Capítulo 2

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 El distinguido reportero se abrió paso entre la gente buscando a su perro Milou. Mirando hacia todas direcciones, pasó por detrás de los incompetentes detectives Fernández y Hernández que estaban tras la pista del habilidoso carterista. Eran dos hombres idénticamente iguales con sus impecables trajes, sombreros y bastones, como gemelos, pero extrañamente con dos apellidos distintos.

—¿Ves algo?— ambos se encontraban ocultándose detrás de un periódico, viendo a través de dos pares de agujeritos.

—Nada— contestó el otro.

El pelirrojo caminó al frente de un comercio que vendía espejos, pasa por adelante de ellos y trata sin éxito peinar su jopo que a los segundos de haber sido bajado vuelve a subir. Paró en seco cuando escuchó los ladridos de su querido amigo.

 Paró en seco cuando escuchó los ladridos de su querido amigo

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—¡Milou!— no lo veía. No sé donde está y empiezo a preocuparme. Él siempre viene cuando lo llamo. Camino unos metros más y lo veo lamiendo la cara de una chica mientras movía su cola alegremente, no podía verle bien la cara a ella pero podía escucharla reír. Me acerco a ellos y lo llamo una vez más —. ¡Milou!— mi fiel amigo se acerca corriendo y me agacho para poder acariciarle la cabeza— ¿Dónde estabas amigo? Me tenías preocupado

Siempre tenía la costumbre de hablarle como si fuera un humano y bueno casi podía considerarlo uno. Era muy inteligente, solo faltaba que me respondiera. Además es él perro más fiel que puedes encontrar, me ayuda mucho en la búsqueda de historias interesantes para mis columnas y también, no hace falta agregar, lo quiero mucho por el simple hecho de ser mi perro.

—Lo lamento, ha sido culpa mía— Dijo una voz dulce, alcé la mirada y me encontré con unos hermosos ojos verdes, una nariz respingada y uno labios medios rojizos. Tenía una piel blanca, un poco bronceada por el sol del verano, que hacía resaltar más sus ojos. Poseía unos rasgos muy finos convirtiéndola, en mi opinión, la criatura más bella que había visto en mi vida. No sé cuánto tiempo me quede mirándola a esa hermosa mujer cuando sentí una lamida de Milou en la cara que me saco de mi trance." Gracias amigo". Mientras la voz de la chica seguía hablando—. ...buscando a su dueño, pero aquí estas, por suerte— Termino de decir con una linda sonrisa. Espera ¿qué?

Mi cara de desentendido debió de parecerle graciosa porque soltó una risa entre dientes.

—¿Qué?— pregunté confundido. Me había quedado como un idiota mirándola y no había escuchado nada.

—He dicho que lo lamento, ha sido culpa mía que se haya quedado aquí. No quería que se fuera con un extraño, por eso lo retuve mientras buscaba a su dueño y... aquí estas, pensé que lo habían abandonado— Me repitió con tono amigable. Menos mal que no se haya ofendido, lo que menos me gusta es incomodar a la gente, especialmente a chicas lindas que cuidan a mi perro si se pierde.

Las aventuras de Tintín: El secreto del UnicornioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora