~Capítulo 3~

13 3 0
                                    

Llegó la mañana siguiente, Andrea abrió los ojos, una cegadora luz traspasaba el cristal de las ventanas, Andrea se levantó vagamente de la cama y comenzó a andar, entró al baño de su habitación, se lavó la cara para terminar de despertarse y se peinó el pelo; salió del baño e hizo la cama, miró el reloj que había en la mesilla, eran las nueve y media, abrió la doble puerta blanca y dorada y salió a la terraza, hacía frío, pero el calor que transmitían los rayos del sol era suficiente como para no terminar de notarlo, en el jardín la fuente de mármol lanzaba agua de aquí para allá formando figuras preciosas que daban una sensación mágica, las farolas de la calle estaban apagadas y ningún coche se acercaba a la casa. Llegaron las Díez menos cuarto y Andrea salía de su habitación, caminaba por el silencioso pasillo mientras que se fijaba en cada detalle, aquella puerta diferente al resto ya no estaba, quizás había sido su imaginación o un sueño ya que era tarde y estaba muy cansada, siguió andando y llegó a las escaleras, anduvo hasta al comedor donde se sentó en una mesa grande y desayunó tranquilamente.
La mañana fue normal, Andrea no se cruzó con su padre desde el comienzo del día lo que la hizo recordar que no sabía cuál era el dormitorio de su padre, cruzó el salón hasta llegar a una gran cocina con electrodomésticos modernos, en ella había un mujer, de unos 50 años aproximadamente, que trabajaba en La Cocina y en ese momento estaba pelando patatas, al oír los pasos de la niña se giró.
-Andrea, ¿Qué tal? Creo que no he tenido el placer de presentarme, soy Lola, la cocinera-
-Hola, ¿Has visto a mi padre esta mañana?-
-Andrea, si tu padre está trabajando, ya sabes que no llega hasta la hora de comer cariño-
Andrea miró extrañada a Lola y respondió.
-A si si claro su trabajo, a la hora de comer, si. -
Lo cierto es que Andrea no sabía nada sobre su trabajo, Fernando debía de haberse olvidado de explicarle los horarios.
Aprovechando el tiempo libre, Andrea salió a la terraza y observó a su alrededor, de pronto se le ocurrió la mejor idea para pasar el tiempo, bajó rápidamente los escaleras, cruzó velozmente el gran salón y entró en La Cocina.
-Lo..Lola, ¿sa... bes.. donde ..... puede haber .. muebles viejos... que pueda utilizar..zar..?- Preguntó Andrea entre bocanadas de aire.
- Es que se me ha ocurrido que podría remodelarlos y utilizarlos para decorar la terraza de mi cuarto, por ejemplo, podría poner unas sillas y unas mesas que me sirvan para tomar algo fuera si no hace mucho frío.-
Siguió Andrea ya recuperada.
-prueba en el desván, allí hace años que no subo, pero creo que siguen ahí los antiguos muebles de la casa, es una buena idea que los reutilices, allí solo están cogiendo polvo; el desván está arriba del todo, tú solamente sube, primera puerta de la derecha es fácil de reconocer, ya verás-
André subió velozmente entusiasmada por su proyecto los escalones de dos en dos hasta llegar a la última planta, hay estaba, como había dicho Lola, primera puerta a la derecha, había un cartel que indicaba DESVÁN.
Dentro había cantidad de muebles viejos llenos de polvo y cajas de encalar hechas de cartón, algunas cerradas con cinta aislante, y otras abiertas llenas de figuras y adornos antiguos; nada de eso era lo que Andrea iba buscando exactamente, apartó unas cajas con el fin de encontrar algo que se ajustase más a lo que buscaba y vio algo plateado... ¡Un pomo! ¿Era ese el pomo de la puerta granate diferente al resto del pasillo? Ansiosa siguió apartando cajas, sillas y muebles de todo tipo hasta dejar al descubierto lo que buscaba, en ese instante aclaró sus dudas; allí estaba, frente a ella estaba LA PUERTA GRANATE.
Lentamente y algo asustada Andrea colocó la mano sobre el pomo y lo giró, ^CLIC^ sonó en la cerradura, esta vez no estaba cerrada, la empujó y la abrió lentamente sin poder ver con claridad el interior debido a la luz blanca procedente del interior de esta.

VacíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora