Capitulo 1

757 20 0
                                    

El aire entra y sale rápidamente de mis pulmones. Escucho mi cronómetro pitar. Ya han pasado los 40 minutos. Lo paro y me llevo las manos a las rodillas mientras miro alrededor. Central Park esta más concurrido hoy que otros días. Hoy es 4 de julio. Todo el mundo sale a celebrarlo. Veo niños correteando, con cometas, pasándose balones o con sus perros, que les persiguen con la lengua hacia fuera. Veo a lo lejos las pistas de béisbol, donde padres e hijos juegan y ríen juntos.

Me incorporo de nuevo y me dirijo a la fuente de agua más cercana para beber. Me echo agua en la cara y brazos para refrescarme y quitarme el sudor. Tomo aire profundamente para volver respirar normalmente y empiezo a caminar hacia mi apartamento en el Upper West Side, en el que llevo viviendo casi dos años. Dos años en los que mi vida ha dado un giro de 180º. Llegué a Nueva York siendo una chica de 18 años normal y corriente, y ahora tenía 20 años, y ni yo ni mi vida somos para nada corrientes.

Instintivamente me miro los brazos, llenos ya de lo que cualquier persona pensaría que son tatuajes, pero se equivocarían. Suelto un sonoro suspiro. El momento en el que me convertí en lo que soy me vino de nuevo a la cabeza. El fatídico día en el que no solo dejé de ser humana, sino que también perdí a mi hermano. Noto como las lágrimas amenazan con volver a mis ojos pero las retengo. Ahora soy fuerte. Soy una luchadora. Una cazadora de sombras. Nada podía conmigo. O al menos, no debería.

En cuanto entro por la puerta oigo el sonido del agua correr en el baño. Sonrío y me quito el cronómetro y las deportivas, dejándolas en el suelo de mi habitación de cualquier forma. Abro las ventanas y dejo que la ligera brisa corra. Escucho el agua de la ducha parar y presto atención. El ruido de la mampara al abrirse, y tras unos segundos, el de la puerta. En cuanto oigo las pisadas por el pasillo sonrío y cierro los ojos, calculando la distancia.

Lo siento detrás de mí antes de que me abrace por detrás, depositando un beso en mi mejilla. Me doy la vuelta y paso mis brazos alrededor de su cuello, notando como algunas gotas de agua corren por él al caer de su pelo mojado. Le sonrío y me pongo un poco de puntillas para estar casi a su misma altura, depositando un beso sobre sus labios.

Jonathan. Si seguía en pie y luchando día a día era por él. Solamente él. El único que ha estado a mi lado estos dos años. El único que a pesar que sabe cuan miserable he sido, no me mira con compasión ni pena, sino que me mira con adoración. Esa misma mirada que sabía que estaba en mis ojos cuando yo le miraba a él.

-Yo que tú no me acercaba mucho a mí. Estoy asquerosa de sudar y tú acabas de ducharte-le digo.

-Prefiero volver a ducharme luego-me besa en la punta de la nariz-. Odio levantarme por la mañana y que no estés, lo sabes ¿verdad? Tal vez podrías dejar el hábito de ir a correr para cuando yo esté despierto. Quizá podríamos ir juntos... Ya sabes.

-Lo sé, pero sabes que no quiero despertarte tan temprano y que salir a correr es lo único que me despeja. Puedo pensar y...

-Estás teniendo pesadillas de nuevo-me dice él, y no es una pregunta. Me muerdo el labio y miro hacia el suelo. Me agarra de la barbilla para hacer que le mire de nuevo a los ojos-. Care... Hemos hablado de esto antes...

-No pienso despertarte cada vez que tenga una pesadilla, Jonah. Además, puedo tranquilizarme sola. Tengo que tranquilizarme sola. Tengo que aprender a ser fuerte y...

-Care...

-Ya no son como antes. Te lo prometo-le miro a los ojos, intentando sonar calmada para que no note que miento.

-No quiero verte de nuevo metida en la cama todo el día. No quiero sentir que voy a perderte-noto en su mirada su dolor. Y sé porque es.

El pasado septiembre, cuando hizo un año de la muerte de Derek, caí en una depresión que me tuvo metida en casa, sin vida, como un fantasma, durante casi todo un mes. Sin comer, sin hablar... Recuerdo a Jonah a mi lado, suplicándome, llorando, porque volviese la vida a mí. Le recuerdo diciéndome que no quería perderme, que veía que iba a dejarle. Fue su desesperación la que me hizo alzarme de nuevo. No me dejé ir por él. Porque sabía que él me necesita tanto como yo le necesito él.

-Estoy bien Jonah... De verdad. Es algo por lo que tengo que pasar y...

-Creo que acordamos que no volveríamos a usar el singular, Care. No tienes que pasar, tenemos que pasar por esto. Los dos-pone su mano en mi mejilla a la vez que asiento-. Así que si tienes pesadillas...

-No es nada, Jonah-me suelto de su agarre y voy hacia el vestidor. Cojo mi ropa interior, una camiseta de tirantes y unos shorts negros y camino hacia la puerta-. Necesito una ducha.

Le oigo resoplar a mi espalda. Me meto en el baño, me quito los leggins y mi top de deporte y me meto directa a la ducha, haciendo que caiga un chorro de agua fría sobre mí. Recuerdo soñar sobre Jonah. Recuerdo una luz blanca rodeándole, casi cegadora. Él no iba vestido de negro, sino de blanco. Blanco fúnebre. Él me miraba sonriendo y veía como mi hermano le ponía la mano en el hombro mientras me decía "Ahora cuidaré yo de él por ti". Después me levanté sudando y jadeando, me puse mi ropa de deporte y salí corriendo del apartamento.

Estos sueños llevaban persiguiéndome semanas. Y aunque a priori no parezcan angustiosos o terroríficos, sabía interpretarlos. El blanco era el color de la muerte en el mundo de los cazadores de sombras. Mis sueños me decían que mi hermano iba a cuidar de él porque Jonah iba a morir, y cada vez que abro los ojos y le veo a mi lado, durmiendo, la sensación de desesperación y pérdida me invade de nuevo. Esa misma sensación que me recorrió el cuerpo cuando le vi atravesando el portal. No puedo perderle otra vez. No puedo pasar por lo mismo de nuevo y salir con vida. Estoy al límite. Mi cordura pende de un hilo que solamente Jonathan puede sujetar. Sin él, estoy perdida. Y soy tan plenamente consciente de ese hecho que me abruma.

Al salir de la ducha me miro al espejo. El color dorado se ha ido ya de mi piel, sustituido por un blanco pálido. Me había teñido el pelo en un intento de no parecer tan pálida, pasando de mi color castaño a un tono caramelo. Mis ojos ya no parecen tan verdes, y ahora están rodeados de tonos morados; ojeras. No veo a Caroline Richards en el espejo, veo a una chica cansada, pálida, nada sana y harta de vivir.

Me peino el pelo y dejo el peine, mirándome la mano. En ella tengo un anillo de plata en el que se podían ver unos pájaros. El símbolo de los Herondale. El anillo de Will. No me lo he quitado desde que me lo dio y todos los días le recordaba. Sonrío al pensar en él. Le echo de menos.

Me visto y voy hacia mi habitación, viendo a Jonathan en la cocina preparando algo. Me pongo mis botas de cordones negras y camino hacia mi estantería. Saco un libro que reconozco a la perfección: Princesa Mecánica. No había abierto ningún libro desde hace dos años. Lo abro y busco la parte de la que me dijo Tessa que habían salido. Lo leo y continúo leyendo. Su vida sigue. No parece haber cambiado nada. Lo que significa que en caso de que volvieran... No se acordarían de nada. Will no me recuerda. Noto como el corazón se me encoje. Cierro el libro de golpe, lo coloco donde estaba y toco con la yema de los dedos el anillo que hay en mi mano derecha. Él no me recuerda, pero yo le recordaré siempre...

Sacudo la cabeza para evitar ponerme a llorar y camino hacia la cocina arrastrando los pies. Jonah me recibe con una sonrisa. Me siento en la barra y apoyo mi cabeza en una mano. Él me pone un plato delante, con una tostada con mermelada, unos huevos revueltos y dos lonchas de bacon. Acto seguido, me pone un vaso de zumo delante. Le miro.

-Come. Estás pálida no solo por no vivir en Carolina, sino porque no has comido decentemente en meses. Así que ya puedes devorar ese desayuno-acto seguido coge el suyo y se pone delante de mí.

Como sin ganas hasta que me lo acabo, y en cuanto lo hago me quita el plato de delante. Coge las llaves de casa y tira de mí hacia fuera. Le pregunto a donde vamos pero no me contesta. Según vamos avanzando veo que reconozco las calles, pero en cuanto veo la valla de hierro lo sé; el Instituto. Me detengo de golpe y miro suplicante a Jonah, que me pone cara alegre para animarme y tira de mí hacia dentro.

-Es hora de entrenar en una sala de entrenamiento en condiciones-cruzamos la puerta y noto como un golpe en mi interior. No había vuelto aquí en dos años por un motivo; veo a Will, Tessa, Jem y los demás por todas partes.

Jonah me agarra por la cintura y me lleva escaleras arriba. Me reprendo a mi misma. Es hora de enfrentarse al pasado. Es hora de hacerse fuerte. Ahora soy una cazadora de sombras, y nada puede detenerme.

The Chosen One (All The Stories Are True pt 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora