Tormenta

1.9K 211 288
                                    

Dentro de la enorme mansión podía percibirse un ambiente inquietante. Nadie decía ni una sola palabra, solamente yacían esperando, observando el reloj.

Parecía que el tiempo no avanzaba, una espera eterna...

-...Ya paso más de una hora. - Comentó Bard, quien comenzaba a perder la paciencia.

-Sebastian-san nos ordenó que esperáramos aquí el tiempo que fuese suficiente...Debemos ser pacientes. -Eran las palaras de la sirvienta para intentar calmar a su compañero.

- ¡¿Pacientes?! ¡¿Cómo puedo ser paciente cuándo sé que la vida de nuestro amo puede estar...?!

- ¡Bard! -Sin demorar un segundo Maylene interrumpió a su compañero antes de que terminara lo que estaba diciendo.

Lady Elizabeth estaba presente y tales comentarios no eran de mucha ayuda para que ella dejara de preocuparse.

La mirada de Elizabeth se notaba perdida, reflejaba preocupación y culpa. Por más que intentara no podía sacar aquella terrorífica escena de su cabeza y lo peor era el constante pensamiento de que todo lo que había pasado era su culpa...

-Elizabeth-sama, debería cambiarse. -Sugirió el señor Tanaka luego del silencio que nuevamente se había formado, aunque tal sugerencia también era debido a que sus ropajes no estaban en el mejor estado. Su vestido se encontraba desgarrado y manchado de sangre.

-...No quiero... No hasta saber algo de Ciel...- Con voz baja respondía la jovencita sin levantar la mirada del suelo.

Aún no podían terminar de asimilar lo que había sucedido, sentían como si de una terrible pesadilla se tratase.

-...Si tan solo no hubiéramos salido...-Pensó Elizabeth en voz alta sin poder evitar que unas lágrimas se le escaparan.

"Si tan solo no hubiéramos" Era inevitable no pensar en ello, un claro ejemplo del efecto mariposa. Todo acabó de esa manera porque ambos salieron de la mansión, aun así, no servía de mucho lamentarse, nada podría cambiar lo que había sucedido.

-No es culpa de nadie...Ninguno deseó que esto pasara...-Decía Maylene sin ánimo alguno, recordando lo que momentos atrás había sucedido.

Un desesperado llamado a la puerta ocasionó que los sirvientes se despertaran en la noche. Se trababa del galante Mayordomo. Aturdidos y preocupados se dirigieron a la entrada principal, pues tal tono de voz de parte de Sebastia era clara señal de una emergencia, sin embargo, ninguno de ellos se encontraba preparado para ver la impactante escena que se encontrarían segundos después de abrir la puerta.

Sebastian dejaba un rastro de sangre por los pasillos que recorría, aunque la sangre no le pertenecía a él, si no a su pequeño Phantomhive quien poco a poco se debilitaba más a medida que el tiempo avanzaba. La bala había perforado su abdomen por completo y aún no habían detenido la emorragia. La pérdida de sangre era inevitable.

A pesar de los semejantes peligros a los que Ciel se enfrentaba era la primera vez que veían al joven Conde en ese grave estado, después de todo Sebastian siempre se encontraba a su lado protegiéndo su vida... mas esta vez no había sido el caso.

Una vez más la felicidad que se percibía en la casa Phantomhive había sido erradicada, todo por un inesperado suceso ante el cuál solo podían hacerse una sola interrogante, ¿Por qué? ... ¿Por qué habían sido maldecidos con tal desgracia? ¿Por qué su querido amo continuaba sufriendo después de todo lo que había tenido que pasar a tan corta edad? Lo único que todos deseaban era la tranquilidad y el bienestar de Ciel, pero como si de una maldición se tratase parecía que no sería capaz de encontrarla...

Do you love me...?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora