Capítulo II

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Capítulo II

      Manchester era distinta a otras ciudades que él había visitado. Todas las mañanas era testigo del movimiento que había entre los obreros de las diferentes industrias que allí se encontraba. Y el humo negro que veía cuando las maquinas se prendían dándole los buenos días de la mañana. La gente no se preocupaba de lo último que estaba de moda, sino del pan que podía llevar a su casa, con esas horas trabajadas. Incluso, había visto a niños que habían dejado su infancia a un lado, para trabajar y ganarse el pan. La vida en el norte era muy diferente al sur. Muchos inclusos ignoraban ese mundo. Vivían de las apariencias y no les importaba más nada que sólo ellos. A veces, en momento como ese, odiaba el mundo en que había nacido. Realmente era muy frívolo. Muy pocos eran como él. Una persona que se compadecía por los demás.



     De pronto, mientras miraba por su ventana el inicio de un nuevo día, se acordaba de la historia de su amigo Matthew. Él había sido uno de esos obreros en pasado, que había dejado a un lado su infancia, para ayudar a su padre. Ahora entendía porque se preocupaba por hacer todo bien, no solo por él o por Georgina. Sino por el bienestar de todos aquellos que dependían de su empresa textil.



—La vida no es fácil, mi buen amigo... No es lo es. Por eso me preocupo por no cometer errores y tomar las mejores decisiones. En mis manos está la vida de muchos...—le había expresado en una de sus conversaciones, al tomar una copa de coñac, mientras miraba a lo lejos a su hermana—. Deseo un mejor futuro para todos...

—Entiendo...—expresó, encontrándose con la mirada de Georgina, en la distancia, cuando ella aún le miraba con admiración.



     No podía negarse que durante su estadía en esos días, observado al invierno y luego la primavera, que extrañaba a esa Georgina curiosa que sonreía sin importarle si era correcto o no, al mismo tiempo que se preocupaba por conocer sobre sus últimas experiencias en alta mar y saber un poco más sobre Jamaica. Echaba mucho de menos sus conversaciones amenas. Sin embargo, el tiempo la había cambiado, de la misma manera que lo había hecho con él en esos días.



     Ahora ambos eran unos completos extraños.



    El capitán Lansdowne era consciente que Matthew se había preocupado en educarla como una verdadera señorita, pero, no sabía quién había sido el culpable de los cambios de Georgina. Si el tiempo o aquella escuela de señorita a la que había decidido enviarla. Y esa mañana, no había marcado la diferencia, mientras el capitán Lansdowne se dirigía a caminar un rato, después de terminar de desayunar. Ella había desayunado ante que Matthew y que él, y como siempre, buscaba escabullirse de los sermones de su hermano, si la observaba expresarse con ironía a su buen amigo. Sin inmutarse en lo más mínimo ante su abolengo ni que él era un capitán de la marina inglesa que estaba a servicio de la corona.



      Ella había aprendido a conocer su mirada y la expresión de su rostro, cuando sus recuerdos le llevaban a Londres. A otro instante feliz de su vida y no a los días que ella le había hecho sonreír siendo una niña que le admiraba cada día. Soñando despierta en volverse una verdadera señorita para estar a su altura. No, él nunca había visto lo mucho que ella se había empeñado en aprender y volverse una señorita educada. Comprendiendo que jamás él la miraría de la manera que siempre había soñado. Se había enamorado sola y ahora debía pagar las consecuencias, mientras lo veía a él sufrir por otra.

Simplemente Tú ( 5to libro-Serie Todo lo que Soy) (Editada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora