Primer contacto

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Una promesa es un compromiso, se supone que no debe romperse, o al menos eso queremos. "No voy a sufrir más, y eso lo lograre dejando los sentimientos a un lado". Esa fue la suya.

Durante un tiempo lo controlo a la perfección, hasta que un día la vio desde arriba y sintió que la sangre corría nuevamente por sus venas, sus palpitaciones regresaron a su interior, volvió a sentir esa felicidad, volvió esa necesidad de querer volver el tiempo atrás, volvió todo eso que creyó haber olvidado. En ese momento recupero todo el odio y el rencor que por tantos años había tratado de guardar, y decidió acabar con la causa que lo sumergió en el infierno de los recuerdos nuevamente, no le importaba lo que tendría que sacrificar, él iba a extinguirla.
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Ya era de mañana, el sol apenas se asomaba por su ventana y como siempre el fin de semana, Maggie estaba sola en la casa, sus abuelos visitaban a unos parientes que ella desconocía, por lo tanto se quedaba. La niña se dio una ducha y se vistió para luego bajar y desayunar. Ya en la cocina se preparo un café con un par de tostadas.

Siempre era igual, la misma rutina todos los días, desde el accidente, la vida no era lo mismo, había perdido color, sus abuelos se habían esforzado para criarla durante su niñez, pero a ellos también tenían ese dolor en la mirada.

Una noche, pocos días después de salir del hospital, los escucho hablar. Ellos no sabían que iban a hacer con la niña, lloraban, en ese momento pudo notar que desahogaban todo lo que no podían decir de frente, en ese momento, su corazón se rompió, se sintió culpable de que su familia falleciera, se sintió culpable de que sus abuelos estén sufriendo, en ese momento, se sintió culpable de haber sobrevivido.

En un pequeño momento, perdió gran parte de su inocencia.

Maggie sacudió su cabeza para que los recuerdos se fueran de su mente. Al terminar su desayuno, decidió ir a visitar a Milena.

Durante el camino se dio cuenta que no podía llegar con las manos vacías, ya que su amiga se encontraba enferma y de seguro querría uno de los "lemon pie" que tan bien le salían, de echo, era lo único que realmente le salía.

Ya afuera del supermercado, se dirigía a el hogar de su compañera, pero a pocas cuadras de esta, se encontró con una figura que se le hacia muy familiar, era ese muchacho de la biblioteca. En su mente ideo varias formas de contestarle en caso de que este le digiera algo, pero no emitió sonido alguno, solo lanzó una fría mirada desde la otra vereda, tanto que provocó una corriente eléctrica que recorrió su columna de arriba hacia abajo, que su mente quedara en blanco, y que toda su atención se posara solo en el verde de sus ojos. A pesar de su esfuerzo, de su boca no salio ni una palabra, hasta que se fue de su vista, sintió sus ojos arder y un punzante dolor de cabeza, pero trato de aguantarlo hasta llegar a la casa de su amiga para preparar el postre.

Milena la recibió con entusiasmo, cocinaron y pasaron toda la tarde juntas, no le pareció necesario decirle de los sucesos extraños que le estaban ocurriendo, creía que su mente solo le estaba jugando una mala pasada, pero si le contó del muchacho apuesto con el que intercambió palabras el otro día en la biblioteca
–Por como me lo describís, parece muy atractivo–se ríe– Y por tu cara creo que no soy la única a la que se le pasó por la cabeza– dijo insinuando atracción
–¡Que decís tarada!, lo único que sentí por él fue fastidio– se justificó Maggie, pero no pudo evitar sonrojarse
Milena ríe con carcajadas –Es cierto, ojito vos– la señala con el dedo– Acordate que temes novio, igual yo miro para otro lado- cubrió sus ojos con sus manos
–Sos tremenda–ríe–Sabes perfectamente que yo nunca engañaría a mi Alan–hizo una pausa para tomar aire –Es el amor de mi vida–concluyó
Milena sonrió por el amor que sentía su amiga

El tiempo transcurrió rápido, cuando se dio cuenta eran casi las seis, así que decidió despedirse.

El sol aun estaba presente, no había ni un sonido en el ambiente, solo sus pasos sobre las hojas caídas de los arboles que crujían al compás de sus pisadas. Sintió que alguien pronunciaba su nombre, pero no era un llamado normal, no, era un susurro, "Maggie", fue todo lo que pudo oír hasta que un escalofrió recorrió todo su cuerpo y el viento comenzó a soplar, levantando un par de hojas que volaron a su alrededor. Una sensación de terror invadió su interior provocando la duda de seguir avanzando, ¿Se estaba volviendo loca?, fue lo único que pudo pensar en ese instante. Ese dolor que había experimentado en la mañana volvió e hizo que la niña cayera de rodillas en la carretera, posando sus manos en cada lado de su cabeza y apretando fuertemente sus ojos, un pequeño grito de dolor se escapo de sus labios, pero este se detuvo cuando una fría mano hizo contacto sobre su nuca y una respiración que recorrió de su cuello hasta su oreja, su corazón se acelero cuando este pronuncio, "No me gusta que grites". Fue lo último que escuchó.

Por alguna extraña razón, al amanecer estaba en su cama, ¿Todo había sido un sueño?, ¿O se desmayo en la calle?, muchas preguntas la invadían, el sonido del teléfono la saco de sus pensamientos, era un mensaje de Marta y Carlos, sus abuelos, decía que alguien de la familia se había accidentado y que no podrían volver hasta dentro de dos mes, pero le mandarían dinero y demás cosas para que pudiera mantenerse, la niña no se veía muy sorprendida ya que no seria la primera vez que quedara tanto tiempo sola, tampoco se enojaba, quería que pudieran disfrutar de sus vidas, y sabia que ella se los estaba impidiendo.

Escucho el ruido de un cristal romperse contra el suelo en la planta baja. Maggie descendió por las escaleras hasta llegar a la cocina, pero no logro ver ningún objeto roto en el suelo. Otro sonido se escucho, pero esta vez provenía del comedor, era como si alguien estuviera cerrando las cortinas, el pánico se apodero de ella, no quería moverse, pero sabia que tenia que hacerlo. Fue hacia la puerta de la habitación en la que se encontraba, al abrirla confirmo su teoría, las cortinas estaban cerradas, un nudo se formo en su garganta, ¿Qué estaba pasando?, quería gritar, pero no podía, "A él no le gusta que grite", la niña en una ágil y rápida movida, logro correr hacia las ventanas para dejar que la luz entrara, pero estaba completamente oscuro, soltó un sollozo y unas pequeñas lagrimas se escaparon de sus ojos. Subió las escaleras lo mas rápido que pudo, intentando no tropezar, no podía ver las cosas con claridad, su respiración era agitada y sus palpitaciones no se quedaban atrás. Ya pisando el ultimo de los escalones, se enfrento a un largo pasillo en donde estaban las puertas de las distintas habitaciones, ya había visto esa escena en varias películas de terror antes, pero nunca imagino tener que vivirla en carne propia. Un débil silbido se escuchaba a lo lejos, venia de la habitación de sus abuelos, ella tomó animo y se dirijo hasta allí. A medida que se acercaba, el armonioso sonido se iba intensificando, podía reconocer la canción, era la que había cantado la noche anterior, ¿Qué era lo que su mente pretendía?, no se detuvo hasta estar totalmente enfrentada a la gran entrada de la habitación. La asustada chica respiró y como pudo giró el picaporte y abrió rápidamente, pero los silbidos acallaron, ella ingresó al lugar, sus ojos estaban cristalizados y su voz luchaba por poder salir, con toda la valentía que le quedaba cerró la puerta con cuidado, sabía que no era la mejor idea e intuyó que pronto se iba a arrepentir de su decisión.

_ ¿Hola?_ titubeó con un hilo de voz, pero no oyó respuesta alguna. De alguna forma eso la tranquilizó un poco

La castaña se sentó en un rincón juntando sus piernas a su cuerpo, su paz no duró mas de un par de segundos, cuando la canción volvió a sonar, pero esta vez mas fuerte, cubrió sus oídos con sus manos, y las lagrimas recorrieron nuevamente sus mejillas ya teñidas de un color carmesí.

_¡Basta!–¿¡Qué esta pasando!? Pensó _¿¡Por qué!?_ gritó con un tono aterrorizado.

"Shhh, te dije que no me gusta que grites"

Quedó congelada al escuchar la respuesta, sintió que iba a morir, que la asesinarían, la adrenalina no abandonaba su cuerpo y aún así no podía moverse aunque quisiera, de repente, no ocurrió nada, la luz entro por su ventana, la hora era la misma, y no había nadie en la habitación en la que estaba. Supo de inmediato que la pesadilla no había terminado, no, recién estaba comenzando.

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Bueno acá le dejó el segundo capítulo, espero que les guste y recomienden la historia gracias !!!😋😋😋😋

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