1. "Las reglas de una prostituta"

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Me pongo la ropa que alistaron para mí.
Unas tangas brasileras verde limón, un mini-top negro sin mangas, un panty cachetero negro, un chaleco rosado en cuero brillante, unos tacones de plataforma de 11 cm de alto del mismo color del chaleco.
Lo único que no escogen por mí es el maquillaje y el peinado.

Primera regla de una prostituta: Usar todo lo que te escojan y ponerse maquillaje excesivo con un peinado extravagante.

Tocan la puerta de mi pequeña habitación. Y sé perfectamente de quien se trata. Casi todas las tardes pasa a ver como estoy.

- Pasa.- digo, la puerta se abre y por ella entra Antonio. Mi dueño.

- Como está la mujer mas hermosa de toda esta mansión?- dice con una gran sonrisa. Creo que vomitaré.

- Estoy muy bien, Toño. Gracias por preguntar.- le giño un ojo y sigo maquillando mis parpados. No es que sea una orgullosa y engreída mujer, sino que Antonio siempre cuando viene a verme dice lo mismo y como no hay mas mujeres en la habitación...

- Lista para esta noche?- camina por la habitación y termina justo detrás mío, presionando una fuerte y dura erección contra mi espalda.

- En eso estoy.- sigo con el maquillaje observando a través del espejo cada uno de sus movimientos.

Empieza a tocar mi cabello, tonteando con él. Pasa las yemas de sus dedos por mi brazo logrando que mi espalda se erice.

- Son las 5, no crees que es algo temprano para ya estar arreglándote?- ahora su mano está en mi pecho derecho, masajeandolo. Antonio es muy directo. O tal vez yo sé interpretar sus palabras.

Me levanto de la silla y camino hacia la puerta con la mirada de Antonio quemandome la espalda. Tomo la perilla y le pongo seguro. Pongo mi vista en mi pequeña cama, en donde Antonio está sentado mirándome con intriga. Me acerco a él y me siento sobre sus piernas. Muevo mi trasero sobre su muy pronunciada erección causando varios gruñidos y gemidos de placer por su parte. Pone sus manos en mi cintura y controla mis movimientos. Me hace levantar y, ya se lo que sigue.

Me paro frente a él y con su atenta mirada sobre mí, empiezo a quitar mi panty cachetero dejando mis tangas verde limón al descubierto. Él, al verme, suspira pesadamente. También quito el mini-top y dejo al descubierto mis pechos naturales. Antonio me observa de arriba a abajo con una mirada de pasión, deseo y lujuria a la vez. Todas juntas. Espero que no le de un infarto o algo así.

Me arrodillo en el piso con mis manos en las piernas de Antonio. Empiezo a acariciarlo, paso mi mano derecha repetidas veces por su erección. Luego poco a poco empiezo a desabrochar su pantalón y bajo la cremallera. Él levanta su cuerpo para que yo baje sus pantalones. Queda con calzoncillos. Hago lo mismo. Acaricio la erección hasta ver marcado su pene erecto en un lado de su cuerpo. Lentamente bajo el calzoncillo y Antonio ayuda levantando su cuerpo para así deshacernos de él.
Cojo su eréctil pene con mis manos y lo masturbo. Antonio gruñe, gime y jadea sin cesar. Empieza a sobar y apretar mis pezones mientras yo le doy placer con mi boca.

[...]

Después de varias mamadas y una corrida. Antonio se acuesta en mi cama y yo sobre él. Al ser una prostituta siempre debe ser el hombre o en tal caso, el cliente, quien escoja la posición, orden y calidad del trabajo. Como? Con el dinero.

Empiezo a mover mis caderas con él adentró de mi cuerpo. Me toma por la cadera y sigue mis movimientos. De un giro me da la vuelta y quedo bajo su cuerpo. Levanta mis piernas y las pone sobre sus hombros. Me embiste como un toro enfurecido. Gimo continuamente. Tomo uno de mis pechos y lo masajeo. Antonio sale de mí y hace que me voltee quedando de espaldas a él con vista a la cabecera de la cama. En otras palabras, la posición del perrito. Se adentra nuevamente en mí. Empieza lento y prosigue rápido. Para ser un hombre que pasa de los 50, esta muy activo sexualmente. Y como no, si se acuesta con todas las demás prostitutas.

Máquina de SexoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora