Capítulo 50.

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Días después.

Ese día no tenía ganas siquiera de salir de cama. Era como si tuviera que cargar un peso de cuarenta kilos en cuanto pusiera un pie fuera de la cama, y no tenía las fuerzas para hacerlo. Sentía mis músculos agarrotados y la espalda dolerme.

Cuando me senté con dificultad sobre la cama, sentí como si me hubiesen golpeado y pateado como si fuese un saco viejo, y jadeé. Subí la mirada para encontrarme con mi reflejo cetrino en el espejo. Mis mejillas estaban sonrojadas, casi moradas, y mis ojos sobresalían de la hinchazón a causa del llanto.

La verdad es que nunca creí posible que pudiera almacenar tantas lágrimas dentro de mis ojos hasta la noche anterior, cuando me había hecho bolita sobre la cama y había comenzado a torturarme pensando en todos los momentos junto a él. Yo simplemente no pude evitarlo. Había perdido a tantas personas que realmente amaba en mi vida que tenía miedo de perderle también a él.

Sabía que si nunca más volvía a verlo estaría muchas noches más así, llorando largo y tendido y pensando en cómo diablos iba a sacarme a Harry Styles de la cabeza, si de todos modos él lo había hecho muy rápido.

Entonces, me di cuenta de que había estado jugueteando con el anillo en mi dedo, y me maldije a mí misma. Odiaba verme a mí misma de esta manera, porque sabía que estaba siendo débil, y en este mundo no puedes demostrar debilidad, ni siquiera a ti mismo. La gente te jode por eso. Y, aunque suene increíble, cuando uno está triste siempre trata de recordarse todas las cosas malas que ha hecho en su vida tan sólo para intentar buscar una razón coherente a las cosas que suceden.

Tragándome las lágrimas que se avecinaban violentamente a mis ojos, me levanté de la cama y me dirigí a pasos apresurados al tocador repleto de cigarrillos, botellas medio vacías de Vodka, bolsitas de pastillas alucinógenas y mi teléfono, y lo cogí de golpe, sintiendo un palpitar frío en la panza. Había estado sintiendo esa extraña sensación desde que había llegado a Francia, y entonces decidí que se llamaba esperanza.

Ni una llamada. Ni un solo maldito mensaje. Ninguna nota de voz que dijera “hey, idiota, no fuiste importante en mi vida ni por un segundo, así que, adiós. Jódete”. 

Era lo menos que podía hacer, después de todo. Pero no lo hizo. Y me maldije internamente por haber sido tan estúpida como para creer que en verdad volvería para cumplir su “promesa de amor”.

Presa de la rabia, me acerqué a los ventanales de la habitación, y abrí las cortinas tan fuerte que me sorprendió que la fina tela no se desgarrara. Me mordí la mejilla interna, y sintiendo la sangre correr por mi lengua, apoyé mis manos sobre el cristal gélido de la ventana mientras mis dientes continuaban destrozando los pellejos lastimados de mi boca, y un corrientazo de aire frío me golpeó en la cara como un ramalazo de espinas. Parpadeé varias veces, e intenté convencerme a mí misma de que las lágrimas que se aproximaban a mis mejillas eran a causa del viento, y me saqué el anillo del dedo, sintiendo un vértigo enorme cuando miré hacia abajo.

Me estremecí. Estaba a punto de tirar por la ventana la mitad de mi corazón. Pero sabía que tenía que hacerlo si quería continuar con todo esto. Tragando saliva y apretando los párpados con fuerza, alargué la mano hacia afuera, y lloriqueé.

Entonces, como por arte de magia, un sonido sordo me hizo estremecer, y mi pie resbaló torpemente del suelo marmoleado de la habitación, aproximando mi cuerpo hacia el borde del ventanal. El anillo resbaló en mi mano, y entre los rápidos forcejeos por mantenerlo conmigo, sentí unas manos tomarme por las axilas y levantarme de golpe, al tiempo que unos brazos protectores me empujaban contra su cuerpo cálido.

Los gorgoteos y los sollozos salían de mis labios como si hubiesen abierto una especie de grifo en mis labios, y me apreté contra él, aunque nunca pensé que lo haría.

Wild. ||A Harry Styles Fanfiction||. -BarbiieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora