Øne.

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El teñido se encontraba en la estación del metro de camino al trabajo. El suelo estaba sucio, nada comparado con los relucientes zapatos negros de Josh. Iba vestido con un traje -negro al igual que sus zapatos- y con una corbata roja. A pesar de tener el cabello de color, no perdía la seriedad en su mirada.

Estaba bastante estresado, su jefe lo tenía marcado y todo el estúpido papeleo iba a parar al escritorio reluciente de Joshua. A pesar de ser bastante joven, tenía un buen empleo. Nunca parecía poder relajarse, en su casa se sentía solo y patético. En el trabajo... trabajo y relajación no iban en la misma oración para el teñido. El único lugar menos estresante era la estación del metro, a pesar de que sólo hubiese ruido allí.

La gente pasaba hablando por teléfono, casi gritando ya que el ruido de los metros y de los vendedores ambulantes impedía la audición. Era un gran barullo, la cabeza de Josh dolía y ya quería irse. Para rematar, el teñido estaba muriendo de calor, sentía que las gotas de sudor se iban acumulando en su frente. Escuchó el sonido que hacía el metro cuando se aproximaba a la estación, junto al temblor del suelo y se acercó más a la orilla para cuando llegase, poder subir al vehículo.

Algo captó su atención; alguien estaba maldiciendo ¿Abajo suyo? Se inclinó y pudo visualizar a un chico joven con una camiseta negra. Estaba recogiendo un ukelele, que por lo visto, había caído a la vía del metro.

Josh lo miró alarmado, el chico miraba fijamente el vehículo que se le aproximaba y suspiró, casi como si se estuviera rindiendo.

"Toma mi mano." Le gritó Joshua con una expresión de terror en la cara. El castaño miró hacia arriba, como si Josh fuese su salvador. Hasta podía observar la luz detrás suyo como si literalmente fuese dios.

Lo último que le podría pasar a Josh sería ver cómo alguien moría frente a sus achinados ojos. El chico tragó y tomó la mano del teñido con rapidez mientras sentía cómo el metro se aproximaba.

Todo ocurrió en cámara lenta, Joshua tiró del brazo del castaño y vio cómo sus zapatillas rozaban contra el acero del metro.

"No es la primera vez que se me cae el ukelele a las vías, de todas formas, muchas gracias por salvar mi vida." Dijo el joven mirando al teñido mientras sacudía el polvo de su instrumento.

Joshua lo miró como si estuviese loco. Es decir, podría haber muerto y el chico seguía hablando del instrumento como si fuese su propio hijo.

"De nada, niño." Le dijo el teñido al castaño, este tenía una cara demasiado infantil, pero a la vez le parecía bonito. Más de dieciocho no podría tener.

Lo más impresionante de todo esto era que nadie se había tomado la molestia de salvar al castaño de ser arrollado por el puto metro, la gente de hoy en día es demasiado desconsiderada.

Cuando el teñido entró al vagón junto a un grupo grande de gente, suspiró con alivio. El aire acondicionado refrescaba su rostro y hacía que se sintiera relajado, ya que hace unos minutos había hecho bastante fuerza para poder salvar al castaño. Su paz fue interrumpida por algo, más bien alguien.

"Now the night is coming to an end, the sun will rise and we will try again..."

Josh escuchó el sonido que producían las cuerdas del instrumento musical junto a la voz del chico que acababa de salvar. Supongo que el haberse arrugado el traje había valido la pena, le gustaba mucho su voz. Era melodiosa y suave como el algodón.

El castaño, ahora, vestía con una especie de kimono con flores de color rosa pastel, le quedaba precioso. Había advertido la presencia de algunos tatuajes en su piel, y de que era muy bajito. Por lo menos al lado suyo lo era.

Ukelele;; (joshler)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora