VI. Perfecto pasatiempo

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Apoyo, mas que nada requería del apoyo. Los momentos complicados no eran agradables y le llegaban a afectar de una manera terrible a Sona. Pero no siempre eran comunes sus problemas, ya no recordaba cuando fue la última vez que se puso de ese malestar; la combinación de miedo, soledad e irresponsabilidad le hacía arder su pecho. De hecho nunca tuvo esa clase de problemas, se hizo la ilusión que su promesa se rompiera, decidida quería volver a casa con gran decepción cargando en su espalda.

Ya no fue tan necesario, olvido de golpe todos sus emociones de hace un rato, y no era exageración que una simple persona que apenas conoce le curara su mal, y era curioso ya que ella tiene esa habilidad con su instrumento mágico; el don del apoyo es mas poderoso.

Apenas si pudo parar sus lágrimas que se habían vuelto de felicidad que de tristeza pura. No dejaba para nada aquel afecto de agradecimiento con el abrazo que en su vida lo pensaba intentar.

El verdugo esperaba a que esa mujer se tranquilizara y por fin preguntar su duda. No quería tocarla para recurrir a la confianza, no sabía si era mejor acariciar su cabello; ese cabello tan largo y brillante, lacio y celeste con una gran textura suave delgada.

¿Por qué miraba tan detalladamente ese cabello tan cerca de su rostro? De hecho un olor agradable llego a sus fosas nasales, un gran olor de sábila ¿Eso era su jabón?

No era una farsa, es claro que ella es limpia, con un olor así le satisfacía. La tentación de acariciar el cabello de una mujer como ella era extremo, nunca lo había intentado. Las mujeres de su pueblo son más atrevidas e interesadas que otra distinta como Sona; más amable y tranquila, o séase educada.

Mantuvo sus manos apoyados en el césped en todo el rato del abrazo, no quería ser grosero y deshacer ese gran agarre, era relajante, cálido y cómodo que hasta sentía que necesitaba una siesta de ese modo.

—Oye... Sona —le llamo por fin desvaneciendo la atmósfera placentera de la mujer celeste.

Sona tallo sus ojos con su antebrazo y asintió con la cabeza entendiendo, no deseaba separarse de Draven, es la primera vez que una sensación así le hiciera sentirse más viva que nunca. Con lentitud se incorporo de rodillas sobre el césped alejándose del cuerpo de aquel hombre, finalmente le sonrió amablemente.

Draven alumbro su vista por aquel comportamiento, nunca había visto sonreír de esa manera a una bella mujer, hay tantas cosas apreciables de ellas que no conoce para nada. Ya le tomaba tiempo tener en cuenta que las mujeres (algunas) son indescriptibles tanto en sentimientos como comportamientos totalmente opuestos a los hombres.

—Eh... La verdad no esperaba llegar tarde, tuve inconvenientes en mi patética ciudad.

Sona alzo la ceja confundida, quería conocer más detalles así que movió su muñeca indicando que procediera.

—Tengo un trabajo importante, por estar fuera de la ciudad lo olvidé por completo al llegar a Demacia. En las demasiadas horas fuera provoqué que mi estúpido hermano me dejará encerrado en mi propia habitación por "faltar al respeto mis obligaciones" —forzó una voz aguda para burlarse y dejar un toque cómico a lo último.

Sona movía sus hombros de arriba hacía abajo riéndose en silencio.

—No quería quedarme encarcelado sin hacer nada en un lugar tan siniestro, necesitaba cumplir mis compromisos contigo.

Sona saco de su bolsa una hoja en blanco y amarillenta y con ella tinta negra con una pluma, comenzando a escribir en sobre la hoja apoyándola sobre la superficie plana y gruesa. Draven miraba atónito la caligrafía de Sona, al terminar alzo la hoja dejando a la vista lo que escribió, leyendo con atención.

Entre lo imposible| League of legendsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora