2 - El inicio

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Las bajas temperaturas que debo soportar en la zona de carga del avión y la fuerte turbulencia que se ha presentado en el vuelo no me han dejado descansar ni un solo minuto, mis manos están completamente adormecidas y el aire es tan poco denso que se me dificulta respirar. Quincy ha decidido salir a explorar un poco entre las maletas pero creo que no se siente muy cómodo encerrado aquí; por suerte no maúlla demasiado, pero sé que está casi tan mareado y congelado como yo.

El vuelo solo duraría una hora, pero las terribles condiciones aéreas nos han retrasado primero un cuarto de hora, luego otro, y luego otro hasta tomarnos casi dos horas en llegar a espacio aéreo suizo, o al menos eso supuse cuando empezamos a descender, el problema es que debía buscar una forma de salir del aeropuerto y posteriormente recorrer varios kilómetros por mi cuenta hasta Lucerna, la ciudad en la que aclararon ver a un ente extraño por los cielos.

—Quincy, hoy iniciamos de nuevo.

Mi gran gato romano respondió con un suave maullido mientras entraba en mi mochila, su aliento tenía un ligero olor a comida, lo cual me extrañaba. Había estado comiendo muy poco últimamente y casi nunca salía de mi mochila.

—Bueno, tal vez mañana, creo que será algo difícil de encontrar a una persona que no conozco en una ciudad tan grande—Dije mirando el gran cielo estrellado de la ciudad sacando mi cabeza por la ventana, notando que ya nos encontrábamos a muy baja altura.

Después del terrorífico y muy movido aterrizaje salté rápidamente a través de la pared del avión hasta el suelo de la pista esperando encontrar rápidamente un lugar en donde esconderme, pero el gran aeropuerto de Zúrich contaba con una zona de aterrizaje tan grande que no me lo permitió.

—¡HEY, QUÉ HACES AQUÍ!

Giré en dirección de aquél grito y capté a un trabajador del aeropuerto a aproximadamente veinte metros de mí con un celular en la mano y una linterna en la otra. La sangre en mi cabeza no me permitió pensar con rapidez, así que mi única respuesta fue saltar lo más alto posible y empezar a volar hasta el otro lado de la pista.

Mi cuerpo apenas me permitió elevarme poco más de diez metros puesto que había usado una buena parte de energía en salir del avión, así que antes de que mi cuerpo me permitiera escapar, el empleado del aeropuerto encendió su celular, me tomó una fotografía y huyó a toda velocidad.

Busqué una zona vacía del aeropuerto para ingresar sin que me notaran y cuando llegué a ella me puse el pantalón que había guardado en mi mochila y me terminé el trozo de pan que no me había acabado en mi viaje.

Cuando salí del aeropuerto y me dirigí hacia una autopista cercana, busqué con pasos lentos algún lugar cómodo donde pudiera descansar para tener suficiente energía para volar una hora hasta Lucerna y encontrar a la persona por la cual decidí viajar hasta aquí.

—¿Crees que la vaya a encontrar? —Pregunté a Quincy, quien se había dormido en mis piernas, las cuales se encontraban extendidas en el suelo —Tengo miedo a sea solamente una falsa alarma y que deba resignarme a vivir solo toda mi vida. Claro que te tengo aquí, por el momento.

Caí en un sueño profundo en solo unos minutos, en aquella ensoñación vi las mismas imágenes que aparecen con cierta frecuencia cuando duermo. Esta vez estoy caminando detrás de una niña pequeña de largo cabello castaño; mira a su muñeca de trapo con los mismos ojos ámbar de siempre, pero esta vez están algo húmedos; de su nariz sale un poco de sangre pero no puedo notar ninguna señal de golpes lo cual me parece extraño. No sé qué hacer para hacerla sentir segura, así que la acojo entre mis alas para tranquilizarla un poco. Sé que todos estos sueños significan algo, pero no tengo idea de qué puede ser. Siempre es una persona distinta, lo cual descarta la teoría de que sean personas pertenecientes a mi familia.

Suficientemente ValienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora