CAPITULO I.III - La sumisión trae compasión

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Eran ya cerca de las 19:00 horas del mismo día cuando el grupo de supervivientes habían logrado por fin llegar a su destino, estaban en Pensilvania.

Poco o nada se podía distinguir del pueblo, tan solo estaba ya sumido en la oscuridad natural del día, estaba en total silencio igual que penumbra, podían haber llegado a cualquier otro lugar si no hubiese sido por el letrero gigante puesto ostentosamente en la entrada del pueblo, "BIENVENIDOS TODOS A PENSILVANIA".

Después de pasar la gran pancarta con el nombre del sitio, estaban frente a una gasolinera, desde allí se era fácil darse cuenta de la gran inclinación del sitio, había calles muy verticales en las cuales era fácil deducir que solo los conductores más temerarios se atreverían a subir, por lo menos la mitad del sitio estaba en una inclinación bastante pronunciada, pero al fin y al cabo era normal en los pueblos que las casas tomaran bases unas cerca de las otras y así crear una cuadra, una manzana y finalmente todo un pueblo, y si las primeras casas estaban inclinadas, todo el pueblo lo estaría.

Roberto dio unos pasos de lateral hacia al frente para mirar a la esquina de la cuadra del contraria, intentando ver cuesta abajo de la calle que tenían contigua a ellos, intentaba buscar tal vez un grupo de chasqueadores, le parecía muy extraño no ver ninguno, de hecho en todo el día no vieron ni un solo grupo de estos; Esperando que sus ojos se enfocaran un poco más hacia el final de la calle se dio cuenta de que había una gran cantidad de autos chocados en una casa esquinera al final de la calle, probablemente estuvieron en un principio parqueados en fila a través de la calle y los chasqueadores los empujaron, les encantaba el caos y ver arder cosas.

-Andrea.- Dijo Roberto mientras la tomaba del suavemente del brazo para decirle algo, no habían hablado más en todo el día después de lo del niño, ella parecía distante de él, esta giro sobre si misma inmediatamente sintió y escucho al joven, quedando cara a cara, a unos 10 centímetros de distancia, eran prácticamente de la misma estatura pero en eso momento Roberto sintió que era muchos metros más pequeño que ella, tenía los ojos clavados con furia en los de él, parecía un demonio que metía un espíritu de total miedo en el alma al diminuto muchacho con solo mirarlo, Roberto no se había dado cuenta pero ya había retrocedido un par de pasos mientras ella avanzaba al mismo tiempo hacia él, parecía que en cualquier momento se le lanzaría y le daría una mordida en el cuello sin pensarlo dos veces.

- ¿Bueno y ahora?, ¿Dónde pasaremos la noche? - Intervino inconscientemente Marcos, la pregunta era en general para al grupo, pero obviamente esperando una respuesta de Roberto o tal vez Andrea ya que los veía juntos. Ninguno volteo a mirarlo, e insistió.- ¡Ey¡, ¿chicos?, es que nadie se fija en lo importante nunca, además también ya es hora de comer.- Roberto aprovecho y le dio la espalda a Andrea para decirle muy rápida y automáticamente que revisara la calle sur de la gasolinera, luego dijo lo mismo a Jane y Thom en sus respectivas y contrarias direcciones, tenía un nivel respetable de inglés, por ultimo antes de avanzar unos pasos a vigilar su correspondiente calle norte ordeno a Marcos intentar entrar a la gasolinera. Este replico que lo ignoraran, pero seguían haciéndolo mientras obedecían las ordenes de Roberto.

Todos seguían en silencio inspeccionando desde la gasolinera todo lo que pudiesen distinguir y que debiera de ser avisado, Roberto se sentía de verdad estresado necesitaba descansar bien al menos una noche.

- ¡Eh, chicos¡, pude abrir. - Dijo Marcos desde la puerta con una sonrisa de oreja a oreja mientras sostenía la puerta del local con la mano.

-Muy bien parece que todo está despejado, todos para adentro. - Dijo esto último Roberto mientras se dirigía y entraba rápidamente al sitio, no quería tener que volver a enfrentarse a Andrea.

TIERRA MUERTA Lo muerto en los vivos.Where stories live. Discover now