How much love do you have in your wallet

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El amor es un obsequio que pocos obtenemos

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El amor es un obsequio que pocos obtenemos. Un obsequio que no nos es entregado en una bonita caja con un moño, ni en alguna festividad... El amor es un obsequio secreto, silencioso, casi invisible.

Obsequio que sé que a todos nos gustaría si fuésemos conscientes de que lo poseemos gratuitamente.

Pero es que cuando nos hacen hablar del "amor" entonces pensamos en aquella persona con la que nos gustaría estar en una relación de más que una amistad, más que una familia. ¿Me explico correctamente? Creo que nos han enseñado pobremente el verdadero significado de amor; tan pero tan pobremente que buscamos el amor en las personas de una forma exacerbada, errónea.

Buscamos el amor en la felicidad, en las cosas que disfrutamos, en las cosas que podemos observar. Porque si no es visible, si no es útil a nuestros sentidos, entonces para nosotros es inservible, es inexistente.

¿Un "te quiero" de mamá, o de papá, de la abuela, del abuelo? Ah, es común. Ah, sí, siempre lo dicen.

Su presencia no define su valor, pero su ausencia sí. Que irónico.

Cuando era pequeño no supe entender a mi padre. Si lo veía o no, me daba igual, siempre estaba más ausente que presente y llegué a odiarle tanto que las pocas veces que llegaba temprano ni siquiera podía disfrutarlas. Siempre estuve buscándole el lado malo a su inesperada estadía en casa.

"Tal vez lo despidieron como siempre", "tal vez sólo está aquí porque la abuela volvió a enfermar", "tal vez está aquí porque ha pedido dinero prestado y no quiere que le cobren antes". Eso pensaba. Y tales eran mis pensamientos, agobiantes, porque siempre creí que debía haber un trasfondo patético.

Que papá nunca me quiso.

Solía preguntarle, cuando discutíamos, por qué estaba siempre fuera de casa, por qué siempre tenía que faltar a mis cumpleaños o por qué a Santa Claus no le caíamos bien. Los años pasaban y pasaban, las respuestas jamás llegaban mientras que las preguntas incrementaban junto con los años.

Ahora comprendo cada una de esas ocasiones en las que mi papá desaparecía por días, o las veces que solo escuchaba cómo llegaba a casa y se asomaba en la habitación en la que la abuela y yo dormíamos juntos. Suspiraba con fuerza y murmuraba un par de cosas antes de volver a cerrar la puerta y apagar las luces de la sala, donde él dormía.

Ahora entiendo que papá no se iba con otra familia, que no se la pasaba de fiesta y que no gastaba mis pocos ahorros para beber.

¿Qué tanto tuve que sufrir y resentir para aprender a amar?

Papá nunca tuvo un centavo el cual poder gastar en mi cumpleaños, es por eso que el regalo que solía recibir de su parte (entregado por mi abuela) era un abrazo. Abrazo que desprecié con todas mis fuerzas cuando veía a nuestro vecino estrenar su nueva bicicleta, sus patines o sus balones. Papá nunca estaba porque la vergüenza de volver a casa sin la cena o sin algo con que llenar nuestros estómagos, lo abatía por completo. No quería verse débil ante mi cuando se suponía que los padres eran Superman ante los ojos de sus hijos... No quería que lo odiara más.

Fue mi culpa el malentendido de las cosas, pues mi padre nunca supo que la razón por la que siempre estuve disgustado con él fue porque no estaba a mi lado. Pero no me gusta cargar con la piedra de la culpa sobre mi espalda, porque él tampoco me hizo ver que quería estar conmigo. Al menos no de la manera que yo esperaba.

Mis amigos del colegio siempre llegaban los lunes con increíbles aventuras que contar, que si sus padres los habían llevado al parque de diversiones, o que le habían comprado aquella patineta electrónica, o el nuevo videojuego de acción más esperado del año. En verdad los envidié tanto...

Papá trabajaba como un constructor. Se iba a las cinco de la mañana para tomar el autobús y llegar 5:30 am a su trabajo. Usualmente regresaba a las 12:00 am, pero si teníamos suerte llegaba 11:30 pm; justo para charlar con la abuela sobre la renta de la casa y las deudas con la escuela.

Algunos días llegaba con un desagradable olor a cigarro y alcohol sobre él, lo que nos hacía saber a la abuela y a mi que había salido con sus compañeros de trabajo a beber algo. Mi abuela lo regañaba durante una larga hora porque papá siempre les pagaba la cuenta. "No estamos para gastar el dinero de esa forma, Seob. Tienes un hijo que mantener, ¿acaso no piensas en su futuro?". Papá solo guardaba silencio y dejaba caer un par de lagrimas, pero jamás replicó nada. Y yo solo me limitaba a mirarle con reproche y asentir a lo que la abuela decía, como si tuviera algún derecho a recriminarle.

Muchas veces no había qué cenar en casa, y por dos semanas comíamos lo mismo en porciones pequeñas. Eso solía suceder cuando papá no recibía su paga, o en las fechas en que el casero venía a cobrarnos. Aquellos días la abuela ignoraba a papá molesta y yo solo lo veía con la cabeza agachada, sin poder mirarme a los ojos, ir de aquí a allá. Cuando lo despedían papá se pasaba el día fuera buscando trabajo, no regresaba hasta altas horas de la noche y sin éxito, la abuela volvía a regañarlo y le decía que si era necesario se fuese mucho más temprano y regresara más tarde, que huevones había muchos ya en este mundo. Siempre estuve de acuerdo con sus palabras... Pero ahora solo son un dolor punzante en mi cabeza.

¿Cómo es posible que alguien desprecie un amor tan puro como lo es el de un padre?

Si papá regresaba tarde a casa era porque tenía que trabajar tiempo extra para obtener un bono en el trabajo; si papá era despedido no era por su incompetencia o falta de compromiso... sino porque así era el ciclo de un constructor de tales recursos y sin estudios; si papá no me compraba balones, patinetas o videojuegos, no era porque quisiera lastimarme o hacerme sentir miserable... solo no podía costearse nada. Era pagar la comida o un juguete, o pagar la renta del hogar o comprarme algunos tenis nuevos.

El amor de mi papá fue incondicional e inigualable. Solo, ¿quién trabajaría hasta en el invierno más frío del último lustro por mi? ¿Quién pasaría horas caminando tratando de conseguir un trabajo, solo para no llegar con las manos vacías? ¿Quién se tragaría todo su orgullo para trabajar hasta recogiendo mierda de perro solo para poder pagar mi educación? ¿Quién? ¿Solo quien jodidos daría todo por alguien que nunca dio nada por ti?

No merecí ser amado así.

El amor oculto, el amor inexpresado con palabras es un arma de doble filo.

Pero es el regalo más noble que podemos recibir, y es una pena que siempre sea demasiado tarde para ser correspondido.

Pero es el regalo más noble que podemos recibir, y es una pena que siempre sea demasiado tarde para ser correspondido

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Basado en el MV 'How Much Love Do You Have In Your Wallet' de Park Yoo Chun.

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⏰ Última actualización: Sep 14, 2018 ⏰

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