Capítulo IV

9.3K 1.1K 11
                                    

Capítulo IV

     En su presente, Georgina levantó la mirada. Las lágrimas habían empezado a bañar su rostro. Traicionándola, al no ser invitadas. Secó sus lágrimas, mientras se ponía de pie. Después de todo, era mejor regresar, antes de que el capitán la encontrase allí.



     El capitán había dejado en medio camino su deseo de seguir su recorrido. Y aunque deseaba escapar de la presencia de Georgina Hamilton, ese día no había sido la excepción. Odiaba sentir que ella parecía leerle los pensamientos, para torturarle. Ella siempre llegaba cuando la nostalgia llegaba a su corazón.



       Golpeándolo.


        Sacudiéndolo.



    Haciéndole sentir que posiblemente ella tuviese razón si se permitía escucharle. Pero era algo que no estaba en sus planes. Y más, cuando sólo existía una única verdad: El amor no había sido escrito para él. Y era mejor así.



     Mientras regresaba a la propiedad de los Hamilton. El pasado le recordaba una vez más cuán doloroso es amar a alguien y no ser correspondido. Aunque en ese mundo la mayoría de matrimonios eran por conveniencia. Él se consideraba uno de los pocos hombres que pensaba casarse por amor.



      Cerró los ojos y el tiempo retrocedió a aquel instante en que había tenido que enfrentarse a aquella verdad que le había robado el corazón.



     Él se había acercado a ella. A Keyra Middlenton. La observó cuando se giraba para verlo. Y aquel asombro que se había dibujado en su rostro. Y él decidió que no había tiempo que perder.



— Señorita Middleton, ¿podríamos hablar?—le expresó con dulzura, aunque en sus ojos se reflejaba una inmensa tristeza.

— ¿Capitán Lansdowne? ¿Usted aquí? ¿Cuando regresó?— intentó expresarse alegre, cuando la verdad sus ojos también mostraban una inmensa tristeza.

— Llegué hace tres día... Y quería darle una sorpresa.— << Sin embargo, el sorprendido he sido yo...>>, se expresó en silencio—. Le he pedido a su padre que me otorgue una conversación en privado con usted... Necesito expresarle algo importante.

— Sí, por supuesto... Pediré que nos hagan té y nos lo envíen a la sala de té. ¿Le parece?

— Para usted me parece bien. Ha regresado de un paseo con este tiempo... Y es bueno que tome algo caliente.

— ¿Me sigue a la sala de té?

— Sí, señorita Middlenton.



     Su postura hacia ella había sido demasiado formal, marcando aquel rompimiento que se avecinaba, al estar dispuesto en dejarla en libertad.



— Es aquí capitán...— le expresó y abrió la puerta de aquella sala.

Simplemente Tú ( 5to libro-Serie Todo lo que Soy) (Editada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora