Mi ángel

Capítulo 6: Sombras

           

Ibriel

            Los humanos son seres demasiado ruidosos. En el pasillo del departamento de Literatura Europea de la Universidad de Ámsterdam solo se escuchan lamentos de finales, teorías de profetas, insultos utilizando vocabulario rebuscado (¿quién demonios llama troglodita insulso a alguien?). La mala vida que he llevado en la tierra no me ha hecho acostumbrarme al sonido desconcertante de los deseos más recónditos de los humanos, de sus deseos más primitivos y ocultos, de su dolor y todo el lamento que cargan en su subconsciente.

            Es difícil reconocer si el poder escuchar cosas tan privadas es una habilidad o un martirio. Todo es realmente molesto hasta que logro distinguir una voz irreflexiva más fuerte y poderosa que las demás. Sus pensamientos conscientes son sobre una vieja bruja, aburrida que necesita mantenimiento de su esposo para dejar de torturar a las pobres jóvenes vírgenes con aspiraciones a ser el orgullo de Jane Austen. Bien, en definitiva, su consciencia no deja mucho que desear sobre lo que tiene para ofrecer, pero, yo sí conocía lo que escondía su mente, ese miedo a un libro, a un ser misterioso que no podía recordar con exactitud.

            Mientras escuchaba que sus pensamientos de acercaban no calculé que realmente, también lo hacía ella. Mi cuerpo obtuvo vida propia y caminó directamente a la voz irreflexiva que tanto le atraía.

            Tara Emerson venía tan sumida en sus pensamientos como yo, (literalmente en los suyos), que me golpeó y me tumbó al suelo, desparramando así libros y material de laboratorio.

          La apurada jovencita cambió de piel como un camaleón. Sus hermosos ojos castaños pestañearon 8 veces más por segundo de lo que es normal.

-Yo, oh, mierda, lo siento. - Me dijo mientras me observaba como si estuviera viendo pandas en el zoológico. Es realmente linda.

-No hay problema. - Manteniendo mi risa en una interna, le extendí la mano para que me ayudara a levantarme, y la tonta niña bonita me la sacudió efusivamente.

- Oh sí, un placer, soy Tara, Tara Emerson.

-Claro, que bien, es un placer conocerte, sin embargo, te extendí la mano para que me ayudaras a levantarme.

            Tara abrió sus ojos como platos, y como una niña comenzó a correr, la perdí de vista, y muy pronto se callaron sus pensamientos.

            Luego de recoger todo el desastre que la tonta había hecho entrego los materiales del laboratorio. Riéndome como un bastardo psicópata, camino al estacionamiento en busca del SUV que conduzco y me encuentro con alguien a quien esperaba, pero no quería ver. El milenario ángel superior me mira por encima de sus gafas oscuras.

            Con su mirada penetrante me invita a subirme a un lujoso Camaro, conducido por un lacayo humano que le sigue de cerca desde hace alrededor de cuatro años.

- ¿Y bien? – Me mira y sonríe macabramente de medio lado- ¿Qué manejas Ibriel? Dime que tienes a tu mascota en control.

-Ella está bien. No le ha ocurrido nada extraño.

-Creo que el hecho de que aparezca un jodido ángel de alas negras y flameantes, es definitivamente considerado como algo extraño.

-Quería familiarizarme con mi asignación. Es todo. ¿Por qué lo sabes? Dime, Rael, ¿eres tú mi guardián? Genial de su parte mandarte a cuidarme, pero puedes irte. No necesito una niñera. No la necesité entonces, no la necesito ahora.

-Eres un imbécil. Vuelve a cometer un error como el de tu flama ambulante, y jamás volverán siquiera a considerarte un guardián. – Me dijo mirándome directamente a los ojos.- No confías en mí, yo tampoco confío en ti. Sé que hay algo extraño con esa niña, no me hagas averiguarlo por mi cuenta, de la misma manera tomaré la situación en mis manos y quedarás fuera del triángulo. No me provoques. En algún momento fuiste el predilecto, no ahora, no jamás. Estás a un paso de quedarte aquí estancado, y nadie hará algo para impedirlo.