Nueva rutina

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Interrumpiendo mi momento pensativo llamaron a la puerta de mi habitación. Como instinto de defensa cogí mi zapatilla como arma dispuesta a disparar.

Ume: Pasa.- ordené a la defensiva con la deportiva alzada por encima de mi cabeza a punto de salir volando contra la puerta.

"Si es Raito se la lanzo..." fruncí el ceño mientras esperaba que entrase el susodicho. Pero para mi sorpresa y alivio no era él.

Ume: Oh... Eres tú, Reiji.

Reiji: Han traído tus cosas y ¿por qué? ¿Esperabas a alguien?

Ume: No, que va.- escondí la deportiva a mis espaldas a la vez que sacudía la otra mano. Él me miró dudoso y después se fue dando paso a pequeñas personitas que traían unas cajas.

Interesante, ahora que tenía todo conmigo de nuevo y que disponía de más tiempo y espacio podría tener todo ordenado de una manera más decente.

Cargué las cajas y las coloqué a los pies de la cama para abrirlas todas antes de sacar algo. Las que tenían mi ropa las coloqué al lateral izquierdo y el resto a lado contrario.

Ume: Veamos.- saqué las prendas para clasificarlas en pequeñas categorías: pantalones, camisetas, vestidos y ropa interior.

Una vez hecho aquello, colgué los vestidos y los pantalones largos en perchas y las coloqué en el armario. Las camisetas las doble y junto con los pantalones cortos, los leggins y las faldas las guardé en los cajones.

Ume: Hmmm... Ahora que lo pienso las faldas se arrugaran...- las saqué con cuidado y tras estirarlas las coloqué en más perchas.- Mejor que vayan arriba... Sí.- di un par de pasos hacia atrás para admirarlo.- Perfecto.

Sonreí orgullosa con los brazos en jarra pero al darme la vuelta la sonrisa se me borró de la cara.

Ume: Mierda...- la ropa interior seguía allí encima de la cama.- No la puedo dejar ahí... Mejor que la guarde en algún sitio, vaya a ser que a ese pervertido se le ocurra venir a cotillear mi habitación mientras no estoy...

Di una pequeña vuelta sobre mí misma en busca de donde colocarlo y tras dos pensativos minutos me decidí a guardarlos en una de las mesillas de noche: las bragas y los sujetadores en un cajón y los calcetines junto con las medias en otro.

Me limpié polvo imaginario de mis manos con una sonrisa.

Ume: A por el resto.



[...]

Pedorreé los labios con la mirada en el techo, estaba cansada de ordenar las cosas.

Ume: Hay demasiadas cajaaaaas...- me quejé de manera infantil. Solo había ordenado dos de las cinco que tenía al principio. Y sí, no eran tantas pero es que me daba mucha pereza.

Cambié las cajas de sitio una y otra vez hasta que encontré un sitio donde esconderlas momentáneamente, así es, debajo de la cama. Cuando ya estaba empujando la última, vi algo negro sobresaliendo por una de las esquinas de la larga caja.

Ume: ¿Es... lo que creo que es...?- quité las cosas que había encima.- ¡Sí! Es mi guitarra...

La saque con cuidado de su funda y desabrochando el velcro que sujetaba el mástil, la tomé en mis brazos. Hacía tiempo que no sentía aquel tacto suave del barniz, tampoco pude resistirme a rasgar las cuerdas. Arrugué la cara entera al escuchar tal sonido, estaba terriblemente desafinada.

Dancin' with the sinnerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora