Disculpa

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No estuvo de humor en toda la tarde, permaneció serio y Ume ni siquiera se molestó en bajar a comer. Raito estaba muy arrepentido y decidió llevarle la comida hasta su cuarto. No recuerda haberse sentido tan dolido por alguien.

Raito: Ume...- tocó la puerta.

Ume: No tengo hambre si es lo que vienes a traer.- lo había dicho seria y cortante, se notaba que aún estaba molesta.

Raito: ¿Puedo entrar?

Ume: Aaaah~ ¿Ahora pides permiso?- rio.- Pues no, no puedes y ahora lárgate y déjame en paz.

Él permaneció en silencio unos segundos, apoyó su cabeza en la puerta aplastando el ala del sombrero en la madera y en un suspiro susurró.

Raito: Lo siento...- seguido de esto, dejó la bandeja en el suelo y se fue a su cuarto aún peor de lo que estaba.

Minutos después, el estomago de Ume estaba rugiendo... Normal, no había ni desayunado. No muy convencida abrió la puerta y cogió lo que Raito le había traído.

Ume: ¿Qué es esto?- junto al plato vio un trozo de papel y sin siquiera leerlo, lo arrugó tirándolo en la papelera.- Bah...

[...]

Pasaron los días y ella seguía sin salir de su cuarto, el enfado aún seguía ahí dentro pero... ¿Qué le molestó tanto en realidad? No sabía cómo ni por qué estaba tan enfadada con aquel muchacho pero para mantener su frialdad permaneció encerrada aunque no tuviese motivo alguno. Además, no dejaba entrar a nadie y solo mantenía conversaciones con Yui pero sin abrir la puerta.

Yui: Ume... por favor, estás levantando el caos en la mansión... debes salir, no te sabes lo que está ocurriendo...

Ume: ¡No lo hago ni quiero saberlo!- gritó desde el otro lado de la puerta.- Lo primero no debería ni estar aquí y no me vengas con una de tus escusas, Yui...

Yui: Lo sé, pero por desgracia no puedes salir de aquí... ¿entiendes?

Ume: Esto es estúpido...

La chica de pelo castaño estaba apoyada en la puerta cruzada de brazos mientras que la rubia suspiraba desde el pasillo.

Yui: ¿Aún sigues queriendo cambiar de compañero por lo menos?

Se lo pensó, ¿de verdad quería hacerlo?

Ume: Lo agradecería...- contestó por contestar, en realidad no sabía donde se estaba metiendo.

Yui: Veré que puedo hacer...

Yui esperaba un "gracias" pero solo escuchó silencio, sin insistir más se fue en busca de Reiji.

Por el otro extremo del asunto estaba Raito. Él empeoraba a cada día que pasaba, comía cada vez menos hasta que dejó incluso de ir al comedor como hacía el resto de sus hermanos. Al igual que Ume, él solo hablaba con una sola persona pero en su caso se trataba de Ayato, su hermano menor. Antes solía quedar en algún sitio específico pero debido a la tristeza del afectado, el pelirrojo se veía obligado a ir él mismo a su habitación. Las bromas o los intentos de comentarios pervertidos eran mencionados pero Raito no ponía su típica expresión de perversión que solía, tan solo le miraba diciéndole con los ojos "este no es el momento" aunque su hermano solo tratase de animarle. Cuando Ayato se iba, lo que nadie sabía es que Raito lloraba en la almohada, podría hacerlo perfectamente cuando estaba el pelirrojo con él pero sería más que inútil. Haciéndolo rodeado de gente terminaría siendo una ridiculez pues nadie le daría el apoyo que necesitaba, sus hermanos le ignorarían y, en caso de Ayato, no sabría cómo reaccionar, lo cual le pondría aún peor de lo que estaba. Exponer sus sentimientos sin que nadie escuchase por ignorarlos solo le haría pensar que estaba sólo, más sólo de lo que estaba ya.

Dancin' with the sinnerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora