Capítulo 6

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El entorno era lúgubre, frío, lleno de gritos lejanos y dos muy cercanos a su posición. 
Hashirama se quejó un poco frunciendo el ceño. Las voces le sonaban plenamente familiares hasta que las reconoció. Claramente, una de ellas era de su pequeño hermano menor, pero la segunda era una que no esperaba volver a escuchar en su vida; era la voz de su amado Uchiha.
Madara estaba vivo. 
Guardó silencio mientras iba abriendo los ojos de manera lenta, acostumbrándose a la pequeña luz de su entorno.

—Despierte, Dios Shinobi. —habló una tercera voz con un tono burlón. El acento claramente hacía denotar que no era un shinobi de Konoha.

Hashiraba logró reconocer quien era la persona que le hablaba de esa manera; el primer Raikage. El sujeto sonreía con una notoria soberbia y burla mientras lo observaba de pies a cabeza.

—Veo que ya despertaste, primer Hokage. Si observas muy bien a ambos lados, encontrarás lo que buscas. —guio el moreno.

Dicho ello, Hashirama giró su cabeza hacia el lado diestro donde allí encontró a Madara, quien estaba sujetado y neutralizado Kinkaku. Lentamente, giró su cabeza hacia el lado siniestro y vislumbró a su hermano Tobirama, que se encontraba sujeto de igual modo que Madara, solo que la diferencia radicaba en la persona que lo sujetaba la cual era Ginkaku.

—¡Maldito! —vociferó Hashirama con furia. 
—Relájese, primer Hokage. Soltaré a todos, pero con una condición. —El Raikage alzó el dedo índice de su diestra mientras sonreía—. La condición es que sigas mi juego.

El mayor de los Senju se encontraba furioso. No podía ni siquiera moverse gracias a los sellos drenadores de chakra. Era muy probable que tanto Madara como Tobirama se encontraran de igual manera. 

—Te entregaré en mano un Kunai. —comenzó el Raikage a entrar en detalles—. Y tendrás que matar a uno de los dos. —dijo refiriéndose a Madara y Tobirama.
—Primero muerto. —musitó Hashirama de manera inmediata. 
—Si te suicidas, ambos morirán por Ginkaku y Kinkaku, y créeme, estos muchachos son un par de bestias. —amenazó el Raikage.

Tras decir esas palabras los dos mencionados jalaron de los brazos con bastante fuerza al Uchiha y al menor de los hermanos Senju, provocando que esos dos gritaran de dolor mientras se escuchaba un pequeño quebrar de huesos. 
El desgarrador grito de Madara llenó la celda mientras que Tobirama mordía con brutalidad su propio labio inferior hasta el punto de sangrar.

Hashirama comenzó a sudar. No sabía como actuar en una situación como esta. La única salida que tenía se encontraba bloqueada y tenía que decidir que vida cegar para poder escapar. 
Madara o Tobirama...
Madara o Tobirama...
Madara o Tobirama...

—Hashirama... —gimió de dolor el Uchiha. 
—Aniki... Por favor, ¡decide! —rogó Tobirama y añadió de manera egoísta—. Sálvame, soy tu hermano. 

El Uchiha escuchó con claridad las palabras que dijo el albino, así que no dudó dos veces en gritar su enojo mientras el Raigake entregaba el kunai a Hashirama. 

—¡Condenada rata albina, siempre estorbabas en mi relación con tu hermano! ¿¡Qué era lo que te molestaba!? ¿¡Acaso estabas celoso!? —gritó Madara.
—¿¡Acaso te molesta que yo si lo ame!? ¡No como tú que solo lo humillas, maldito Uchiha! —replicó Tobirama. 
—¡Lo tuyo es únicamente un asqueroso pecado! ¡Una aberración de la naturaleza, pero no me sorprende si viene de un psicópata como tú! ¡No tienes ni un jodido amigo y espantas a cualquiera que se acerque al imbécil llorón de Hashirama! —vociferó Madara. 
—¡Oh, perdóneme usted, pero eres el menos indicado para decirme eso! ¡Aún sabiendo lo que yo siento por Hashirama, tú tuviste el descaro de declararte ante él en frente de mi puta cara! —exclamó el Senju.

Cada palabra que se gritaban esos provocaban una especie de dolor en el pecho de Hashirama. Escucharlos decir todo eso no ayudaba en la situación, al contrario, lo ponían aún más en un hilo. Aun así, Hashirama era consciente que aquellas palabras eran una enorme verdad.

—¡De seguro te aprovechaste de mi ausencia para poder reemplazarme y así lograr lo que jamás podrías! ¡Nunca soportaste la vaga idea de que yo estuviera con tu hermano! ¡Incluso me arriesgo a decir que fuiste capaz de revolcarte con tu propia sangre mientras yo era raptado y torturado de maneras indescriptibles en este repugnante lug-! —De manera inmediata los gritos del Uchiha fueron callados por una inhalación de asombro.

La habitación se cubrió de un incómodo silencio el cual fue desplazado por el sonido de unas gotas caer.
El suelo de piedra oscura y mugre poco a poco fue manchado por varias gotas de color carmín. Sangre. 

Madara se encontraba perplejo, en un notorio estado de shock mientras escuchaba con claridad cada una de las palabras que decía su amado Senju.

—Perdóname, pero, esto también me duele a mí. —dijo Hashirama mientras dejaba caer sus lágrimas al mismo tiempo que mantenía un firme agarre en el kunai que fue clavado en el tórax, directo al corazón.



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