por un momento que me besaría, pero su aliento recorrió poco a poco el camino que bajaba por mi pecho, sobre mi abdomen. Mis manos, cerradas en puños a mis costados, empezaron a temblar con anticipación, la fuerza se fue de ellas, y mis dedos se estiraron de nuevo, con un deseo animal de tocar, explorar. Otro sonido me dejó saber que Onodera estaba comenzando a excitarse demasiado, he aprendido a reconocer el ritmo de su respiración cuando eso pasa. Quería que me guiara, quería sentir que él era quien me hacía el amor. Me tomó por las mejillas y con sutileza me haló hacia el frente, para besar mis labios. Acto seguido, descendió peligrosamente hasta llegar a mí entrepierna para comenzar a masajear mi erección. De nuevo, su aliento, respiraba con ansias y de repente me encontré tan al tanto de sus labios, del pequeño sonido húmedo que se desprendía de ellos mientras Onodera me masturbaba e intentaba apartar su mirada de la mía. Abrí los ojos. Tomé a Onodera por el mentón, y él alzó la mirada por un solo momento en el que nuestros ojos se encontraron -¿Me amas?
-Te lo dije
-Hazlo de nuevo
-Te amo- Esta vez enrede mis dedos en sus mechones castaños y lo besé arrancándole la ropa interior para tocarlo yo también, quería sentir su erección creciendo en mi manos, mientras el sonido de sus jadeos un tanto reprimido chocaba contra mis oídos. Aferré mis manos a sus caderas y Onodera encontró mi pecho con sus labios, era la primera vez que me lamía de esa forma. Beso la piel sobre mi corazón  con hambre mientras la sutil ráfaga de viento que entraba por la ventana entreabierta nos acariciaba a ambos y el sudor comenzaba a empapar nuestros cuerpos.

Acaricie su miembro tomando el mando e hice que su erección se rozará contra la mía. Onodera se despegó de mi cuello y soltó un gemido, seguido de un sonido gutural casi desconocido para mí Buscó apoyo sobre mis hombros y se dejó tocar, respiraba agitado en mi oído y me relamí los labios ansiando ir más allá de lo que hacíamos. Mordí mis labios –Mírame- Le susurré sin detener la labor de mis manos. Onodera puso su rostro frente al mío y entreabrió sus ojos lo suficiente como para verme. Mis labios chocaron con los suyos, y su lengua ardía como si fuera una llama viva dentro de su boca. No paró de moverse respondiendo al beso, jugueteó con mi cabello mientras nos besábamos, y pronto el espacio se nos hizo insuficiente. La fricción caliente de nuestras erecciones nos hizo alcanzar el orgasmo, respiramos agitados y me perdía en el brillo de sus ojos radiantes en la obscuridad, no me disgustaba la posición, pero aún así decidí modificarla, lo recosté, de pronto e hice que cayera de espaldas sobre el colchón. Posicione mis rodillas a sus costados, sus manos rodearon mi cuello e hizo que me inclinara para besarme de nuevo, su lengua exigiendo acceso a mi boca con autoridad, robándome el aliento. Mis labios se curvaron en una sonrisa. Tomé las caderas de Onodera hundiendo mis dedos en su piel, pareció entender el mensaje, abrió las piernas y nuestra cercanía aumento de forma significativa. Descendí con lamidas desde su pecho hasta sus muslos y cuando llegue a su erección, recorrí la base en un amplio movimiento de lengua, y subí por su extensión, dejando un trazo húmedo. Onodera gimió, hundió sus manos en las sabanas respirando hondo y sosteniendo el aire con anticipación. Era obvio que luchaba con todo por contener su voz, a pesar de asegurar que sus padres no iban por ahí, yo podía leer en sus ojos el temor a ser descubierto Llegué a la punta, la besé, y me asistí de una mano para rodear todo el miembro y masturbar vigorosamente, al tiempo que recorría mis labios con mi lengua. Onodera gruñó, sus talones se clavaron sobre la cama, y sus caderas se elevaban poco a poco hacia mí, pidiéndome más del veneno que había empezado a administrarle. Me llevé la otra mano a la boca e introduje dos dedos en ella, empapándolos con mi saliva, mezclada con la de Onodera luego de varios besos lascivos. Él mordía sus labios, ambas de sus manos estaban extendidas hacia sus costados. Le ofrecí una pequeña sonrisa de lado mientras introducía un tercer dedo en mi boca, y mi otra mano aceleraba el ritmo al masturbarlo.
-Dios, Takano- dijo al fin, entre pujidos y suspiros -No sigas con eso…
-¿No? - alcé una ceja entretenido. Mis manos se detuvieron y Onodera soltó todo el aire -¿Qué no siga? Pues, me la pones difícil, pero si tú lo dices…
-Espera…- Gimió, luchando entre las sabanas para erguirse. Sentado frente a mí, tan cerca de mis manos, todo su cuerpo se estremecía en pequeños espasmos salvajes. Sus ojos, cubiertos por una niebla seductora, me rogaban de la misma manera que sus caderas -Takano, olvida lo que dije…no puedes dejarme así…- Continuó, tropezando con las palabras. Una mano suya se escurrió entre mi cabello, sujetándose de él para mantenerse erguido, mientras otra encontraba el camino hasta mi miembro, lo tomaba con hambre y pretendía masturbarme de nuevo
-Hey, hey- dije, tomándolo por la muñeca y llevándola hasta mis labios, donde lamí el delgado hilo húmedo y blancuzco que se había derramado sobre su palma -Se dice ‘Por favor’- No era mi intención molestarle, pero no está de más, tratar de darle toques divertidos al momento del sexo en nuestra relación. Su agarre de mi cabello se intensificó, y el dolor me resultó excitante de una manera que no me habría podido imaginar antes -Por favor- Dijo él, en un susurro, y pronto mis dedos estaban silenciándolo, siendo devorados lascivamente, enviando una indirecta que entendí a la perfección.
Me incliné sobre su cadera, y con mi otra mano rodeé la base de su miembro al tiempo que lo introducía en mi boca, lamía, gemía, gruñía y masturbaba a la vez. Onodera haló de mi cabello, forzándome a bajar más, a tomarlo dentro hasta que no podía más. El aire me llegaba en intervalos desiguales, sus dientes mordisqueaban mis dedos cada vez que mis labios se cerraban alrededor de su erección. Manejaba mi cabeza a su antojo, marcando el ritmo que más lo satisfacía, y no encontré motivo en mí como para oponerme.
Onodera estaba cerca. Podía sentirlo. Lo sentía en mi boca, en los jadeos sobre mis dedos, e incluso en mi propia erección palpitando dolorosamente entre mis piernas. Alcé la cabeza con fuerza para liberarme de su agarre, y Onodera gruñó de nuevo, hundió los pies sobre la cama, dobló sus rodillas y se inclinó hacia atrás, liberando mis dedos de entre sus labios. Alzó sus caderas en el aire, donde, en un movimiento rápido, las tomé. Me acerqué más, lo posicioné sus mis muslos y deslicé mis dedos alrededor de su entrada, al tiempo que mi otra mano preparaba mi propio sexo.
-Takano, Takano- repetía él, sus rodillas debilitándose, su voz ronca, gutural –Esto es demasiado Takano…
Introduje un dedo en su entrada, y poco después un segundo dígito. Onodera podría manejarlo. Tomó aire y se movió un poco, acomodándose a la invasión, recibiéndome con gratitud, exigiéndome más. Lo preparé aún sabiendo que su cuerpo estaba acostumbrado al mío, en realidad solo lo hice para darle un mayor placer, placer que al mismo tiempo, nublaba mi pensamiento racional. Onodera me tomaba, cada vez más adentro; los músculos se tensaban alrededor de mis dedos como queriendo aprisionarme, y al añadir un tercer dedo, Onodera no pudo seguir respirando normalmente, vi como su pecho se alzaba y descendía con jadeos violentos.
-Me excita cuando respiras así -dije, mordiéndome los labios
Onodera soltó un resoplido de exasperación. –No digas esas cosas- Masculló entre dientes. Giró su rostro de golpe y me dijo lo que sabía que deseaba –Solo hazlo de una vez- Sonreí. Aunque no me lo esperaba, Onodera hizo lo mismo. –Hoy quiero que estés arriba…—empecé, levantándolo, presionando suavemente sobre su entrada -Muévete…
Onodera alzó sus piernas, y me rodeó con ellas a la vez que yo me introduje en él, siendo recibido por un calor que había empezado a extrañar. Gruñimos a la vez. Él volteaba la cabeza de un lado a otro, buscando comodidad. Se movía lenta y placenteramente, forzándome a adentrarme más, cada vez más, hasta estar completamente dentro y sentir cada palpitación del interior de su cuerpo, su respiración me excitaba y mi sudor se deslizaba por mi pecho, y por mi espalda.
Había fricción en todas partes: en la manera en que el interior de Onodera se hacía de mí cuando me deslizaba hacia afuera para volver a embestir, en cómo él casi rasgaba las sábanas, en sus muslos desesperados apretándome las caderas, mis rodillas ardiendo como fuego sobre la cama con el impulso de cada penetración. Podía sentir cada pulgada de mi piel involucrada en el sexo, y era maravilloso. Onodera ya ni siquiera respiraba, daba bocanadas de aire que eran cortadas por sus gemidos extasiados, tragaba duro y recibía mis embestidas al ritmo que empezábamos a marcar.
Pronto, sus piernas no pudieron sostenerse a mi cadera así que volví a recostarlo. La fuerza se escapó de sus muslos y sus pies entrelazados se soltaron. Solté sus caderas en plena penetración y tomé sus muslos, rodeando cada uno con un brazo, tomé aire y halé de ellos, alzándolo más en el aire. Se ayudó de sus codos para detener su torso en posición, y pujaba con la boca abierta cada vez que arremetía en ese nuevo ángulo.
Sentí mis brazos entumecerse. Mis caderas ardían, mis rodillas enflaquecían, había perdido control sobre mis manos, y Onodera se había reducido a un cuerpo dominado por espasmos repentinos, pequeños gritos de placer y suspiros ahogados. Solté una de sus piernas y me aferré de la otra con la poca fuerza que me quedaba. Onodera se removió entre las sábanas, se irguió como pudo y abrió los ojos, enrojecidos y llorosos, para verme, sabiendo que no tardaríamos en terminar.
Me corrí primero, tomando su muslo y hundiendo mis dedos en la carne. Arrastré mis uñas por su piel caliente y Onodera soltó un quejido justo antes de que sus caderas se detuvieran y recibieran mis embestidas finales, y luego su abdomen estaba cubierto por su propio semen. Sentí su calor  y el mío mezclarse en uno solo muy dentro de él. Nuestras voces se perdieron entre ese placer ensordecedor del clímax, y cuando volvimos a estar conscientes de nuestros cuerpos, eran casi como pesos muertos que rodeaban nuestros corazones, palpitando acelerados.
Salí de él con un esfuerzo. Caí de costado a su lado. Halé las sábanas que se habían arremolinado para cubrir nuestros cuerpos. Coordiné mis dedos para acariciar su rostro y luego besar sus labios -Estoy feliz de haberlo hecho en tu habitación- Le dije cuando recuperé el aliento
Se encogió de hombros –Es la última vez que lo hacemos aquí
-Sí, como digas- Bese su frente y nos abrazamos hasta que nos quedamos dormidos

*****
El fin de semana más extraño había terminado de manera ¿Agradable? Sí es que se le puede llamar así, Onodera le dijo a sus padres sobre la posibilidad de dejar la abogacía y estudiar medicina, su padre descarto la idea de inmediato pero su madre fue más flexible, lo miro con algo de complicidad y antes de que dejáramos la casa le dijo que hiciera lo que él pensará conveniente.
Hable con él al respecto, me dijo que había tomado interés por las leyes, terminaría la carrera y no importaba el tiempo que le llevará, algún día estudiaría medicina así fuera un anciano. Todo iba bien entre nosotros, pasábamos más tiempo en mi departamento que en el suyo. Pero una tarde decidimos ir en búsqueda de algunos departamentos, encontramos uno ubicado en una buena zona, era grande, pero la cuota era muy accesible, entramos y a Onodera pareció agradarle
-Este es perfecto- Dije lleno de convicción. Y lo besé sin mayor explicación
-¿Sabes?... Creo que es demasiado grande
-¿Y?
-¿Para qué quieres tanto espacio?
-Para hacerte el amor en cada rincón por supuesto- Busque sus labios una vez más pero me empujo un poco
-¡Dios! Takano ¿Qué no te cansa tanta cursilería?
-A mi no ¿Y a ti?
-No realmente- Atrapé sus labios con los míos, era la escena perfecta, era el lugar perfecto para vivir juntos. Todo era perfecto

Aún hay días en los que me pregunto cómo pude ser tan ciego y no darme cuenta de todo lo que Onodera me hacía sentir, odiar tanto a una persona para después amarla con la misma intensidad. No había duda de que él amor podía llegar a ser más poderoso que un sentimiento negativo.
Cuando comencé a contar esta historia decía: ‘Lo había odiado toda mi vida’ Pero que equivocado estaba, la frase correcta sería ‘Lo había amado toda mi vida’ Era el tipo de persona que me movía el piso, que me hacía estremecer con una mirada o una pequeña caricia, era el tipo de persona que siempre esperé que entrará en mi vida y me hiciera descubrir todo lo que era capaz de sentir.
Onodera Ritsu será por siempre el protagonista de mi loca historia de amor.

~Fin~

HOLA! Que tal jeje... Si si me e tardado en actualizar pero las vacaciones empiezan y con ellas nuevas historias... Cabe mencionar que la autora de esta historía (ROMINA FUJOSHI) es en verdad increíble y si quieres leer más de sus fabulosos fics al final del siguiente cap les dejaré el Link de la página donde podrán hacerlo

Sin más que decir me despido... Bye-be!!!

Una Loca Historia De AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora