Cuarto domingo

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Adam y Ben no tenían algo que James le daba a Bianca por encima de todo.

« No, no te engañes. James nunca te ha amado de verdad. Él solo me desprecia, le doy asco, le... ».

Los gritos, los golpes contra la puerta. Otra vez el armario, aullando su pecado, su asesinato, el momento de la llegada a la meta: reflejar el daño que le había hecho su propio marido. Por eso le maldecía.

Un tiempo después de que se descubriera el secreto de James y sus domingos para tirar la basura, él se acorraló en su propia sombra, entre sus costillas, guardándose todos sus sentimientos, impurezas y momentos. Bianca no sabía ya como lidiar con un hombre que, casado con una mujer maravillosa como ella, solo la tenía en casa como un cuadro. Observar su belleza, su sensación de vivir, pero nada más. No se la quería como un cuerpo con el que fusionarse. Su matrimonio se había evaporado como el humo.

– No Bianca –se regañó a sí misma–. Tu matrimonio nunca ha existido.

Todo era una farsa, un montaje.

Otro golpe delator. Perchas cayendo estrepitosamente contra el suelo del armario, dejando toda la ropa manchada de sangre, de muerte.

– ¡¡CÁLLATE YA!! –se tapó las orejas con las manos, intentando hacer callar a su conciencia.– ¡Se lo merecía! ¡¡LO MERECÍA!!

El quedarse sentada, meciéndose, destrozando lo poco que quedaba de Bianca Walker ya no la contenía. La furia interna de la niña que nunca fue amada, que fue abandonada, humillada y despreciada, salió de sí; una chiquilla que solo había aprendido apostar por un amor estereotipado, unos besos prohibidos, unos labios con forma de adiós, dos abrazos paganos y etéreos. Crearon un monstruo, siguieron las pautas para desquiciar a esa chica de pelo castaño que miraba por la terraza las puestas de sol, leía con el calor de la tarde, moría con el desprecio de la sociedad.

Su marido había potenciado todo aquello.

Maldita sea...

James.

James.

James.

James.

Yo te he amado como nunca hice con nadie.

Adam se arrepintió.

Ben se escondió de lo que podía pasar.

Tú solo me has enfrentado.

Y has sufrido las consecuencias.

Después de cuatro semanas sin ti, vuelvo a ser más yo que nunca.

No puedo quitarme la vida.

Por que Bianca siempre ha estado ella solo consigo misma.

Y debe estarlo siempre.

No puedo abandonarme.

No como lo has hecho tú, amor.  

James.

James.

Te amo

James.

A Bianca no le gustan los domingosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora