No podía perder más tiempo, me levanté y salí del aula en dirección a la cocina. Cada vez estaba más mareado, incluso me sorprendía el que me pudiera mantener medianamente en pie con tales heridas.
Entré y cerré la puerta tras de mí con cerrojo incluido, entonces cualquier atisbo de salvación se esfumó: las ventanas estaban tapiadas, esa cosa se había asegurado de que no escapara de ninguna manera.
Empezaron a oírse fuertes golpes en la puerta, ese ser estaba al otro lado arañándola y golpeándola en mi busca, estaba perdido. Caí al suelo y contemplé el techo, no tenía salvación, eso entraría y me haría cualquier barbaridad que le diera en gana, hasta estar satisfecho y acabar con mi vida de una forma cruel.
Sin embargo, ya que iba a morir si o si, al menos no lo haría solo. Me levanté una última vez y prendí el gas, dejando que llenara toda la estancia.
Cogí una caja de cerillas que estaba tirada por ahí y saqué una, esperando al momento idóneo. La puerta empezaba a resquebrajarse.Al final cedió ante la fuerza de aquella cosa y cayó al suelo. Ciego y herido ese ser entró en busca de su juguete, se abalanzó sobre mi con una agilidad fuera de lo normal pero para su desgracia, no lo suficientemente rápido.
- Fin del juego- prendí la cerilla y un resplandor blanco nos envolvió a los dos.
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Un Asesino En El Instituto
HororHabía tenido que volver por la tarde a por unos apuntes que se me habían olvidado en el instituto, pero no sabía que iba a vivir la peor pesadilla de mi vida.