Bloodstream

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Cap 5.

-Hola a todos, yo soy el nuevo profesor de Encantamientos, me alegra poder enseñarles, pero siento mucho la muerte de el señor Flitwick… Ah  y por cierto mi nombre es  Niklaus Mikaelson.

Hermione al ver el rostro angelical de aquel ser, al contrario de sus compañeras de clase que suspiraron ante tal divino, lo miro con extrañeza y con la sensación de haberlo visto anteriormente. Algo… Algo de él gritaba oscuridad, algo en su mirada escondía un gran secreto, su oscura… su oscura aura le indicaba que debía alejarse de él, pero algo de él le daba cierta curiosidad. No solo eso le llamaba la atención de aquel hombre, su porte arrogante y aristocrático, y su expresión con un deje sarcástico, sin mencionar de la  anómala belleza, sus ojos azules profundos como el lago negro, su altura, su cabello, todo de él le llamaba la atención, pero no de la manera melosa y estúpida que sus compañeras, sino… Algo extraño…

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Lo único en lo que pensaba Klaus, esa mañana cuando se dirigía a su primer clase, fue no tener que toparse con aquella chica que por error había atacado la noche anterior y que tuvo que borrar  su memoria… La noche anterior uso un Obliviate para borrar su memoria, pero la razón aun no la sabia, como vampiro la podía haber obligado a olvidar; era la primera vez en mucho tiempo que tocaba sus varita, y cuando digo mucho es MUCHO, como hijo de una bruja, el había sido el único en heredar tal cualidad, que supuestamente al ser convertidos en vampiros por su madre tendría que haberse esfumado, pero no, seguían allí más fuertes que nunca, el era sin duda la criatura más peligrosa que existía, después de su madre, por supuesto, un híbrido de vampiro y hombre lobo completo que había heredado los  poderes mágicos de su madre.

Cuando llego al salón de encantamientos, todos los alumnos estaban charlando ruidosamente, sentado sobre los bancos, riendo, tan llenos ajenos a la malévola criatura que era él. Si supiesen, pensó. Una voz, una voz sobre las demás  abarco su total atención, su melodiosa voz, esa voz, esa voz era la de ella, la de aquella chica, era como el canto de la sirena; la localizo entre todos los jóvenes, se veía aun más linda que la noche pasada. De repente ella lo miró, el con indiferencia fingida, llamo la atención a la clase, se presento, les dio sus condolencias a los alumnos por la pérdida de su profesor de Encantamientos, pero su mirada siguió fija en él, no de la misma forma que las estúpidas chicas de esa clase que lo miraban como si estuvieran enamoradas, ella lo observaba  con curiosidad, como estudiándolo detenidamente, y de alguna manera con familiaridad ¿Seria que ella aun lo recordaba? Imposible, pensó. Ningún mago se resiste a un Obliviate, lo estas sacando todo de quicio, ya déjalo, se reprendió. El primer tema que Klaus debía  enseñar a sus alumnos era el encantamiento Obliviate, el que el mismo puso en práctica la noche pasada, al parecer todo el mundo quería que recordara ese “pequeño” percance.

-¿Quién me puede decir que  el encantamiento Obliviate?- pregunto a la clase, ya que tenía la impresión de que nadie lo estaba escuchando realmente. Nadie, como era de esperarse, levanto la mano, hasta que una castaña lo hizo; era ella, y por primera vez en toda la mañana le dirigió la palabra…

-Sí, señorita…- dicho esperando que ella le dijera su nombre.

-Granger, Hermione Granger.- dijo rápidamente para después decir- El encantamiento Obliviate es un hechizo desmemorizate muy potente que es usado mayormente en el ministerio por aurores.

-¿Cuáles son los síntomas…Señorita Granger?

- Uno puede reconocer que una persona ha sido desmemorizada por: la dilatación de las sus pupilas, que se puede apreciar durante veinticuatro horas después del encantamiento, la relajación del seño y aire de ensoñación.  

- Correcto señorita Granger, diez puntos más para… Gryffindor.- dijo con una gran sonrisa Klaus.

La chica lo miro, extrañada, algo en ese misterioso individuo se le hacía tan familiar; toco el timbre todos los alumnos se retiraron, Hermione fue la última en retirarse junto a Ron que la arrastraba hacia DCAO, aquí hay gato encerrado, pensó Hermione, y no era  necesariamente Crookshanks.

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Tenía sed, mucha sed, apenas terminase el horario de clases debía buscar a una persona desafortunada que pasase por el lugar equivocado en el momento equivocado. Ya era la hora de la cena cuando Klaus se acogió en las sombras de un pasillo cercano al comedor, agazapado contra la pared, a la espera de su cena. Una chica rubia, con expresión de fastidio se acercaba por tal pasillo, Lavender Brown, aquella chica que suspiraba cada cinco minutos tras alguna de sus explicaciones, seriamente era insoportable, la verdad disfrutaría beber su sangre… Cuando Brown estuvo lo suficientemente cerca, Klaus se aparto de las sombras y la acorralo contra la pared de roca solida del castillo.

-Profesor Mikaelson, que susto!- dijo la irritante chica con una expresión de susto y sorpresa.

Niklaus la miro directamente a los ojos y dijo:

No grites, ni te muevas, juro que no te dolerá… demasiado- dijo con una sonrisa, justo en ese instante la mordió, a decir verdad su sangre no sabía diferente a la de la mayoría de todos los humanos, solo unos pocos hacían la diferencia, la sangre de aquellos desafortunados que portaban semejante delicia dentro de sus torrentes sanguíneos era sublime, era como tocar el cielo, su sabor no era extractamente metálico, sino que cada una de esas personas sabían diferente, su esencia era única para cada persona, pero no necesariamente tenía que saber bien…

Tenía tanta sed, que pasar todo el día en presencia de personas que solo para el parecían ser un saco de sangre, había sido un reto, en un momento determinado del día alguien, que desconocía, capto toda su atención, es que su aroma era exquisito, era una exageración de… vida, llevaba un perfume de vainilla, que favorecía y acentuaba   su deje de dulzura, en un instante quiso hacer a un lado su clase e ir a saciar su sed con ese liquido vital…Entre tanto pensamiento se había olvidado de la chica que tenía entre sus garras, debía detenerse o la dejaría inconsciente o peor la drenaría por completo; se despego de su cuello y la volvió a mirar directo a los ojos y le susurro:

-Cariño, esto nunca ha pasado, ve a tu cuarto a dormir…- dijo mientras mordía su dedo índice, por el cual que empezaba a brotar sangre, froto el dedo ensangrentado en las pequeñas incisiones que habían dejado sus dientes que luego desaparecieron gracias a la sangre.- Ve con “paz”- dijo con sarcasmo, dejando ir a la muchacha.

Klaus se fue hacia su torre totalmente satisfecho, aun pensando en aquel aroma, y de repente  lo sintió muy cerca y pensó en lo placentero que sería probar tan solo una gota, sin percatarse que alguien lo había estado observando desde un principio… el portador de ese sublime aroma…

Having my own wayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora