Capítulo 8

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—Eso se les salió de las manos.—grito alterado.

—No es mi culpa que la muchacha sea tan débil.

—No, no es tu culpa pero si es tu culpa ponerla en una zona en la que no va a resistir.

—¡Nate! ¡solo cierra la boca! .— grito Henry ya arto de las constantes quejas de el muchacho.

Este salió hecho una furia de aquella oficina, a paso firme y veloz casi sin pensar se dirigió ala puerta con los números 003 grabados en ella.

La abrió de un rápido movimiento con la respiración agitada por la furia.

Al verla su respiración se detuvo.

Estaba tendida en la cama inconsciente con la piel enrojecida y los labios hinchados.

Se veía realmente mal.

Se acerco a ella, con un sentimiento que no supo reconocer.

Tomo uno de los mechones de su cabello moviéndolo detrás de su oreja cuidadosamente.

Se sorprendió al ver grandes erupciones que comenzaban detrás de sus orejas y se expandían por la parte superior de su cuello.

No pudo evitar preocuparse. No sabia porque se sentía respecto a ella.

Podría ser porque nunca antes había trabajado con humanos como sujetos de prueba.

Llamo rápido a la enfermera encargada de Astrid.

—Sarah.— grito bruscamente

La joven enfermera entro en menos de medio minuto, parecía que estuvo en el cuarto de observación todo el tiempo.

—¿Que sucede?

—Mira esto.— señalo Nate el cuello de Astrid.

Sarah se acerco observando enseguida se alarmo.

—Parece que son un efecto por la dixonima.— le dijo a Nate.

Ella comenzó a apuntar en su carpeta, los primeros resultados que se observaron después de la sustancia inyectada.

—No podemos hacer mucho.—continuo hablando Sarah— le pondré una pomada para que baje la inflamación, solo es una reacción de su cuerpo nada grave, pero si muy dolorosas.— informó.

Antes de salir de la habitación en busca de la pomada.

Nate decidió irse también a hacer su trabajo.

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Abrió los ojos confundida miro las figuras que se movían frente a ella.

Escuchaba voces pero no lograba identificar lo que decían.

—El cabello es muy largo, estorba.

—¿sugieres que lo cortemos?

—Pues claro que si.

Astrid comprendió que hablaban de ella. No quería que le cortarán su cabello, era suyo. No podían decidir por ella.

Iba a reclamar cuando sintió un fuerte ardor en toda su piel pero mas en su cuello y axilas.

Solo un gemido de dolor que capto la atención de los enfermeros.

—Despertaste.

—vamos tenemos que cortar ese cabello.— dijo una chica.

—No.— dijo Astrid en un susurro.

—lo siento, pero es lo mejor.

—¡Que no! .— grito Astrid aguantando el dolor— es mi cabello no pueden tratarme como una muñeca. ¡Paren por favor!.— los gritos de Astrid eras desgarradores.

Uno de los enfermeros paso saliva. Sus ojos brillaban por la culpa.

—Tenemos que curar las heridas.—señalo la enfermera.— tu cabello solo estorba.

Instintivamente Astrid llevo una de sus manos a su cuello sintiendo la piel hinchada.

Otro gemido escapo de su garganta.

—Vamos.— hablo la enfermera con autoridad acercándose a ella con unas tijeras.

Astrid se removió, no le importaba mucho se cabello pero no quería que hicieran con ella lo que quisieran, no los dejaría usarla, no si podía resistirse.

Un muchacho agarro su cabeza con brusquedad para que dejara de moverse pero no importo ella seguía forcejeando.

Aun así la enferma iba cortando mechones de forma dispareja.

Astrid hizo su cabeza hacia un lado logrando un rasguño de las tijeras en su mejilla.

Pronto otro enfermero también la sostuvo jalándole el cabello.

Astrid comenzó a llorar del dolor que provocaban las heridas de su cuerpo. Y de el dolor que le provocaba que la tratarán de esa manera.

Al fin la soltaron, su cabello estaba regado por todo su torso y camilla.

Se lo cortaron justo por debajo de la barbilla. Sin embargo algunos lados estaban mas cortos que otros.

Con una última mirada fría salieron dos enfermeros. El tercero la miro a modo de disculpa pero también salió.

—¡¿Qué hicieron que?!.

Astrid se alarmo a escuchar semejantes gritos.

—¿Quien les dio permiso?

Luego los gritos cesaron y Astrid ya no pudo escuchar más.

La puerta se abrió y vio a aquel muchacho llamado Nate con la mirada enojada. Sintió miedo.

El llevaba un pequeño frasco entre sus manos.

Lo abrió y se acerco a ella, se colocó unos guantes y los sumergió en el frasco para luego acercarlos al cuello de Astrid inmediatamente ella se alejó como un animal herido.

—shh tranquila.— le dijo el muchacho.

Esas palabras no bastaban para ella.

Pero no tenia fuerzas para seguir luchando, el embarro algo viscoso y frío detrás de su oreja y en el inicio de su cuello.

Le dolió, pero la frescura inmediatamente la relajo.

—¿Qué te hicieron?.— pregunto Nate mirando el rasguño en su cara.

Astrid no respondió, solo miro para otro lado.

—Me duele.— hablo con voz baja señalando con la mirada sus axilas.

Nate bajo un poco la bata que ella vestía.

Astrid no pudo evitar estremecerse pero tenia que aguantarse para que revisara que es lo que tenia.

El reviso sus axilas y noto que también tenia erupciones ahí.

Le puso nuevamente la pomada en ambos lados.

—¿sientes molestia en alguna otra parte?

Astrid negó con la cabeza.

Nate no insistió pues Sarah se encargaría de hacerle una revisión mas tarde.

—Adiós.— le dijo Nate mirándola con tristeza, sin duda en esos momentos no quedaba nada de la belleza que aquella muchacha poseía.

Ella no respondió, solo miro hacia otro lado. Se sentía herida en todos los aspectos.

¿Cómo Adrián pudo meterla en un lugar como ese? Se preguntó con lágrimas acumuladas en sus ojos.

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⏰ Última actualización: Jan 22, 2017 ⏰

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