Producto de mis hábitos

El día que fui sincero (Parte 1)

Fragmento de "Detrás de escena"
2016

Era ya tarde en la noche, las luces de la carretera iluminaban un camino vacío, y el ruido del club aún resonaba en mis oídos. Finalmente podíamos celebrar, que después de diez semanas de trabajo, el disco ya estaba terminado. Todo había sido un éxito. Pero si había algo que me hacía desear que me hubiera quedado en casa, sin duda eso sería la extraña sensación que me provocaba ver a quien se encuentra en el asiento del copiloto. Una vez más me pregunté a mi mismo por qué razón se me ocurrió ofrecerme en llevarla hasta su apartamento. De nuevo me respondí que fue un acto de amabilidad hacia una compañera de trabajo, y que solamente quería asegurarme de que llegara sana y salva a su hogar. Pero nuevamente se sintió como si lo dijera intentando convencerme de que esas eran mis verdaderas intenciones. Cuando llegamos a un semáforo en rojo me permití observarla durante un segundo. Alexa se encontraba mirando por la ventanilla del copiloto con las manos entrelazadas descansando en su regazo, intentando no hacer ningún tipo de contacto visual conmigo. Sabía que ella era tímida pero creí que ya me había aceptado dentro de su círculo, puesto que ya manteníamos una relación amistosa. Pero no la culpaba. Yo también estaba un poco nervioso y quizá hasta avergonzado a causa de lo sucedido hace poco más de una hora. Terminamos bailando luego de que un algo entonado Julián me empujara contra ella en la pista de baile, y tal vez fuimos sobre el límite considerado para "dos amigos bailando juntos", excediéndonos en nuestra cercanía y en la manera en que movíamos nuestros cuerpos. Debía admitir que fue uno de los mejores momentos que había tenido en un tiempo. Sus manos detrás de mi cuello jugando con mi corto cabello, las mías firmemente colocadas en su cintura acercando su cuerpo al mio lo más posible, mientras que nuestras caderas se meneaban al ritmo de una canción que no conocía. La manera en la que acercaba sus labios a mi oído para poder hablar sobre el volumen de la música, y la forma en que sonreía cada vez que nuestras miradas se encontraban me habían dejado volando sobre la novena nube, ideando cuales serían las mejores maneras de hacerla mía y con la duda de cómo se vería sonriendo de satisfacción después de un orgasmo que, por supuesto, yo felizmente le quería proporcionar. De una manera u otra, luego de varias canciones y debido al cansancio, decidimos volver a la barra junto al resto de nuestros amigos, quienes nos proporcionaron miradas de confusión al ver que mis manos seguían en su cintura. Excepto Julián. Que con una sonrisa de oreja a oreja me dio a entender que él planeó todo.