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- No gracias, Arturo. - rechazé la comida que me habían dado, ya ni ganas de comer tiene uno pensando en los problemas de todos los días.

Me llamo Alexa Jarrel, mi madre murió cuando yo era pequeña y aun a mis 16 años no lo puedo superar. Mi padre es una persona muy buena y comprensiva pero sus años y su enfermedad no ayudan mucho con mi crianza .

En este momento estoy sentada en la mesa de mi casa rechazando cada plato que me sirve un amigo de mi papá, no puedo comer sabiendo que la única persona que tengo en este mundo le quedan pocas horas de vida.

- Vamos, tienes que comer pequeña. - dijo el castaño sentándose a mi lado.

- No quiero.

- Te enfermarás. - me advirtió.

- ¿Qué sentido tiene? Mi papá ya no estará y si me enfermo moriré y seré feliz allá arriba y no aquí sola.

- No seas pesimista. - dijo mientras acomodaba un pelo que caía de mi frente.- Eres hermosa y me da mucha tristeza verte mal.

- No puedo estar bien si mi papá esta al borde de morir y no sé con quién me quedaré.

- Con alguien que pueda cuidarte muy bien, eso lo decide asistencia social.

No pudimos seguir hablando ya que la tos incontrolable interrumpió la charla.

- Quédate afuera. -me ordenó cerrando la puerta de la habitación de mi papá.

Me senté en el piso a pensar qué iba a ser de mí cuando ya no tuviera a mi papá, cuando todo fuera mi peor pesadilla más que mi vida.

- Lo siento mucho. - dijo abrazándome.

-Dime que no murió... - me levanté y corrí hacia donde estaba mi papá acostado en su cama - ¡No, papá! - exclamé agarrando su mano - Habla, ¡vamos!, no te irás, dime que te quedarás y que todo estará bien cuando despierte, ¡si, es un sueño!

- No lo es. - dijo Arturo tomando mi otra mano.

- ¡NO! - grité desbordando en lágrimas.

Todo mi mundo se vino a bajo al escuchar esas dos palabras: "lo siento".

*

Desperté entre cajas y polvo por todas partes.

- ¿Qué sucede?.-pregunté a un hombre que llevaba una caja.

- Alista tus cosas, pequeña. - me dijo sonriendo tiernamente.

Me desesperé, ¿alistarme?, ¿a dónde me va a llevar?

Me puse un short y una blusa básica, unas converse y levanté mi cabello. Salí al pasillo y se llevaban absolutamente todo. ¿Qué ocurría aquí?

- Ven. - me dijo una mujer de pelos oscuros- soy Araceli y seré quién te llevará con alguien que cuide de ti.

- ¡No! - dije corriéndome de su lado- Yo me quedaré aquí, en mi casa.

- Linda, debes estar a cargo de un mayor. - me advirtió - sólo arma tus maletas.

¡Bien! No le haría un escándalo a la vieja, pero ya tenía decidido que a mis 18 me iría de la casa donde estuviera conviviendo.

Con dos maletas en mis manos salí a donde la mujer cargo mis cosas. Anduvimos cerca de 30 minutos y nos detuvimos en un gran salón pintado con gris por el lado de afuera.

- ¿Qué es este lugar? - pregunté mientras ella bajaba mis maletas.

-Sólo ven conmigo y trae tus cosas.

Perfecto, no solo soy huérfana sino que también estoy con una extraña y me iré a vivir con otros extraños.

Entramos y me hizo subir a una habitación.

- Es ella. - le anunció a dos hombre y una mujer que se encontraban allí.

- Hola. - saludé con gracia y uno de los hombres tomó mi mano y depositó un beso en ella.

- Hola, pequeña. - me dijo la mujer desde su sillón.

- Hola. - saludó sin siquiera mirarme el otro hombre al lado de la mujer.

- Deja tus cosas aquí. - señaló un rincón - Y ponte algo de ropa presentable, luego baja.

Se retiraron todos dejándome completamente sola. Abrí mi maleta y saque un jean y una blusa de encaje negra, unas sandalias y solté mi pelo. No sé qué pasa aquí que debo estar "presentable".

Cerré mi maleta nuevamente y bajé. Me encontré con mucha gente sentada en sillas blancas de plástico y un hombre al frente hablando.

- ¡Oh, aquí estas! - dijo Araceli tomándome del brazo.

Me llevó tras una cortina y me dijo que cuando pronunciaran mi nombre debería salir a donde el hombre hablaba.

- ¡Alexa! - nombraron finalmente y me levante para ir hacia allí.

Me sentaron en una silla al frente y me miraron todos, me sentí bastante invadida.

- 100 dólares. -dijo una mujer del fondo.

¿Me están subastando? ¡Oh por dios, pensé que me adoptarían no que me subastarían!

- ¿Qué? - dije fuertemente y dos hombre de seguridad se pararon a mis costados.

Ya no tendría escape alguno.

- $300 - dijo uno más al costado.

- $350 - ¿Qué tan poco valgo?

- $500.

- $800 - nombró una mujer más atrás.

Ya iban por el $1000 y no sé cuándo acabaría.

- $3000 - se levantó un chico de unos 20 años y alzó la mano.

Se quedó todo en silencio.

- ¿Nadie más? - dijo el hombre del frente. - ¡VENDIDA!

Ok, ahora si se venía lo peor. La gente comenzó a retirarse y rogaba porque el chico no apareciera.

- ¡Hey, espera! - me dijo de mal modo cuando amague a irme de ahí. - Tú te vienes conmigo.

Sólo me hicieron buscar mis maletas y subirme al auto con el hombre.

- Bien... - dijo encendiendo el motor. - nos vamos.

Me quedé callada todo el camino, no tenía intenciones de hablar con este tipo.

- ¿Cómo te llamas?

- Alexa, ¿y tú?

- Nathan...-dijo sin despegar los ojos del camino.- Nathan Maloley.

❝LA BELLA Y LA BESTIA❞ |Nate Maloley|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora