Persecución

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Salí corriendo escaleras abajo tras escuchar aquellas palabras, un sudor frío me recorría el cuerpo. No me podía creer que algo así me estuviera pasando a mí.

A mis espaldas escuchaba como el asesino había empezado a correr también, en pos de atraparme. Tenía que pensar algo rápido y de pronto caí que en la conserjería había un teléfono que usaban los conserjes para comunicarse con los padres de los alumnos cuando era necesario, esa podía ser mi salvación.

Pasé al lado de la puerta de entrada, la cual seguía cerrada a cal y canto, y me metí en la conserjería. Cerré la puerta tras de mí con cerrojo y puse todo lo que pude delante de la misma a modo de barricada, aunque fue en vano. La pequeña ventana por la que los conserjes se asomaban para atender a los que lo requerían durante su jornada estalló en mil pedazos y el asesino empezó a emerger por ella.

- Que divertido, que divertido.- Balbuceaba sin perder esa fría sonrisa de su rostro.

Se le habían clavado varios trocitos de cristal en el cuerpo pero parecía no importarle mucho. Se incorporó en la habitación y empezó a dar hachazos a diestro y siniestro, los que de algún modo conseguí evadir de una forma milagrosa, salvo por uno que consiguió darme en el hombro izquierdo. Mi sangre empezó a decorar mi ropa y el suelo de la habitación, grité y me desplomé en el suelo por el dolor, nunca había sentido uno así de fuerte en mi vida.

El asesino se colocó sobre mí y levantó el hacha de nuevo, observé cómo se le escapaba un hilito de saliva de la boca, estaba perdido.

Un Asesino En El InstitutoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora