Capítulo #6

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Caminé fuera del salón y sentí su mano sujetar mi brazo, deteniéndome. Inspiré aire profundamente y me giré encarándolo. ¿Ahora qué quería? Lo miré con frialdad a los ojos, unos profundos ojos enormes y de color verde intenso que sin duda derretirían a multitudes de chicas, pero a mí no.

-¿Qué?-espeté sin sutilezas. Kayred me había hecho ser el hazmerreír hoy, y se había auto-agregado a mi lista de gente a las cuales evitar a toda costa. Solté mi brazo de un brusco movimiento y solté un bufido al escucharlo.

-Wow, relájate, ¿no? Vaya grosera-sonrió evidentemente divertido por mi exasperación. Inspiré aire fuertemente y miré al cielo unos segundos rogando por paciencia, volví la mirada hacia él y dije.

-¿Grosera? ¿Qué acaso no tienes nada mejor que hacer que sacarme de las casillas? No soy grosera, que tú te lo busques es distinto.

-No he hecho nada, Zoe-enarcó una ceja.

-Ya, dime que quieres y lárgate.

Su expresión cambió de divertida a seria y sentí cierta presión en mi estómago, como si me hubieran pegado un puñetazo. ¿Me había pasado quizás?

-¿Sabes? Vine a disculparme por como actué en el salón-me miró sin inmutarse-Pero creo que mejor me lo ahorro.  Cansa que nadie se moleste en escucharte, bienvenida a la escuela, no te enojo más.

Se giró y comenzó a caminar alejándose de mí.  

Otro puñetazo en el estómago. Maldita sea la culpa.

Suspirando lo retuve de la misma forma en que él me había detenido hace un rato, él se detuvo y lanzó un vistazo a mi mano que sujetaba su brazo, me apresuré a soltarlo y dije.

-Lo siento, perdona. Soy bastante…ahm…rencorosa-pasé una mano por mi cabello en un gesto nervioso, además de rencorosa era jodidamente orgullosa y pedir disculpas era algo que se me dificultaba sobremanera-Lamento haberte hablado así, no fue correcto.

Él sonrió un poco y asintió, quizás no me caería tan mal después de todo.

-No pasa nada-replicó y me fijé en sus ojos de forma más detallada. No eran exactamente verdes, tenían ciertos matices de tonos dorados, azules y hasta café. Que ojos tan extraños-¿Ya te dijeron sobre los recesos?

-Sí, así es-afirmé reacomodando mi mochila en mi hombro, ciertamente pesaba-Uno a las nueve y otro a la una.

-Hmm…esos son los almuerzos-señaló-Los recesos son después de cada materia, duran quince minutos entre cada clase.

-Oh, ¿En serio?-fruncí el ceño-¿No es demasiado tiempo de receso?

Él se encogió de hombros y comentó.

-No lo sé, los profesores así se aseguran de que no hayan interrupciones en las clases, detestan las interrupciones.

Paseé mi mirada por los pasillos, las paredes de ladrillos estaban decoradas por afiches sobre las clases extracurriculares y futuros eventos, casi todos los bombillos en el techo alumbraban perfectamente a excepción de uno que parecía estar apagado, al centrar mi mirada en ese noté que dentro tenía una cámara. Si, ya me extrañaba no haber visto ninguna hasta ahora, si en mi anterior escuela donde solo asistíamos estudiantes normales estábamos siempre vigilados por unas cuantas cámaras en cada salón y pasillo, no me sorprendía que un internado de psicópatas no tuviera lo mismo. Las cámaras nunca me hicieron sentir cómoda, ni a mí ni a mi mejor amiga. Ana siempre decía qué…Sentí una opresión en el pecho y tensé la mandíbula, no me había permitido pensar en eso, lo había bloqueado de mi mente, sin embargo no podía evitarlo todo el tiempo y ahora mismo, pensando en cámaras y pasillos se me hizo imposible no hacerlo. Otro golpe de culpa me invadió, sentí mis piernas temblar un poco y mi corazón estrecharse.

Oro negroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora