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- Aquí es. - dijo estacionando frente a una gran casa blanca.

Sólo me bajé cuando él bajó y caminé hacia el maletero para sacar mis cosas.

- Toma. - sacó mis dos maletas de un tirón.

- Gracias. - las tomé y caminamos hacia la casa, tomó las llaves y abrió la gran puerta.

Cerró y subió. Me quedé sola en aquel living. ¡Perfecto! -pensé- ahora ya no tenía a mi papá y tampoco a una familia.

- Hola, pequeña. - dijo una mujer saliendo de la cocina - ¿Cómo te llamas?

- Alexa. - respondí tensa, la mujer se veía bastante amable.

- Oh, ¿y aquel te ha traído aquí?

- Si con aquel se refiere a Nathan Maloley, está en lo cierto. - la mujer me sonrió.

-Soy Rosalie, ayudo con la casa. - le devolví la sonrisa que ella me había entregado anteriormente. - ¿No te dio habitación? - preguntó sacándose el delantal que traía.

-No, sólo subió y me dejó aquí.

-Oh, ya va a ver ese chico. - caminó hacia las escaleras y subió pisoteando los escalones.

A los dos minutos bajó la mujer con Nathan atrás, ella caminó hacia la cocina haciéndome una risita y Nathan tomó mis maletas.

- Ven. - me ordenó y sólo lo seguí.

Caminamos escaleras arriba y abrió una puerta blanca.

- Aquí te quedarás. - dejó mis maletas dentro.

- Bueno. - intenté hacerle una sonrisa pero él cerró la puerta dejándome sola.

- Quiero que después bajes a almorzar conmigo. - volvió a darme una orden a través de la puerta de madera.

Me senté en la cama mientras miraba por la ventana. ¿Justo aquí debía caer? ¿Con este imbécil?

Me recosté boca abajo y saqué mi celular de mi bolsillo. Miré mi fondo de pantalla durante largos minutos en los que lo único que supe hacer fue llorar por mi padre, quien aparecía en mi pantalla sonriendo junto a mí.

- Alexa. -llamó una voz en mi puerta.

- Mierda. -murmuré secando las lágrimas en mi mejilla.

- ¿Puedo pasar? - golpeó la puerta.

- Si, adelante. - me senté en la cama.

- ¡Oh! - exclamó - Todavía no haz desarmado tus maletas.

- Ah, es que no tengo muchas ganas. - fingí una sonrisa.

- Bueno pequeña, vamos a almorzar.

- No tengo hambre. - tomé una de mis maletas y subiéndola a la cama - Aparte voy a ordenar todo esto en su lugar.

- Pero debes bajar. - estaba preocupada - Nathan se enfadará si no bajas, créeme no quieres comenzar con el pie izquierdo ¿o si?

- No, pero él no es de hacer buenos amigos, o eso parece. - abrí la maleta - Aparte no tengo hambre, no pueden obligarme a almorzar.

- Un poquito, por favor.

Me sonaba a que si yo no bajaba a almorzar Nathan regañaría a la mujer y ella estaba realmente asustada por eso.

- Está bien. - finalmente accedí.

La mujer se fue cuando yo acepté, me levanté y me dirigí al baño, lavé mi cara e intenté hacer la mejor sonrisa que pude.

❝LA BELLA Y LA BESTIA❞ |Nate Maloley|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora