Yo te protegeré, así que nadie te tomará tan fácilmente.-Pasa, puedes dejar tus cosas aquí- Byung Joo señaló un espacio junto a la mesita que adornaba el recibidor.
-Muchas gracias, realmente no quiero incomodarte pero esta ciudad es aterradora.
-Lo sé. Lo entiendo. Por eso dejaré que pases la noche aquí. Mañana podrás pensar mejor lo que harás.
Byung Joo ya había tomado asiento en un sofá rojo de piel sintética e hizo señas al aún desconocido para que se sentará.
-Te he invitado a mi casa y no sé tu nombre. Me llamo Byung Joo, Kim Byung Joo.
Ese hecho sorprendió al chico, para después avergonzarlo, haciendo que encogiera sus hombros.
Lindo.
-Soy Han Sol, Kim Han Sol
Han Sol
-Bien, Kim Han Sol, puedes pasar la noche en el sofá traeré algunas frazadas para ti- dijo Byung parándose y caminado hacia el pasillo que conducía a una de habitaciones. Se detuvo y señaló hacia el mismo antes de hablar -Por ese pasillo se encuentra el baño, es la puerta de la derecha. Ya vuelvo.
Entró a su habitación, cuál acceso se encontraba en la sala y salió algunos minutos después con una almohada y una frazada limpia. Se sobresaltó al no encontrar a Han Sol, varias ideas llegaron a su mente. Tal vez sí había metido a un ladrón a su casa, pero el escuchar a Han Sol salir del baño lo tranquilizó.
Llevaba puesta una pijama de Pikachu. BJoo se limitó a sonreír y dejar las cosas en el sofá. Han Sol se decidió a hablar.
-¿Podrías indicarme mañana temprano como llegar al instituto? Mañana debo asistir a clases. Lo he pensado bien y pediré una de las habitaciones que ofertan para estudiantes.
-Sí, yo te indico. Me alegra que tomaras una decisión. Es mejor que descanses.
-Gracias, igual tú.
La noche fue larga para ambos chicos. El saber que había un chico durmiendo en el sofá no dejaba dormir a Byung Joo y el pensar en que no lo vería más muy en el fondo lo decepcionó, finalmente era un joven muy guapo y tierno. Han Sol, por el contrario, estaba asustado. Asustado de la nueva vida que se había planteado vivir, una lejos de sus padres, lejos de sus amigos y la ciudad que conocía, y ahora lejos de su novio. Su corazón se removió al recordad como su, todavía, novio sostenía las manos de otro chico al mismo tiempo que, entre besos, le decía que lo amaba. Una lagrima escapó de sus ojos y fue la última que se permitiría, ya había llorado suficiente ese día y ahora era momento de ser fuerte.
El sol ya se encontraba esparciendo los primeros rayos del día y ambos jóvenes despertaron ante la estruendosa alarma que el dueño de la casa poseía.
Byung Joo no era la persona más hábil en la cocina de hecho su gama de platillos era bastante reducida, pero en esos momentos tenía un huésped y debí dar una buena impresión.
Se duchó y vistió para después salir a la sala donde un Han Sol recién duchado se encontraba acomodando su maleta. Byung caminó hacia la cocina y Han Sol se apresuró a decir...