El orfanato no era un lugar para dormir. Alice tenia su propia habitación, por ser la mano derecha del doctor, y, por edad. Las habitaciones de los niños, eran un estropicio. Literas con mantas totalmente sin ningun orden, juguetes y libros en el suelo, armarios de madera oscura, no por el tipo de árbol, sino por humedad. Las paredes pintadas, papeles desperdigados con sus ceras de carbón respectivas. Y más humedades...muchas más marcas de agua. Los niños y niñas que dormían, lo veían acojedor, ya que no tenían ninguna otra casa. Todos los niños tenían un cartel colgando del cuello, en el que ponía un número. Era un letrero, y se utilizaba para que Bumby pudiera dar cita a su consulta más facilmente. Había muchos niños, por eso existían esas letreros. Pero, sin embargo, otra razón era que algunos niños, no recuerdan su nombre, no quieren recordarlo o simplemente, no tienen.
Alice se encontraba en la planta superior. Bajó por las escaleras para poder recoger dinero en su habitación, porque tenía que comprar las píldoras que la habían mandado ir. Fue a su armario, y de la parte de abajo, abrió una pequeña caja que tenía de pequeña. Era una caja de musica. Su melodía la había estado persiguiendola toda su vida. Era una canción que estaba grabada en su cabeza, para el resto de sus días. Saco unas monedas de la caja, y se las llevó al bolsillo de su delantal gris. Al cerrar el armario, miró por un momento esos extraños dibujos de la pared, que para Alice era de lo más normal. Algunos eran animales o hombres alargados y altos con el mismo sombrero. Alguno era de su conejo de peluche que tenía en el orfanato. Otro era de un, un extraño gato, algo deformado. A la izquierda de todos estos dibujos, tenía una pintura de su familia. Ahi estaban, plasmados en la pintura tan realista. Su padre, su madre y Lizzie, su hermana. Salió fuera de su habitación, atravesó el comedor-hall lleno de juguetes por el suelo, y se dirigió a la calle.
Para ir a la Plaza Mayor, tenía que irse por la derecha nada más salir del orfanato, pero había obras, estaban haciendo una linea de tren subterráneo. Ya llevaban meses en el proyecto, y esta a punto de acabar. Aún así, no se podía pasar. Así que tenía que dar un rodeo a un par de manzanas, para dar alcance a su destino. Tenía que pasar por el gran mercado. Era el mayor mercado de la ciudad, además de ser el más caro. Allí se encontraban personas de la alta sociedad. Era difícil ver, por alguna razón, algún mendigo o prostituta por aquel lugar. No había mucha gente, y era normal, durante los últimos años, la industria era de lo único que se hablaba.
Alice atravesó la primera parte del mercado. De repente, en su camino se cruzó un bonito gato blanco. Aquel gato, maulló profundamente y alargadamente.
-¡Hola minino! !Misi, misi, misi! -le decía Alice al gato -No temas.
Aún así, el gato empezó a andar con elegancia y a trote por una callejuela. El gato, aunque era bello, estaba flaco de no comer su pescado. Era un gato callejero, pero que no perdía su soltura.
Alice, encantado por su nuevo amigo, la persiguió. Se alejó del mercado, y atravesó los barrios donde la violencia y el crimen se respiraba. Violentos, alcólicos, vagabungos, prostitutas...como si fuera "La Sirena Mutilada". Siguió persiguiendo el gato. Cruzó de nuevo y una vez más otra esquina de otra calle. Alice la dobló. Siguió recto por la callejuela. De repente, se percató de que ya, no veía el gato blanco. Además, vió que cada vez las sombras eran más intensas. Aminoró su trote, y se paró en una plazuela sin vida y sin dueño. Ni siquiera era plazuela. Miro a los alrededores. Vacio. "¿Dónde se ha metido ese gato?"
De pronto, un ruido, un rugido. Como de un león, pero algo más grave, se giró, para ver que era. Su primera impresión fue, horrorosa. Se llevó sus manos a la boca. Delante de ella, había una persona, con sus brazos extendidos, como los de un muerto viviente, con la cabeza de una hormiga, o una especie de bicho con antenas. Dió unos pasos lentamente atrás, chocó con algo, era otro monstruo de esos. Miró a los lados, había más. El pánico le aterraba. Cada vez esas criaturas espantosas, se acercaban más a ella. Estaban a dos pasos de ella. No veía ninguna escapatoria. Estaban a su lado ya. Alice cerró los ojos, mostrando su propuesta de rendición, cuando de repente una mano le tocó el hombro. Alice se sobresaltó aterrada.
-¡Ah, por mi célebre liguero, Alice Liddle! ¿Otra vez por los barrios bajos?
-Enfermera Witless-respiró aliviada-¡Que suerte! Dos veces en unos meses...
-¿Has salido sola? Pareces agotada, querida. ¿Te encuentras bien?
Alice miraba a todas partes, ¿y esas criaturas? ¿De dónde habían salido y qué eran?
-En realidad no.
-Ven a casa querida, a ver a mis palomas. Son unas aves hermosas, como tú...
-Mejor no. Mi última visita me costó varias libras y no conseguí nada.
-Puede que recuerde donde acabó tu conejo raído.
Claro que lo recordaba. Pero necesitaba un donativo para gastarlo en bebida. A pesar de su edad, es alcólica, y muy tacaña. Había estado asistiendo a Alice desde que llegó, pero pensaba que los métodos de curación de su locura que la daban en el psiquiátrico Rutledge eran pésimos, y la volvían más loca. Y pensaba también que Bumby no la ayudará tampoco. Se preguntaba, ¿quién la ayudaba tanto durante su vida de locura? ¿Quién la llevó a casa de Bumby? Ella, por supuesto, y, a cambio, pedía dinero por sus servicios. Pero no solo por esa razón: según su oido de anciana, la había oido decir: "Todos muertos por mi culpa, no he podido salvarlos". Le ha dicho que su silencio es...barato.
"¡Yo soy la única que la ayuda! Merezco un respeto, ¿no creeis? ¡No como esa niñera arrogante, o el idiota del abogado que se llevó su estúpido conejo! Ya le he dicho que si no me da lo que me merezco, mi bonita voz lo soltará tan rápido con ardió su casa. ¿Te gustan mis palomas?"
Witless se alejó de Alice en cuanto le dejó la invitación de irse a su casa, o a su jaulerio de palomas. Alice no tenía otra opción. Witless la tenía acorralada contra ella. No era tanto para preocuparse. "¿Quién se fía de alguien que es amigo de una botella?". Pero aún así, no había que arriesgarse. Se alejó de la plazuela, y se situó otra vez en el mercado, pero esta vez, iba a la cárcel de palomas. "Pobres criaturas. Cojidas de las calles para ser inspecionadas y alejarlas de toda libertad".
Mientras pensaba eso, ya estaba enfrente del edificio.
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Alice y El Regreso de La Locura (Alice: Madness Returns)
Mystery / Thriller"¡Mi Pais de las Maravillas devastado! ¡Mi mente está destrozada!" Del cuento original de Alicia, viene su continuación maligna, terrorifica y llena de locura y misterio.