6.

47 2 3
                                    

Estaba ya casi en la puerta, dónde aquel viejo la recibió apenas hacía 10 minutos. Lentamente se giró, casi al tiempo que el empleado de color se acercó a ella con paso firme y decidido.

-Le ocurre algo señora?. Puedo ayudarla?.- Sin mediar palabra le tomó la mano y la condujo de nuevo hacia las oficinas. - Probablemente se habrá dejado usted algo en las oficinas, verdad?. No se preocupe, yo la acompaño.

Tras la mano le tomó el brazo. Valentina, medio hipnotizada por la voz dura y profunda del moreno y sus ojos color miel, se dejó hacer. Nelson, como luego supo que se llamaba el negro, abrió la puerta de la oficina donde Carlos, el autónomo, seguía sentado con la misma media sonrisa con la que despidió la fugaz estampida de Valentina. Con un último gesto, Nelson dió un empujoncito a Valentina hacia dentro....en el culo. Ella no rechistó, y se limitó a decir:

-Gracias, yo... yo.... lo he pensado mejor.

-Así me gusta. No te preocupes, es normal tener dudas. Nelson, quédate ya que estás aquí, y me ayudas a comprobar las aptitudes de la señora. Como su marido no está aquí, alguien tiene que echar una mano y comprobar si tenemos a la empleada que necesitamos.

-Con gusto lo haré, jefe. La señora tiene un culo imponente, lo acabo de tocar y puedo corroborarlo. Además, los chicos se han empalmado en cuanto la han visto, y yo también.

Valentina miró de reojo al negro que vestía con un mono azul algo ajustado, y pudo comprobar el bulto que le asomaba entre las piernas, sin querer imaginar qué habría allá debajo. La voz de Carlos la interrumpió:

-Bien Valentina, ahora sin hacernos perder el tiempo ó de lo contrario seré yo quién te eche de aquí a patadas. Ya sabes lo que tienes que hacer. Gírate e inclínate sacando el culo hacia fuera.

Valentina. (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora