4

47 2 1
                                    

Valentina se sentó en una butaca amplica giratoria frente a una mesa grande caoba sorprendentemente lujosa para aquella nave de tan poco glamour. Sentía unos nervios incipientes, pero se esforzó en aparentar serenidad y mantener una sonrisa algo forzada contínuamente. Al sentarse, intentó juntar las piernas para no mostrar excesivamente el interior de su falda.

-Bien Valentina, es usted una de las aspirantes más atractivas que han venido. Y créame que han venido bastantes. Según leo aquí, con 11 años de experiencia, verdad?.

-Sí, señor 11. Tengo facilidad para la venta y conozco bien todo lo relacionado con la moda. Además sé aconsejar y tengo facilidad para......

-Ponte de pie!!

-cómo?. - Valentina quedó sorprendida por la orden tajante que le dió aquel hombre. No entendía por qué habría de ponerse de pie después de acabar de sentarse, pero al tratarse de una oferta de trabajo tampoco iba a poner pegas a algo tan aparentemente inocente. Tras un titubeo, se puso en pie.

-Date la vuelta, quiero verte el culo.

- Valentina abrió los ojos e hinchó el pecho hiperventilando. Aquello empezaba a ser justo lo que parecía, y ahora la duda se tornaba en cierto temor.

-Es que no me has oído?. Entiendo tus dudas, pero has de tenerlo claro. Esto es un puesto de trabajo y aquí has venido a ganártelo. Seguro que tienes cualidades para la venta, tu curriculum es ilustrativo, pero como tú hay muchas. Puedo elegir, y lo haré. Elegiré a la que más me deje contento. Así que si quieres seguir aquí, date la vuelta, inclínate sobre la silla esa y saca el culo hacia fuera.

-Ni hablar. Yo no he venido aquí para eso. Que tenga usted buenas tardes.- Valentina se dirigió a la puerta mientras el hombre permanecía callado pero sin mover su rictus de sonrisita.

Avanzó por la nave, mientras los 4 empleados volvían a levantar la cabeza clavando sus ojos en su culo y en el bamboleo de su falda. Valentina, con el sudor recorriendo su frente y un sentimiento incómodo apenas avanzaba a cada paso. Algo en su interior la retenía y le martilleaba la cabeza. Quería ese trabajo y recordó que se prometió a sí misma conseguirlo a toda costa. A toda costa!!. Eso significaba hacer cualquier cosa?. Eso significaba aceptar situaciones humillantes para satisfacer a un autónomo sediento de sexo?. En esos pensamientos, de repente Valentina se detuvo.

Valentina. (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora