¿No puedo quedarme en el tiempo en el que te amé?
Tu esencia no se borrará.
Si tan solo pudiera vivir en las memorias de cuando te amaba... No estaría asustado de nuevo.
[historias cortas; no se relacionan entre sí]
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Muchas veces te preguntas si lo que estás apunto de hacer será lo correcto, si las cosas saldrán peor de lo que están, o si de alguna manera mis palabras llegarán a expresar todo el amor que sigo sintiendo por ti.
Sin embargo, las palabras de otro te eludieron, y sin darte cuenta, me botaste en aquel rincón negro del que me juraste que jamás volvería.
La puerta cerrada, puedo escuchar el sonar de los platos, tal vez estás preparando una cena. Nunca lo hiciste por mi, o yo por ti...
Ruedo tu anillo en mi dedo meñique y toco el timbre soltando un pequeño suspiro nervioso. Arreglo el cuello de mi camisa, esperando verme bien ante ti... De alguna manera espero que todo sea como antes.
A través de las bocinas del timbre preguntas "¿Quién es?", como si esperaras a alguien. Mi corazón se encoge en el momento que escucho tu voz, ¿alguna vez te sentiste así al oírme llegar a casa? No tienes idea de cuantas noches anhelaba oírte.
Agacho mi cabeza y me aparto lentamente para dejarme ver en la cámara. Aprieto mis labios y solo miro fijamente el botón del timbre, no sé cómo debería encararte, qué cara debería poner o con qué ojos debería mirarte, la cobardía de los hombres me asqueaba, pero me he vuelto en uno de ellos... Lo siento.
Te escucho soltar un suspiro, como si dijeras: "Ah, eres tú otra vez". No puedo evitar sentir una punzada ante ello, muerdo mi labio inferior y espero a que abras la entrada principal, aparentemente dudas unos segundos pero al final terminas murmurando un "pasa".
Me dejas entrar, y cuando abres la puerta me miras dolida, con tus labios semi abiertos y la mirada más tierna y temerosa del mundo. Has cambiado, aunque han pasado solo unos meses, eres distinta. Cambiaste tu peinado, y ahora usas otro lápiz labial, incluso te has perforado la oreja izquierda. Me pregunto si es porque intentas dejar todo atrás. La típica forma de cambiar el físico para que de un modo cambie tu alma podrida.
—¿Vas a pasar? —preguntas relamiendo tus labios, dándoles color. Trago hondo ante tal acto y junto mis manos para después asentir, no puedo decir nada, de alguna manera sé que si lo hago... Lo arruinaré de nuevo.
Al dar un paso dentro, me doy cuenta que no solo cambiaste tú, si no que también todo a tu alrededor. Has pintado de azul las paredes blancas que alguna vez nosotros nos tardamos un día en darles aquel color. Tratas de una manera vaga olvidar cada rastro de mi.
El recuerdo viene a mi dolorosamente. Tu sonreías con plena felicidad y apuntabas mis mejillas llenas de manchas de pintura blanca, yo sonreía avergonzado y te cargué en brazos para embarrarte un poco de pintura. Tu risa seguía grabada en mi memoria, y cada vez que el recuerdo llegaba, me sentía roto.
