Lycan

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Tom subió las escaleras rumbo a los aposentos con su bella carga enroscada entre los brazos. Entre sus garras sujetaba una sandalia de lona muy pequeña. El cuerpo inquieto de Crystal era como el de un pajarillo. Armonioso y liviano. La joven parloteaba con él, ya más animada. Sus piececitos se balanceaban y vibraban como las cuerdas de una guitarra al igual que su voz.

-y desde ese día mi niñera comenzó a esconder los potes de miel, porque...

La forma abrupta en que Tom se detuvo hizo que Crystal interrumpiera su relato y lo mirara sin comprender.

Sus oídos habían captado el amargo rastro de un llanto.

Crystal llevó una mano al rostro de Tom al ver como la piel de ébano del joven palidecía. Cuando las nubes despejaron la luz de luna, la figura inmóvil y afectada de Damon apareció, caminando en dirección a ellos.

Él apenas reparó en la extraña imagen de Tom cargando lo que podría haber sido una niña en sus brazos.

-esta idiota rompió su zapato y...

-no la lleves a la habitación.

El tono de Damon fue tan sombrío que Crystal se estremeció.

Tom le envió una mirada suspicaz y ató los cabos necesarios.

-¿qué has hecho?.- Le habló en un lenguaje gutural propio de los cambiantes,

Crystal abrió los ojos y quiso comprender los sonidos que nacían en la garganta híbrida del hombre. El enojo acentuaba las palabras de forma agresiva.

Damon le envió una mirada amonestadora, completamente desinteresado en la mirada enfurecida de la muchacha. Tan ridícula en contraste con sus rasgos preciosos.

-cobré mi derecho sobre su piel- masculló sombrío, en la misma lengua exótica.

A los oídos de la joven, era una amalgama entre antiguas lenguas humanas y gruñidos de animal. Era intimidante y se encogió sobre el pecho de Tom.

-oigo su llanto. ¿Te atreviste a dañarla? ¿Perdiste la cabeza?...

Damon congeló sus palabras con una mirada furiosa. Crystal percibió la tensión entre los hombres.

-no quiero ver a esta mujer jamás en mi habitación nuevamente- hizo un ademan agresivo hacia Crystal- yo voy a ocuparla de ahora en más. A partir de mañana vas a encargarte de encontrarle un oficio.

Damon había vuelto a usar el lenguaje humano, con un acento extraño que de a poco desaparecía, Crystal comprendió y le envió una mirada desafiante.

-quiero ver a mi prima.

Lucía desconfiada. Tom adivinó que se había acostumbrado a la penumbra lo suficiente para ver el rastro de sangre seca en el cuello de Damon, huella de las uñas de Ariadna.

-mañana podrás hacerlo-Le aseguró Tom suavemente al ver la forma hostil en que su hermano la miró. Una sombra oscura de remordimiento atravesó sus facciones antes de darse la vuelta.

-¿él nunca la dañaría verdad?

Crystal se aferró al cuello de Tom con preocupación. Este acarició sus cabellos suavemente, con intención fraternal.

-jamás lo haría.

Pero su voz sonó insegura.

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Cuando una de las criadas subió a despertarla la mañana siguiente. Ariadna llevaba horas sentada mirando la pared. No había cambiado sus vestimentas porque no tenía valor de mirarse al espejo.

Desgraciadamente tuya..Donde viven las historias. Descúbrelo ahora