lo inevitable

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Y entonces lola no muy conforme dijo :

-al diablo -y apreto el boton de "publicar"

continuacion...

Ariadna estaba sentada en la dura e incómoda cama de aquella triste y fría habitación que asemejaba un calabozo cuando su madre y su madrina llegaron esa mañana. Llevaba mucho despierta pero su expresión era serena. No emitió palabra mientras la ayudaban a vestirse y peinarse, obedecía como una autómata las instrucciones de su madre. Sus labios permanecían tensos cuando se sentó frente al enorme espejo que aquellas hábiles mujeres habían logrado colar en aquella maltrecha habitación, su madre vestía su mejor vestido, de color turquesa que se reflejaba en aquellos ojos azules chispeantes de emoción maternal, aquel pálido color era lo único que tenían en común en este momento. Sus propios ojos bien podrían haber sido los de un muerto.

-¿que opinas? Un tocado o tal vez... un moño recogido...justo así-

-definitivamente un moño en lo alto, no vamos a desaprovechar unos precioso hombros como los de Ari, además mira este cuello, es una delicia...-

Ari apenas si escucho el intercambio jovial entre las dos mujeres, daría lo que fuera por sentir al menos una pizca del entusiasmo que ellas tenían. Su vista estaba fija en la imagen que le devolvía aquel maltrecho espejo, sus ojeras formaban surcos oscuros bajo sus bellos ojos y sus labios resecos asemejaban los de un mendigo, su piel demasiado pálida y transparente se irritaba cerca de sus fosas nasales y en la punta de la nariz, claras evidencias del llanto pasado. Por más que no intento no puedo recordar alguna ocasión en su vida en que se hubiera sentido tan vacía. Incluso cuando se hubieron llevado a Melody aquella oscura tarde de otoño, fue fuerte, resistió el temporal firme como un árbol, incapaz de doblegarse ante el capricho del destino. Tal vez hubiera sido muy orgullosa en el pasado y la vida la había castigado, demostrándole que por fuerte e independiente que fuera, el azar tenía otros planes para ella.

Su madrina se acercó con una caja de madera y la deposito frente a ella, tenía el emblema de una rosa prolijamente pintada en su tapa, la madera reluciente indicaba que era una posesión tan nueva como valiosa.

-es mi regalo, lamento no haberte podido influenciar más en tu niñez, desearía que hubiéramos sido más parecidas... sin embargo siempre respete que no te sintieras cómoda entre vestidos y cosas de niñas.-

Ari sonrió por primera vez en mucho tiempo y sintió las manos tibias de la mujer en sus hombros, su madre la miraba sonriente parada junto a la puerta.

Ari tomo la cajita entre sus manos. Sus dedos se pasearon sobre el suave relieve del dibujo, lo abrió con cuidado y lanzo una exclamación.

-no podría ponerme estas cosas – su risa fue como el trino de un pájaro. En el interior había delicados polvos para cubrir su piel, un pequeño perfume y un pequeño pote carmín que ella había visto a otras mujeres usar antes, aquellos costosos cosméticos eran lo último de la moda y aunque lo sabía jamás imagino que se pondría algo así.

-es tu boda y debes lucir exquisita... vamos, mírame... levanta la barbilla. Eso es...- la mujer tomo el polvo entre sus delicadas manos y con movimientos elegantes lo esparció sobre la piel de su rostro, sus manos agiles y experimentadas recorrieron sus parpados y pómulos. Con un pincel delineo la silueta de sus labios generosos y llenos. Ari no estaba del todo segura de querer lucir atractiva para su futuro marido, esperaba pasar lo más desapercibida posible, cualquier cosa que pudiera contribuir a la atracción que el sentía por ella le causaba aversión en esos instantes.

Desgraciadamente tuya..Donde viven las historias. Descúbrelo ahora