CAPITULO 4

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-Buenas tardes- dice dirigiendose a mi el extraño.
- Buenas tardes- le respondo lo mismo algo confundida- que quería?
- Te veo algo pérdida, acabas de perder tu vuelo- asiento con la cabeza, no se me ocurre que más hacer.
- Creo que puedo ayudarte, pero tienes que venir conmigo - me lo pienso unos instantes y decido acceder a la propuesta de aquel hombre desconocido porque no tengo más opciones.
Lo sigo hasta un Mercedes de color rojo que parecía recién sacado del concesionario. Sinceramente no entiendo porque este señor está teniendo tanta amabilidad conmigo, puesto que es la primera vez que lo veo en toda mi vida. Supongo que ya era horas de que tuviera un poco de suerte en mi vida. 
Salimos fuera de mi ciudad natal y entonces me atrevo a preguntar por que nos estamos alejando tanto. La única contestación que recibo es que no sea tan descarada, que debería de estarle enormemente agradecida. Y la verdad es que si que lo estoy. De no ser por él estaría durmiendo en el aeropuerto o tirada en una bocacalle envuelta en cartones, bolsas de basura o lo primero que encontrase. Decido darle la razón y esperar a mi nuevo destino. Después de todo no quiero ser un estorbo para mis seres queridos.
Cuando me quiero dar cuenta de donde estoy, veo un descampado oscuro y frío. Me estoy temiendo lo peor.
El hombre me mira con una pícara sonrisa y se va acercando a mi. Me besa el cuello. Rápidamente me revuelvo y intento librarme de él. Intento abrir la puerta y huir de allí. Pero se ha encargado de cerrar bien el vehículo.
- Es inútil preciosa, no puedes escapar. Grita todo lo que desees, aquí no te va a oír nadie.
Trato de romper el cristal de la ventanilla mientras me agarra una mano, pero no lo consigo, no tengo la suficiente fuerza.  

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