Otro día más en el que no vi amanecer. En aquellas enormes cuevas nada se veía del exterior, ni un rayo de luz si quiera, pero de eso se trataba. La tierra estaba sumida en un enorme caos bajo el acecho de millones de demonios que buscaban extinguir la humanidad, o esclavizarla, nadie lo sabía con certeza. Desde que el inframundo eclosionó con el mundo humano todo quedó destruido y nos vimos obligados a vivir ocultos, aterrados al pensar lo que nos pasarían si esos monstruos dieran con nuestro refugio.
Yo dormía tranquilamente en un pequeño rincón de aquel lugar tan grande, además, tampoco podía hacer mucho más, hasta que unos gritos no muy lejos de allí interrumpieron mi sueño, y poco a poco tomé atención a lo que decían. Parecían creer que no había nadie más que ellos sin percatarse de mi presencia.
-Oye, crío, sé muy bien que es duro perder a alguien que amas. Pero no puedes rendirte, no ahora- dijo un hombre alto de cabello blanco un poco largo vestido con una gabardina roja
-No eres mi padre, no me digas lo que puedo o no puedo hacer- respondió molesto un chico bastante joven, de cabello blanco igual que el mayor, tenían un parecido asombroso
-Nero, la raza humana está en peligro, y nosotros solos no podemos con todos. Te necesitamos, crío, por favor- habló una mujer de melena corta y morena con desesperación. Me llamó la atención que tenía un ojo de cada color
-No necesitáis a alguien que no es capaz de proteger a la persona que ama- el joven negó con la cabeza y se sentó bruscamente en el suelo, parecía estar destrozado emocionalmente
-¡Nero, por Dios!- el mayor levantó al nombrado de la camiseta, notablemente molesto -¡No fue culpa tuya! ¡Y si no haces algo morirá mucha más gente! ¡Mujeres, niños... ¿Es eso lo que quieres?!
El tal Nero mantuvo una expresión indiferente a los ojos del hombre y unos segundos después se soltó de su agarre volviendo a sentarse en el suelo. El mayor suspiró molesto y se marchó pisando con fuerza mientras maldecía al chico en voz alta. La mujer, por otra parte, le habló con tranquilidad al muchacho para hacerlo entrar en razón, pero él seguía encerrado en sus trece, ¿qué le había pasado para que se comportara así? Tras unos minutos de súplicas y rechazos, la chica se marchó del lugar deseándole suerte al muchacho, quien siguió sentado en el suelo y apoyado en la pared rocosa con la mirada perdida.
Yo lo observé curiosa y pude ver que tenía el brazo vendado. Él juntó sus rodillas y colocó los brazos sobre éstas para después apoyar su cabeza en ellos mientras que un ligero sollozo salía de sus labios. Enternecida, sentí la necesidad de ir a consolarlo fuera lo que fuera, ya que no soportaba ver a alguien así de triste y deprimido, aunque tampoco lo conocía y no quería meterme en dónde no me llaman. Entonces, se me ocurrió la idea de acercarme a él llevando una pequeña botella de agua e ir con la excusa de ofrecerle un poco. Así que, algo nerviosa, tomé la botella con ambas manos y me dirigí con paso tembloroso e inseguro hacia él. No sabía cómo reaccionaría, pero tenía que ayudarle. Me detuve a unos pasos de él y le hablé intentando calmarme.
-H-hola- saludé con timidez, a lo que él levantó vagamente la cabeza para prestarme atención -Siento molestarte, sólo venía a traerte agua. Me encargo de proporcionarle comida y agua a los supervivientes de esta catástrofe
-No necesito nada. Lárgate- dijo alzando la voz y volvió a hundir su rostro en sus brazos. "Qué borde" pensé
-Oye, tampoco hace falta ser tan grosero, yo sólo quiero ayudar
-Pues ayuda a los demás y no desperdicies el tiempo conmigo, no valgo la pena
-Está bien- suspiré algo molesta y me di media vuelta -Si cambias de idea búscame
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Entre Demonios (Dante x Lectora x Nero)
FanfictionUna descomunal y terrible catástrofe arrasa gran parte del Mundo, convirtiéndose en el legado de los demonios del averno sin que nadie pueda evitarlo. Es tal el desastre y el caos que los supervivientes tienen que vivir bajo tierra en cuevas improvi...