Capítulo 42.

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Los ricachones comenzaron a saludar con falsa empatía en nuestra dirección, y observé meticulosamente cada gesto de Harry, proporcionándome así la información de que él no siempre se sentía cómodo con la gente, y en especial con ellos. Pero, entonces, él sonrió fingidamente, y se vio tan convincente que incluso se vio real. Aunque por supuesto no lo era. De hecho, nunca lo era. 

Los muchachos comenzaron a acercarse hacia nosotros con aires de superioridad. El rubio que lo había llamado miraba en mi dirección sosteniendo un cigarrillo entre sus dos dedos pálidos, y cuando estuvieron aún más cerca, casi pisándonos los pies a los dos, me di cuenta de que él y el castaño llevaban unos rostros parecidos al que se tiene cuando has consumido casi tres bolsitas de droga ininterrumpidamente. Y no me extrañaba. Esta gente no tenía ya qué hacer con su tiempo o con su dinero, así que tan sólo me limité a adivinar que se gastaban la mayor parte de su tiempo fumando hierba mientras escuchaban a sus padres hablar de sentar cabeza. Típico.

-Eh, amigo –el rubio le dio una palmada amistosa en el hombro a Harry, el cual lo recibió con una de vuelta, que se debió haber sentido incluso más cálida que la que había recibido en primer lugar. Él y el otro castaño se volvieron a su sitio, y tan sólo el segundo rubio, el de mirada inocente y ropas deportivas permaneció ahí parado, con su boca apretada denotando evidente incomodidad. El rubio se llevó el cigarrillo a los labios y lanzó una nube de humo en mi dirección. Apreté los párpados para que no me entrara en los ojos y deseé darle una patada. Entrecerré los ojos. 
-Me alegra verlos, chicos –Harry sonrió ampliamente. –Adam, no te vi en el baile de la Universidad. Organizaste casi todo, muchacho, debiste ir –dijo. Harry sonaba inocente, y apostaba a que su sonrisa era real ahora.
-Mi padre pagó todo eso, sabes. No estaba obligado a ir –se encogió de hombros. –Pero como sea, estuve un tanto ocupado. Ya sabes, con la compañía de mi padre y todo eso, tuve que viajar a Francia y luego me quedé unos meses más en Ámsterdam –dijo, sonriendo. 
-Es tan lindo de tu parte el restregárnoslo en la cara –intervine cuando Harry iba a responder. Esbocé una de mis sonrisas envenenadas y Adam dirigió sus ojos hacia mí. Las comisuras de sus labios se arquearon hacia arriba, denotando una sonrisa fingida y charlatana. Quería matarlo, quería matarlo, quería matarlo.
-No te tomaste el tiempo de presentarme a esta belleza, hombre –intervino el castaño, caminando hacia mí para tomar mi mano. Antes de que sus labios se posicionaran en mis nudillos y Adam intentara rodear su mano en mi cintura, Harry dio un paso hacia mí y me tomó fuerte pero delicadamente por la cintura, marcando su territorio. Reprimí una sonrisita de satisfacción y continué mirando a los chicos. Me di cuenta de que el rubiecillo de ojos azules se había retirado, pero continuaba mirando la escena mientras caminaba sobre su propio eje con los brazos cruzados. 
-Vale. Ella es Lily, mi novia –Harry dijo. Su expresión se había oscurecido. Los chicos sonrieron burlonamente. Sentí un extraño mariposeo en el estómago al escuchar la palabra “novia”, y reprimí una sonrisita. Novia. Nadie me había considerado lo suficiente como para llamarme así. Nunca.
-¡Hombre, felicitaciones! –Adam me recorrió con la mirada, como si quisiese comerse mis piernas sin necesidad de cuchillo y tenedor. –Ya veo por qué Chuck está tan interesado en ella. Deberías tener cuidado, ¿eh? –se burló, y sentí que los dedos de Harry apretaban mis caderas, hundiendo las ñemas de sus dedos en mi piel forrada por una camisa que había tomado del armario de Harry.
-¿Cómo dices? –estaba comenzando a molestarse. Maldición, sabía que con esto de seguro me vendrían problemas. Chuck sabía demasiado. Había hecho demasiado, incluso antes de que yo conociera a Harry. De hecho, me había acostado con él, sólo que no lo había recordado hasta que él me lo dijo en la sesión de fotos.
-¿No te has enterado? Y yo que pensaba que las cotillas te llegaban primero a ti –intervino el castaño. Lo observé fríamente. La respiración de Harry se había vuelto violenta, como si hubiese corrido un kilómetro en una maratón recientemente. –El chico está que se la come. Pobrecillo. De seguro que le duele cuando se entere de que ustedes, chicos, están saliendo.
Inmediatamente noté la mala intención en su tono, y apreté la mandíbula. Harry lucía como si le hubiesen hablado en chino.
-Seguramente que sí –escupió, y yo abrí la boca.
-Harry –lo interrumpí, y él me miró automáticamente con el entrecejo fuertemente fruncido. Sus ojos se habían oscurecido, pero su mano seguía trémulamente en mi cadera. –No es…
-Por cierto, que has salido guapísima en Wanders –dijo el castaño hacia mí. Lo miré, tragando saliva, sin prestarle mucha atención.
-Gracias –mascullé, arqueando una ceja con frialdad.
-Ha sido todo un éxito. Con razón hay personas que están aquí para verte –arqueó una ceja, sonriendo. Tragué saliva nuevamente y resistí el impulso de comerme las uñas. –Chuck no se cansa de restregárnoslo a todos, sabes –esta vez se dirigió a Harry. Éste suspiró con impaciencia, y noté que uno de sus pies estaba golpeando el suelo repetidas veces, como si estuviese reprimiendo una oscura parte de él que podría dejar al tipo hablando por atrás de un guantazo.
-No necesito tener cuidado alguno –Harry sonrió, apretándome aún más, para demostrar quién mandaba. El rubiecillo me miró, y fue entonces cuando no pudo continuar haciéndose el desentendido, y comenzó a caminar hacia los dos muchachos con rostro benévolo.
-Eh, Harry –sonrió el rubio hacia mi acompañante, a quien le costó esbozar una pequeñísima sonrisa. Pero la diferencia fue que ésta sí fue real.
-Niall –masculló, y ambos se envolvieron en un abrazo. Intenté apartarme, pero Harry continuó sosteniéndome. -¿De qué vas?
-Nada, de hecho iba a tomarme unas cervezas con Zayn –se encogió de hombros. -¿No te ha llamado?
-Na. De seguro anda en una juerguita por ahí –masculló, relajándose. Niall esbozó una amplia sonrisa y Adam dio una última calada a su cigarrillo antes de tirarlo lejos y echar el humo en el cogote de Niall, quien continuó sonriendo. Ese tipo de sonrisa que tienes cuando le dices a alguien “voy a sacarte los intestinos y luego a venderlos en el mercado negro, hijo de puta”.
-Vale, nos vamos –masculló el castaño, mirando a Harry con una mezcla de resentimiento y sarcasmo. Harry no sonrió.
-Gusto en verlos –masculló Harry, pero esta vez estuve segura de que estaba mintiendo. Los chicos me dedicaron una última mirada antes de darse la vuelta sobre sus talones y comenzar a encender otro cigarrillo mientras se alejaban. Miré a Harry directamente, quien había soltado un resoplido. Quizás de alivio. No podía culparlo. Si con esta clase de personas se codeaba todos los días, entonces sí que entendía por qué prefería estar solo, y aún así siempre estaba rodeado de ellos.
Harry volvió a resoplar, aún sin soltarme. Con su otra mano, se apartó algunos rulos que caían sobre su frente bronceada. -¿Qué ha sido eso?
No sabía bien a quién iba dirigida la pregunta, y esperaba que no fuera a mí. Sabía que tenía mucho que contarle, pero si yo misma consideraba una cochina traición el haberme acostado con Chuck, no imaginaba entonces lo que sentiría Harry. Alcé la mano para morderme las uñas. 
Niall se encogió de hombros, decidiendo responder. –Ya sabes cómo son –masculló. –No están contentos si no tienen a quién joder.
-Veo que siguen los pasos del cabrón de Chuck –soltó. –Hombre, no sé qué tiene conmigo. Siempre está buscando alguna manera de joderme la existencia.
Niall me miró, y luego desvió su mirada hacia Harry. –Ya sabes que es por ella –dijo, y yo me saqué las uñas de la boca. Éste era uno de los tantos momentos cuando la gente comenzaba a hablar de mí como si yo no estuviera presente. Lo odiaba, pero supongo que el rubiecillo se veía guay. Encendí un Camel y comencé a fumar como una desquiciada, y entonces noté que las manos me temblaban.
-Ya lo sé. No entiendo por qué está tan obsesionado –masculló, y yo me mordí el labio. Mierda, mierda, mierda. Luego suspiró, y cuando lo miré de reojo, jalaba sus mejillas hacia abajo con una mano, con frustración. Suspiró y sonrió ampliamente hacia Niall. –Bueno, me alegra de verte a ti también, amigo –dijo, y Niall sonrió. Entonces ambos se envolvieron en uno de los abrazos juguetones que había visto entre Harry y Zayn, y una oleada de nostalgia se apoderó de mí. Por lo menos Harry tenía gente que lo quería, incluyéndome a mí. 
-Tengo que irme. He quedado con Zayn para comer pizza. ¿Vienes?
No estaba mirando, pero apostaba a que Harry se negaría. Hizo una pequeña pausa antes de suspirar. –No, amigo. Tengo una invitada especial aquí –masculló, y pude imaginarlo sonreír, y yo tampoco pude evitar hacerlo y luego sentirme culpable.

Luego de unos minutos de silencio, me sobresalté ante el tacto cálido y reconfortante que unas manos ejercieron en mis caderas, y el peso de su mentón en mi hombro me hizo cosquillas. Mientras tiraba el Camel ya consumido lejos, sus labios cálidos se posicionaron en mi mejilla. Como si él tuviera que disculparse de algo en vez de ser yo quien lo hiciera. Tragué saliva. Él simplemente no entendía.

-¿Estás bien? –me preguntó suavemente.
-Iba a preguntarte lo mismo –musité, mordiéndome la uña del pulgar. Él separó una mano de mi cintura para tomar mi muñeca huesuda y bajarla lentamente, apartando mi uña de mi boca. Suspiré y me di la vuelta para mirarlo. -¿Son tus amigos?
Sus ojos brillantes bajaron para mirarme. –No –dijo. –Bueno, en realidad Niall lo es.
-¿Quieres decir que ninguna de estas personas es amiga tuya? –le pregunté, y él chasqueó la lengua, mirando hacia otro lado por un segundo, como pensando en una respuesta coherente.
Volvió a mirarme y acomodó un mechón de mi cabello detrás de mi oreja. –Sólo me quieren por mi apellido, ya te lo he dicho. Y, bueno, ni siquiera considero como que “me quieren”. No lo necesitaría de todos modos.
-Todos necesitamos que nos amen –respondí, mirándolo fijamente. Sonrió, acariciando mi rostro.
-Ya tengo a alguien, sabes –me dijo, y no pude evitar sentirme culpable. Tragué saliva. No pude sonreír. Su rostro de repente se volvió serio. 
-Lily, ¿hay algo que quieras decirme? –inquirió, y sentí que un nudo del tamaño de una pelota de golf se establecía en mi garganta. –Mira, si Chuck te ha hecho algo, si te ha tocado un pelo, no me va a importar que publique de mí lo que sea e iré a partirle el…
-No –le dije cautelosamente, interrumpiéndolo. Tragué saliva. –Chuck es un idiota, pero no me ha hecho nada malo. 
Me miró como si no me creyera una palabra. –Ya sabes que no me importa lo que digan de mí, Lily –advirtió.
-No estás seguro de eso, porque nunca han dicho nada más que halagos –respondí. –No vas a tirar todo por la borda cuando es a mí a quien consideran que está mal aquí.
-Tú no estás mal aquí –casi gritó, sobresaltándome. Cerró los ojos, suspirando, y luego volvió a abrirlos, como si intentara calmarse. Sus manos sostenían mis hombros con firmeza. –Cada vez que tienes que verte con Chuck se me ponen los pelos de punta, te lo juro.
-Puedo cuidar de mí misma, galán –dije para tomarle el pelo, pero sentí que mi humor se ensombrecía cada vez más. –Lo he hecho toda mi vida.
-Pero… Pero Chuck… -balbuceó. Tomé su rostro entre mis manos, suspirando. 
-Estoy bien –le dije. –Fue sólo una estúpida sesión de fotos. Chuck no es más que un charlatán, Harry. Tienes que ver cómo te mira. Es como si quisiera matarte con la mirada. Deberías darte cuenta de lo mucho que esta gente te envidia.
-Pero es que ni siquiera se meten conmigo. Se meten contigo –me dijo, alterado. –Y sabes que haré lo que sea para que te dejen tranquila.

*** “Harry”.

Se me hizo casi imposible no permanecer con los pelos de punta todo el puto día. Chuck me tenía hasta los huevos con su enfermiza necesidad de joderme. Y lo peor era que ni siquiera me jodía a mí solo, quiero decir, eso podía controlarlo. Pero ¿Lily? Como que, ¿enserio, hombre? ¿Te metes con Vanessa, que ni siquiera está viva, y ahora es con Lily? ¿Qué puta necesidad tenía de eso? 

Suspiré y me levanté del sillón en cuanto el timbre de la casa sonó tan fuerte que casi tiraba al suelo la botella de cerveza que había estado sosteniendo por más de quince minutos. Con los pelos de punta, me levanté del sillón de cuero y corrí a abrirle la puerta a Zayn, quien tomó mi rostro entre sus manos morenas, estrangulándome, y plantó un beso burlón en mi frente antes de correr a tirarse en el sillón negro, emitiendo un suspiro de comodidad al extender los pies sobre la mesita repleta de revistas. Petrificado, cerré la puerta y me dirigí hacia el sillón, dándole un almohadazo en la cabeza para que se apartara. Él rió, encendiendo el televisor con el mando aprisionado entre sus dedos.

-Hombre, están dando un documental de Britney Spears en MTV –dijo mientras cambiaba los canales con frenetismo. –No me lo quiero perder. Esa tipa es sexo, hombre.
-Claro –dije, y no pude evitar reírme por lo bajo. Zayn, entre otras cualidades como mejor amigo, sabía el momento exacto para hacerme reír. Y la verdad es que nunca se cansaba de hacerlo.
-Dime que Lily no está en casa, por favor –dijo, y yo sonreí.
-No. Fue a ver a su mejor amigo –respondí, y él sonrió, complacido, acomodándose en el sillón, provocando sonidos extraños en el cuero negro con sus movimientos.
-Veámoslo así –dijo, tirando el control remoto a un lado cuando llegó a MTV -: Probablemente esté follando con su amigo en su casa mientras tú estás aquí mirando un documental en MTV. Es deprimente, hombre. Caíste bajo.
Chasqueé la lengua y le di otro almohadazo, riendo. –Pelmazo. El chico es gay.
-Estás a salvo ahora –dijo. –Podemos ver a Britney Sexy Spears sin problemas, a menos de que Lily cruce esa puerta de repente y te haga un calzón chino.
Reí. -¿Y luego qué?
-Se ve como el tipo de chica que vendería tus órganos por EBay –se encogió de hombros, y mis carcajadas aumentaron.
-No creo que alguien esté interesado en comprar órganos por EBay –le dije, chocando mi espalda contra el respaldo del sillón y extendiendo mis piernas sobre la mesa.
-Nunca se sabe –dijo, y luego abrió la botella de cerveza con su brazo, alzándola como diciéndome “salud” y empinándosela, tomando un poco menos de la mitad. Sacudió su cabeza balbuceando. –Agh. Alucinante.
-Uh, ¿qué? –reí.
Habló a murmullos. –Mis hermanas están de visita en casa. No puedo beber con ellas ahí –dijo, como si estuviese gritando por ayuda. –Mamá hizo que tirara todo.
-¿Tu madre ha vuelto? –arqueé las cejas, y él frunció los labios, agarrando un almohadín para recostar la cabeza.
-No. Envió al chofer –dijo. –Todavía está de vacaciones con papá.

Tragué saliva. Eso es lo que nos pasa a la mayoría de nosotros. Quiero decir, ¿nunca te has preguntado cómo es la vida de los “elegidos”? Tenemos la vida resuelta, tenemos todo lo que uno podría desear y consideramos totalmente normal que así sea. A nuestros padres les daba igual si estábamos solos o si hacíamos lo que nos diera la gana o lo que sea. Podíamos estar bebiendo una mezcla de Vodka con cerveza y MDMA, y a ellos no les importaba en lo absoluto. Siempre que sacásemos buenas notas, conservásemos el tipo y no hiciésemos el ridículo de vomitar en público, orinarse en los pantalones o dar voces en la calle, todo estaba bien.

No respondí, así que me limité a mirar ciegamente el televisor. Mientras Zayn cantaba “Oops! I did it again”, no pude evitar terminarme la botella de cerveza pensando aún en la escenita de hoy. No podía dejar de pensar en todas esas personas mirando a Lily como si fuese un fenómeno, cotilleando, murmurando a nuestras costillas. Y luego Adam y Robert haciéndome ese jueguito que, indirectamente, era como decir “Chuck te está pisando los talones, y es mejor que te pongas las pilas”.

No es que yo tuviera miedo de lo que Lily hacía a mis espaldas, y sabía que ella ya era lo bastante grandecita como para cuidar de sí misma, como ella misma me había dicho esta mañana. Pero algo en mi interior me decía que tenía que cuidarla, justo como la primera vez que la vi, yo siempre había sentido esta… esta necesidad, este sentido de la responsabilidad con Lily. Ella estaba sola en el mundo, salvo por un hermano en Francia que no podía estar aquí para dar tres guantazos a quien se atreviera a hacerle daño. Sólo estaba yo, y sabía que si algo le pasaba, en parte sería por mi culpa.

-OOPS I DID IT AGAIN, I PLAYED WITH YOUR HEART, GOT LOST IN THE GAME, OH, BABY, BABY, OOPS! YOU THINK I’M I LOVE, THAT I’M SENT FROM ABOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOVE. OH, YEAH! I’M NOT THAT INNOCENT.

La voz de Zayn me sacó de mis pensamientos, y me obligué a mirarlo mientras intentaba desistir de pensar ahora. Se hallaba encaramado de pie encima del sofá, a punto de caerse, cantando como una niña enamorada una canción de Britney. 

-Pareces una adolescente –le dije, por encima del ruido ensordecedor que emitían las cornetas del televisor plasma. –Una que está enfermamente enamorada de Justin Bieber.
-No me vengas con esa mierda, ¡Britney para siempre, perras! –gritó, y a continuación resbaló torpemente del sofá, cayendo sobre el suelo forrado de una alfombra anti resbalante. Por lo visto no funcionaba mucho que digamos.

Me eché a reír al tiempo que él también lo hacía. Apoyó su codo en la mesita de enfrente del televisor, frotándose los ojos llenos de lágrimas de la risa, y luego se quedó mirando una revista, antes de tomarla entre sus manos, aún riéndose. Pasaron varios momentos de carcajadas cuando su risa lentamente se apagó, y comenzó a pasar las páginas, detallándolas meticulosamente. Una sonrisa se extendió en sus labios.

-Hombre, ¿qué ésta no es Lily? –me preguntó, y mi risa se apagó violentamente. Me humedecí los labios y froté mis manos, sintiéndome hinchado de repente. Y tenso.
Zayn continuó ojeando las páginas y lanzó una risita como si no pudiera creerlo. -¡Hombre! –dijo, boquiabierto. -¡Pero si sale guapísima! ¿Te fijaste?

Continué mirándolo sin expresión alguna, y tras algunos instantes de reflexión, él se levantó del suelo y apagó el televisor, sentándose a mi lado con la revista en la mano derecha. Suspiré, aclarándome la garganta, que salió más bien como un gruñido. 

-No he quemado esa cosa tan sólo porque es Lily quien aparece allí –le dije, y él se humedeció los labios, serio.
-Creí que estarías feliz –me dijo, y yo negué con la cabeza, señalando la revista. 
-Mírale el título, entonces.

Zayn obedeció, y su expresión cambió a una de “hombre, de nuevo esto”. Suspiró con cansancio y lanzó la revista de nuevo a la mesita, dándome palmaditas amistosas en el hombro. Y antes de que pudiera decir algo, el timbre de la puerta sonó, y me levanté automáticamente, frotándome las manos en los pantalones de blue jean, para abrir.

En cuanto vi la figura burlona que estaba frente a mí, me paralicé, sintiendo que la sangre comenzaba a hervirme debajo de la piel. Apreté los dientes.

-¿Qué-coño estás haciendo aquí? –escupí.

Wild. ||A Harry Styles Fanfiction||. -BarbiieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora