Capítulo 7

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—¡De seguro te aprovechaste de mi ausencia para poder reemplazarme y así lograr lo que jamás podrías! ¡Nunca soportaste la vaga idea de que yo estuviera con tu hermano! ¡Incluso me arriesgo a decir que fuiste capaz de revolcarte con tu propia sangre mientras yo era raptado y torturado de maneras indescriptibles en este repugnante lug-! —De manera inmediata los gritos del Uchiha fueron callados por una inhalación de asombro.

La habitación se cubrió de un incómodo silencio el cual fue desplazado por el sonido de unas gotas caer.
El suelo de piedra oscura y mugre poco a poco fue manchado por varias gotas de color carmín. Sangre.

Madara se encontraba perplejo, en un notorio estado de shock mientras escuchaba con claridad cada una de las palabras que decía su amado Senju.

—Perdóname, pero, esto también me duele a mí. —dijo Hashirama mientras dejaba caer sus lágrimas al mismo tiempo que mantenía un firme agarre en el kunai que fue clavado en el tórax, directo al corazón.

Nunca imaginó que Hashirama fuese capaz de hacerlo.
Allí mismo en el abdomen pecho de Tobirama se encontraba incrustado un kunai. La sangre se filtraba de la herida hasta cubrir el suelo bajo sus pies de sangre.
Una nerviosa sonrisa se presentó en el semblante del menor mientras la sangre brotaba de la comisura de sus labios. Se quedó observando con detalle el kunai que se encontraba en su pecho.
Su vista se fue alzando hasta cruzar con la mirada de su hermano mayor, el cual mantenía los ojos fuertemente cerrados. 
De manera inmediata Tobirama permitió que varias lágrimas cayeran con suma libertad por sus mejillas mientas mantenía firmemente su sonrisa.

Dulces mentiras que no te conté, bellas palabras que te ocultaré, sigues pensando que siempre te ame y llorando preguntas "¿Por qué?".

—¿Por qué, hermano? —interrogó el menor. 
—Todas esas veces que estuve contigo... —comenzó a hablar Hashirama—. Buscaba la manera de matarte, ¿acaso seguirás aferrado a la idea de amarme?

Las pupilas de Tobirama comenzaron a dilatarse mientras su sonrisa nerviosa paso a ser una de sinceridad.

—Quien diría que eres igual de cruel que nuestro padre, hermano. Aniki... Luego de esto nunca te dejaré en paz.
Yo seré tu tumba, pero tú serás mi final. —juró Hashirama.

Madara se encontraba expectante. Plenamente congelado por la escena que se desencadenaba ante sus ojos. Jamás en su vida imaginó que Hashirama sacrificaría lo último que le quedaba. De hecho, él estaba seguro de que el Senju lo iba a elegir en vez del menor. Por otro lado, el Raikage pedía la libertad de ambos a cambio que lanzara otro puñal, esta vez en el abdomen de Tobirama.

—¡Qué maravilloso, justo eligió al estratega! —exclamó el Raikage con felicidad. 

El asombro se hizo aún más presente en el semblante del Uchiha cuando Hashirama retiró el kunai del pecho del albino y dio otra apuñalada, esta vez en el abdomen como fue indicado.
El primer Hokage sujetó con fuerza a su hermano menor antes de que cayera pesadamente al suelo. Ese último poco a poco perdía la vida entre las manos de la persona que juró amar más que cualquier otra persona en la tierra. 

"Eres un segundón. Protege a tu hermano mayor con garras si es necesario".

Tobirama aún recordaba esas palabras de su difunto padre, pero... ¿Quién lo protegería de Hashirama? ¿Quién lo protegería de sí mismo?

El Senju mayor, aún sujetando a su hermano menor, cayó pesadamente de rodillas, sujetando con su mano diestra la cabeza de Tobirama.

—Pase lo que pase, todo debe acabar. 
—No me olvides. —rogó el menor.
—Lo prometo, Otouto, solo, perdóname. —rogó Hashirama entre lágrimas.
—Eso jamás será posible, aniki.

Entre tus brazos dulce sufrimiento.

El brillo de vida en los ojos del albino parecía consumirse lentamente. No obstante, antes de partir al mundo espiritual decidió dar unas palabras las cuales fueron un puñal directo al corazón del Uchiha y de su hermano.

—¿Por qué yo no puedo amar?

Acabó con la vida de su propio hermano menor. Fracasó para sí mismo. Fracasó como hermano y lo más importante: fracasó para su clan.
Lentamente, Hashirama se acercó para dar un breve y delicado beso en los labios de su inerte hermano menor el cual ya poseía una mirada sin vida, perdida en algún remoto lugar de la inmunda habitación mientras mantenía los labios entre abiertos. Simplemente, le quedó otorgarle un beso de Judas a su hermano.

Y sin previo aviso, Hashirama abrazó con enorme fuerza a su hermano tras quitarle el kunai lanzando el mismo a cualquier lado de la habitación.
El desgarrador llanto del mayor de los Senju se comenzó a escuchar por todo el sitio.

Por otra parte, Madara observaba con desagrado y temor el kunai que cayó a sus pues.
Los aplausos del Raikage se escuchaban con enorme claridad, parecía que disfrutaba de todo como si fuese un espectáculo andante.

El Sharingan se presentó en los ojos de Madara mientras el ligero recuerdo de la muerte de su hermano Izuna volvía a su mente.
Lo que él sintió, lo estaba sintiendo Hashirama... Y eso jamás lo perdonaría.

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