capítulo 23

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Gustavo

Ana, No se está moviendo de manera correcta sino rígidamente, como si tuviera dolor. Le grito y ella no responde. Me muevo en dirección a ella, sintiéndome nervioso. Algo está mal definitivamente. Luego se voltea y me mira, sus ojos se ponen en blanco y se estrella con el suelo.

-¡Ana!.-grito y la sostengo justo cuando golpea el concreto. Su piel está fría, húmeda y volviéndose azul.

-¡Ayuda!.- grito, poniendo su cabeza en mis manos. Sigo gritando y tratando de sentir su pulso. Es muy débil. Después de lo que parecen años de gritos, el padre de Ana aparece.

-¿Qué pasó?.-pregunta, luciendo muy preocupado y nervioso.

-Llame al 911.- exijo, mirando y señalando el móvil en sus manos.

Regreso mi mirada hacia Ana y trato de decidir si debería comenzar a hacer RSP.

- vienen en camino.- dice lentamente.

Volteo a Ana de espalda, manteniendo mis dedos en su arteria carótida. Me acerco para escuchar sus respiraciones en mi oído que está justo encima de su boca. Su
respiración es tan superficial que apenas puedo sentirla.

-Ana, escúchame.- le digo -Necesito que estés bien. Necesito que pelees.

Escucho sirenas pero no puedo descifrar cuán cerca están. Una nube de miedo me ha envuelto. Saliendo del aire, un equipo de paramédicos está a nuestro alrededor.

Uno de ellos me está moviendo hacia atrás, lejos de Ana.

-Señor, ¿puede decirnos qué sucedió?- un hombre comienza a preguntarme.

Observo mientras la levantan a una camilla y ponen una máscara de oxígeno en su rostro.

-Estaba actuando de manera extraña… se cayó… se desmayó.- Traté de
explicar. - Necesito quedarme con ella.

Me moví hacia adelante, mirando al padre de Ana, el solo asintió.

-Señor, cuidaremos bien de ella. ¿Puede darnos más información?-Empujé el oh-tan-útil-paramédico a un lado, pero me detuvo.- Dijo que había estado actuando extraño, ¿puede explicarlo?

-Le diré lo que quiera en la ambulancia.

Me dirigí hacia la ambulancia, sin dejar de ver a Ana. No pelearon más. Alguien sigue haciéndome preguntas y les doy respuesta de una sola palabra. Toda mi atención está concentrada en la frágil niña amarrada a la camilla. Me siento junto a ella y tomó su fría mano. Sus ojos siguen revoloteando para abrirse pero está inconsciente. Quiero que sepa que estoy aquí y no tenga miedo. Los paramédicos están poniéndole toda clase de bandas y abriendo su camisa y poniendo algo en su
pecho. Cuando su ritmo cardíaco se muestra en el monitor, los escucho hablar de problemas. Simplemente estoy viendo que los oscuros ojos de Ana se abran.

-Estoy aquí, Ana. - Me inclino y susurro en su oído.

Su piel está tan fría y casi de tiza. Sus ojos finalmente miran en mi dirección.

-Estoy aquí.- digo de nuevo y me muevo tan cerca como puedo.
-Te amo.

Sus ojos se blanquean de nuevo y luego el monitor hace un terrible beep. Me volteo para ver. No tiene ritmo cardíaco. El corazón de Ana ha dejado de latir. Rompí el corazón de Ana Parker...

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