Sweet Dreams.

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-Hola Damon… Viejo “amigo” ¿Qué te trae por aquí?- dijo el despiadado original inocentemente.

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-Estoy seguro que lo mismo que a mí, olvidar ¿No es cierto?- dijo Damon con una sonrisa burlona.

-Ten cuidado con tu actitudes, podrías salir herido.- dijo el original sonriendo con una evidente ira.- Te irás, eso harás, y no te volveré a ver el rostro si es posible en un par de siglos.

-Estas equivocado, mi querido amigo. “Trabajo aquí”- canturreó como si de un niño se tratase.

-Juegas sucio Salvatore, no conseguirás nada de lo que buscas, no tramo nada… o aun no me lo he pensado.- dijo subiendo sus perfectas cejas.

-No busco nada con respecto a ti, solo un poco de tranquilidad después de tanto escándalo el año anterior- menciono Damon moviendo sus manos- y sabes de sobra de lo que hablo.

-Espero que no te entrometas en lo que no te interesa ¿De acuerdo?- amenazó Klaus.

-Hasta que dices algo coherente, toma tu consejo… o mejor dicho amenaza- frunció la nariz, burlón.

-Tú me…- su amenaza se vio interrumpida por el ruido de la puerta de la biblioteca, provocando que ambos se voltearan a ver.

 Allí estaba ella, muy concentrada en sus asuntos, ignorando aquellas miradas, con sus largos bucles castaños revotando a cada paso; sus delicadas facciones mostraban preocupación ¿Qué le sucedía se preguntaron aquellos dos inmortales? Eso era algo que ella no les contaría.

-La próxima no te me escapas- dijo Klaus frustrado y se desapareció entre las sombras del castillo.

Damon, lo observo marcharse, luego volteo en dirección a la chica, ensimismada en sus cavilaciones. Algo la preocupaba, y el, muy seguro apostaría cualquier cosa porque la chica no era fácil de perturbar, en el buen sentido, pero… ¿Cuál era el otro sentido? ¿O era al revés? Bueno, lo que importaba era que algo la tenia alterada; era como si se escindiera o huyera de alguien o algo, siempre mirando a su alrededor, en retaguardia, pero aun así sin miedo; sin duda era un buena Gryffindor; por lo que sabía Gryffindor era la casa que se caracterizaba por su valentía, sin duda ella era digna de su casa.

Esta vez Damon solo la dejaría ir… Pero la estaría vigilando, algo en ella le olía a misterio. Sin duda a el no le gustaba la tranquilada, por supuesto el era un vampiro…

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Hermione estaba en medio de la oscuridad, la absoluta oscuridad, no sabía dónde estaba. Sinceramente estaba asustada, era como revivir la guerra mágica que se había terminado el año anterior… o la muerte de su padre. El lugar olía a sangre, y se empezaron a escuchar unos estrepitosos y aterradores gritos ¿A quién pertenecerían? De repente el escenario cambio, estaba en el bosque prohibido, y allí fue donde se percato de que los gritos eran producidos por ella, salían de su garganta. Corría, ella corría, pero ¿De qué? Algo la perseguía, eso la hizo recordar aquella vez que los carroñeros los corrieron a Ron, Harry y ella, para luego llevarlos a la mansión Malfoy, esa vez que Bellatrix la torturo y le gravo con su daga “Sangre Sucia” , eso la aterro aun mas si eso era posible.

-Puedo oír tu respiración, pequeña, no hace falta que corras, tu sabes que te alcanzaré- dijo una voz fría y burlona- Puedo escuchar cada uno de los latidos frenéticos de tu corazón, cada inspiración y cada exhalación precipitada de tu parte, cada paso desesperado que das… Cada vez estoy más cerca de ti- Hermione tropezó con una de la gruesas y colosales raíces de los arboles del bosque- Te encontré- dijo la voz susurrándole al oído- esta vez no te me escapas- dijo respirándole en el cuello- esto tal vez no te duela… para que mentirte, tu vas a morir- y mordió su cuello.

-Nooooooo!!!-dijo Hermione gritando- Solo fue un sueño, solo fue un sueño- dijo agitada y empapada en sudor- cálmate, Hermione cálmate. No fue real.

La chica de ojos castaños se levanto de la húmeda cama y se dirigió al baño, tenía que tomar una ducha, estaba empapada en sudor, se deshizo de su pijama y su ropa interior y entro en la ducha. El agua, cálida, y relajante, no pudo alejar los malos pensamientos de Hermione arca de aquel tétrico sueño, o mejor dicho pesadilla.  Durante la ducha la castaña decidió que ya no podía volver adormir, tenía miedo de volver a soñar; quien lo diría, ella una heroína de la guerra mágica tenía miedo de dormirse nuevamente por temor a soñar con… eso. Era un hecho, iría a la biblioteca a la sección prohibida para así averiguar mas sobre cómo recuperar sus recuerdos olvidados, causa del Obliviate

Después de vestirse y tomar una abrigada sudadera, dejo su torre con dirección a la biblioteca, cautelosamente, con temor a que Filch la atrapara fuera de la cama tan tarde en la madrugada, eso aseguraba un gran castigo. Los pasillos desolados, el frió clima, la sombría constricción del castillo y la solemne obscuridad daban la sensación de estar dentro de una película de terror.

Al llegar a la biblioteca se dirigió directamente a la sección prohibida, oscura y olvidada. Estaba cerrada, con un enorme candado del tamaño de su mano o más grande aun. Estaba segura de que no se podía abrir con magia, sino cualquiera entraría allí, entonces lo haría a la manera muggle. Miro a su alrededor en busca de algo con lo que golpear el candado, allí, en una esquina había un pesado baúl,  lo tomo, si que era pesado, y golpeo el colosal candado. El candado callo, ella sonrió.

Las puertas de la sección prohibida rechinaron, como las de un cementerio. Lucia casi como un cementerio… Y olía como tal. El aroma a humedad y libros viejos y rancios la abrumó, era asqueroso. No sabía bien que era lo que buscaba, solo sabía que tenía recuperar sus malditos recuerdos. Últimamente todo era muy extraño, la muerte de su padre, la muerte del profesor Filius, sus recuerdos, hasta la aparición de sus dos nuevos profesores, aquellos dos sí que eran extraños.

La verdad no sabía donde empezar a buscar, lo más sensato le pareció buscar en la sección de encantamientos y localizar algunos libros que hablaran sobre el Obliviate.

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-Ya vete, Honey…- dijo Damon- Esto nunca sucedió.

Llevaba merodeando bastante rato, pues tenía hambre, pero ahora con su sed saciada, podía ir a la cama, con suerte con alguna linda acompañante. De repente un ruido proveniente del final del pasillo le llamo la atención, venia de la biblioteca. . Fue como un ruido metálico; algo le decía que esa noche se divertiría.

La puerta de la biblioteca era majestuosa, de madera maciza y detalles en mármol, con sus picaportes en oro puro y cabellos de unicornio. Trato de abrir la dichosa puerta silenciosamente, en vano por supuesto, ya que esta chillo un poco. Entro en la habitación, un aroma, mejor dicho, su aroma lo azotó. Aquella castaña estaba en la biblioteca ¿Qué hacía allí ella a esa hora? Ella que no se salía de las reglas nunca. La prefecta perfecta, sin dejar de lado que era poseedora del premio anual de Gryffindor como mejor promedio y heroína de guerra. Definitivamente no tenía pies ni cabeza.

Siguió su aroma, era simplemente… Sublime. Recién había “cenado” y aquel aroma le picó el hambre nuevamente. Su olor estaba impregnado por todo el lugar, pero se había mas fuerte al final de un de los pasillos adornados con miles de libros en estanterías; llego al final del pasillo y dobló hacia la derecha. Se encontró con unas rejas forjadas en hierro; estaban abiertas, un gran candado yacía en el lustroso piso. Seguro estaba prohibido entrar allí, por eso el candado. Atravesó la gran portada y siguió avanzando, cada vez su olor era más perturbador, delicioso…

Allí sentada en el mugroso piso de la sesión prohibida, rodeada de libros de aspecto tenebroso leyendo concentradamente. Sin duda ella era muy atractiva, poseía un rostro de facciones finas y un cuerpo muy bien proporcionado; y ella estaba sola en aquel asqueroso lugar… Y su aroma, ese aroma le hacía agua la boca, solo Merlín sabía que suerte correría aquella joven. 

-No deberías andar sola a estas horas, te podría cruzar con el lobo caperucita. O con algo peor…Yo.

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⏰ Última actualización: Sep 28, 2014 ⏰

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